La letra chica del contrato por las SputnikV

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por Alan Abud

La designación de un embajador argentino en un país gobernado por un dictador repudiado por el grueso de las naciones -pero que cuenta con el apoyo incondicional del Kremlin- despierta especulaciones acerca de las condiciones no reveladas del acuerdo con Rusia

Con el coronavirus diseminado por el mundo, los países que no producen vacunas quedaron a merced de las potencias que sí lo son. Algunos Estados habrán diversificado más su dependencia que otros, pero lo cierto es que todos terminaron dependiendo del mismo puñado de países.

En el caso de Argentina, Rusia ha tomado un papel muy relevante en la campaña de vacunación con un contrato de 20 millones de dosis y eso le ha permitido poder actuar en consecuencia. Pese a que el acuerdo firmado entre las partes no puede ser revelado, algunas cosas sí son de relativo público conocimiento como el precio (menor a diez dólares) o los cronogramas de entrega de dosis, aunque no se hayan cumplido.

Sin embargo, ¿qué hay de la “letra chica”? Aquellas cosas que solo se encuentran cuando un contrato se revisa minuciosamente. Desde el desembarco de las primeras vacunas a finales de diciembre del 2020, el país ha adoptado algunas acciones que invitan a pensar que ese contrato incluía algo más que un intercambio de dinero por vacunas, y permitían vislumbrar algunos favores para el país bicontiental.

Primero, se conoció que Rusia tenía en carpeta la instalación de una base satelital en nuestro país. Esto es posible gracias a que Argentina validará el protocolo de cooperación en el espacio ultraterrestre que lo permite. Casualmente, se hizo un día antes de que partiera el primer vuelo hacía Moscú en búsqueda de un lote de vacunas. El protocolo entró en vigor días más tarde sin aprobación parlamentaria, pese a ser un tema sensible para la seguridad nacional.

Ahora, esta semana se consumó otro hecho que engrosa el apartado de la “letra chica”: Sebastián Zavalla asumió formalmente como embajador de Siria luego de entregarle el último 12 de abril las cartas credenciales al dictador sirio, Bashar Al-Assad, en una ceremonia oficial. El suceso no es algo que debe ser pasado por alto ya que el envío de un embajador a dicho país es un claro gesto en favor de Rusia.

Siria enfrenta un severo aislamiento de una gran parte de la Comunidad Internacional, luego del comienzo de la Guerra Civil Siria en la que el dictador llevó adelante algunas de las maniobras más sanguinarias contra su propio pueblo. Misiones internacionales que investigaron los sucesos probaron que Bashar Al-Assad utilizó armas químicas como el gas mostaza o bombas de racimo con el pretexto de acabar con los “insurgentes”.

Desde el comienzo de la guerra, el grueso de los países fueron retirando su representación diplomática o cerrando sus embajadas en rechazo al accionar de Al-Assad, acusado de delitos de lesa humanidad por organismos internacionales de derechos humanos. En 2015, asediado por el Estado Islámico y por la coalición opositora, su régimen estuvo a punto de caer hasta que Rusia metió sus narices, aprovechando la retirada de Estados Unidos, y envió todo su apoyo militar. El Kremlin logró revertir la situación y como premio, desde ese momento Putin domina Siria a piaccere. Rusia le proporciona apoyo económico y militar para que Al-Assad siga en el poder a cambio de que sea su marioneta en Medio Oriente.

A día de hoy, Siria carece de legitimidad internacional, solo un puñado de países mantiene presencia diplomática allí y esta semana Argentina se sumó oficialmente a dicha lista junto con Irán, Cuba, Venezuela y otros 25 países.

Si bien el hecho se concretó esta semana, Zavalla fue designado para ocupar el cargo en la última semana de noviembre. Casualmente, dos semanas después, el presidente, Alberto Fernández, y el exministro de Salud, Ginés Gonzáles García, anunciaban en conferencia de prensa la firma del contrato para la adquisición de la vacuna Sputnik V.

Las sospechas por el vínculo entre ambos sucesos es alta. Más aún si se tiene en cuenta que se designó a un embajador de rango diplomático donde no se tenía y en un estado tan controversial mientras que embajadas mucho más importantes y estratégicas para los intereses de Argentina como las de Colombia y Ecuador quedaron en un segundo plano: en la primera recién se designó un embajador este año mientras que en la segunda la posición continúa vacante desde el fin del Gobierno de Mauricio Macri.

Otro dato más para seguir sumando casualidades: al igual que la base satelital, la designación de Zavalla fue realizada por decreto, sin pasar por el Senado. Quizás sea otro de los requisitos de la letra chica, que las polémicas condiciones impuestas por Rusia sorteen cualquier radar que los impida.

Nota extraída de Nexofin