La polio y el sarampión podrían aumentar por la interrupción de las campañas de vacunación en el mundo

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Nota de The New York Times, por Jan Hoffman. Un nuevo estudio reveló que la suspensión de los esfuerzos de inoculación pueden poner a 80 millones de bebés en riesgo de contraer enfermedades mortales y prevenibles

La interrupción generalizada de los programas de inmunización rutinaria en todo el mundo durante la pandemia de coronavirus está poniendo en riesgo a 80 millones de niños menores de un año de contraer enfermedades mortales que pueden prevenirse con vacunas, según un informe presentado el 22 de mayo por la Organización Mundial de la Salud, UNICEF y Gavi, la Alianza de Vacunas.

Los grupos realizaron encuestas en 129 países pobres y de ingresos medianos, y descubrieron que 68 de ellos habían interrumpido en cierto nivel los servicios de vacunas en clínicas y las campañas de vacunación a gran escala.

Por ejemplo, las iniciativas para prevenir el sarampión se han suspendido en 27 países, entre ellos Chad y Etiopía, y los programas de prevención de la polio están suspendidos en 38 naciones, incluyendo a Pakistán y la República Democrática del Congo.

Muchos expertos en salud pública dicen que les preocupa que las muertes por enfermedades como el cólera, el rotavirus y la difteria puedan superar por mucho las causadas por la COVID-19.

El informe subrayó las advertencias sobre la polio, que hace poco prácticamente se había erradicado, una victoria conseguida con mucho esfuerzo que derivó en programas masivos de inmunización que llegaron a vacunar a millones de niños.

Seth Berkley, director ejecutivo de Gavi, afirmó que, en años recientes, los países en vías de desarrollo habían logrado grandes avances en cuanto a la inmunización contra múltiples enfermedades. Antes de que se desatara la pandemia, dijo, en más países había más niños protegidos con vacunas contra enfermedades prevenibles de lo que jamás se había visto.

“Debido a la COVID-19, este gran progreso ahora está en riesgo, lo cual implica el peligro de que resurjan enfermedades como el sarampión y la polio”.

Es crucial reanudar los programas de inmunización, no solo para prevenir que haya más brotes de enfermedades letales, afirmó: “También garantizará que tengamos la infraestructura necesaria para administrar una posible vacuna contra la COVID-19 a una escala global”.

El problema de las tasas decrecientes de vacunas no se limita a los países en desarrollo, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos informaron que los índices de cobertura en todas las inmunizaciones infantiles entre los bebés de Míchigan habían disminuido por debajo del 50 por ciento. La ciudad de Nueva York anunció que, durante un periodo de seis semanas del cierre de emergencia por la pandemia, la cantidad de dosis de vacunas que se habían administrado a los niños se redujo un 63 por ciento, en comparación con el mismo periodo el año pasado.

Según los ministros de salud y los proveedores de salud en los países encuestados, hay varias razones que justifican estas interrupciones.

A fines de marzo, se cancelaron hasta un 80 por ciento de los vuelos que salen a África para entregar vacunas y jeringas. Los trabajadores del sector salud que administran vacunas temieron continuar sus labores con los suministros que tienen a la mano, dado que no tienen el equipo de protección necesario. Los padres tuvieron miedo de llevar a sus hijos a las clínicas de salud. En muchas áreas, todos los establecimientos están incluidos en el cierre de emergencia. Y miles de trabajadores de salud que en otras circunstancias estarían administrando vacunas, ahora han sido reasignados a contribuir a la respuesta a la COVID-19.

Los expertos en salud pública a nivel internacional, incluida la OMS, habían recomendado en un inicio que los programas masivos de vacunación en particular se suspendieran mientras la pandemia estaba en su punto álgido, a fin de evitar una mayor propagación del virus por las largas filas de niños que esperaban ser vacunados.

Sin embargo, los funcionarios ahora están iniciando un análisis cauteloso de riesgos y beneficios. A partir de la evidencia de que la COVID-19 ha brotado de manera impredecible en todo el mundo —puesto que varía no solo de país en país sino al interior de las fronteras nacionales— la Iniciativa Global de la Erradicación de la Poliomielitis, un consorcio de organizaciones internacionales, está instando a los países a evaluar de cerca sus propias situaciones y diseñar estrategias alternativas para administrar, lo antes posible, vacunas de manera segura durante la pandemia.

Debido a la pandemia, Nigeria, que iba por buen camino para certificarse como territorio libre del virus natural de la poliomielitis, tuvo que cancelar dos campañas de vacunación contra la polio en áreas identificadas donde, de otra forma, se habría vacunado a un total de 37,6 millones de niños.


Las campañas nigerianas requerían que los trabajadores de salud fueran de puerta en puerta. “No podíamos exponer a los vacunadores”, dijo Anis Siddique, director de inmunización para UNICEF en Nigeria, acerca de por qué se suspendieron los programas.

El mes pasado, un informe similar que se centró solo en la suspensión de las campañas de inmunización contra el sarampión y la rubéola ya sonó una alarma.

Antes de la pandemia del coronavirus, los casos de sarampión estaban aumentando. En 2017, hubo 7.585.900 casos estimados de sarampión y unas 124.000 muertes, según la OMS. En 2018, el último año para el que se recopilaron cifras internacionales, hubo 9.769.400 casos estimados de sarampión y 142.300 muertes relacionadas.

En 2019, Estados Unidos reportó 1282 casos de sarampión, el más alto en más de 25 años.

“Antes de la COVID-19, el sarampión se movía por todo el mundo a medida que la gente volaba”, dijo Frank Mahoney, experto en inmunización y epidemiólogo médico de la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja. “Con más y más niños que se vuelven susceptibles a ella, podría amplificarse y convertirse en un importante problema internacional”.

Henrietta Fore, directora ejecutiva de UNICEF, habló sobre el terrible cálculo que los países deben hacer para determinar cómo proceder. “Si bien las circunstancias tal vez requieran que pongamos en pausa algunas iniciativas de inmunización por ahora”, declaró, “estas vacunaciones deben reanudarse lo antes posible si no queremos arriesgarnos a intercambiar un brote letal por otro”.