domingo, octubre 13

La tensión Kicillof-Massa-De Pedro por el dedo de Cristina Kirchner y la guerra Larreta-Bullrich en la Provincia

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Nota extraída de Clarín por SantiagoFioriti

Las charlas de la vice con sus candidatos: estrategias, temores y los pedidos que recibe. La advertencia de Macri y el enojo de los intendentes del PRO.

Venga, por favor, acompáñeme”, indicaba el personal de Ceremonial y Protocolo del Senado. Una lluvia minuciosa caía sobre la Plaza de Mayo, pero los 250 invitados -seleccionados con delectación por la propia Cristina, que pidió que les escribieran o que los llamaran uno por uno en los días previos- estaban a resguardo en una carpa blanca gigante, un VIP montado de espaldas a la Casa Rosada. Al subir a la tribuna, el personal guiaba a los invitados hasta el lugar exacto. “Es acá”, marcaban. Como para que nadie se atreviera a modificar la escena, el nombre de cada uno de los dirigentes estaba escrito y pegado en el piso. Los invitados debían pararse sobre el papelito. Cuando la tribuna al fin se completó, el director de la transmisión hizo un ensayo técnico previo para que los planos coincidieran exactamente con lo que les habían pedido. Entonces sí: luz, cámara, acción.

A las 15.33 del jueves la locutora presentó a Cristina Fernández de Kirchner y ella ingresó vestida con un chaleco celeste sin mangas, con remera, pantalón y zapatillas blancas y dos accesorios: un rosario colgado en el cuello y una escarapela tan visible que, instantáneamente, hizo notar que muchos de los que la acompañaban para celebrar el 25 de Mayo se habían olvidado de llevarla. La multitud la ovacionó y pidió, con cánticos que ella promovió alargando el silencio, que sea la candidata estelar este año. No hubo respuesta.

Cincuenta y siete minutos más tarde, la vicepresidenta caminó al borde del escenario, saludó con la mano, tiró besos al aire, le hizo un gesto de cariño a sus nietos -que la acompañaron en la presentación como si se tratara de una despedida- y se alejó. Pero no del todo. Cuando las cámaras ya no podían tomarla, convocó a la carpa blanca a Axel Kicillof, a Sergio Massa, a Eduardo De Pedro y a Máximo Kirchner. Conversó con ellos unos veinte minutos.

Como había hecho antes, durante el discurso, no se pronunció sobre las candidaturas. El encuentro, apenas, bastó para dejar en claro que serán esos cuatro los principales dirigentes que la acompañarán en el proceso electoral y con los que intentará salir airosa de la crisis política y económica que afecta a su gobierno y que hunde al Frente de Todos en niveles bajísimos de popularidad, tal vez los más dramáticos desde 2003. Su dedo, el mismo que originó la traumática experiencia con Alberto Fernández, seguirá siendo determinante para su coalición.

Esa misma tarde, el Presidente, que había sido castigado por su mentora con la no invitación a la celebración de los 20 años de la asunción de Néstor Kirchner -pese a que fue un actor central en los primeros años-, aterrizó en Mar del Plata para descansar durante el fin de semana largo. Un intrépido lo filmó cuando descendía las escalinatas del avión, acompañado por un colaborador que llevaba su guitarra.

Cuando Cristina ya no estaba en la Plaza, Wado de Pedro les reveló a sus compañeros que había grabado su primer spot de campaña y que estaba a punto de ser subido a sus redes. El ministro del Interior les pidió ayuda. El más entusiasmado resultó Kicillof, que le ordenó a su equipo de comunicación estar atento para retuitear el posteo de Wado apenas saliera. “Vos hacé todo para jugar. Después vemos”, le indicó Cristina a De Pedro hace varias semanas.

El ministro aceleró. Ayudado por Kicillof, que le hizo un pedido específico a los intendentes para que ajustaran el operativo con los punteros amigos, su cara comenzó a verse en afiches pegados en paredones del Conurbano. Su imagen aparece abrazada a la de Cristina y se lee la consigna: “Se viene Wado”.

“Si soy candidato a presidente, perfecto, y si soy candidato a gobernador o a diputado, también perfecto”, dijo en las últimas horas. En la intimidad, sin embargo, confesó que no es el mejor momento para presentarse para el cargo mayor, porque el riesgo electoral es grande. Hará lo que le diga su jefa y se pegará a ella el máximo tiempo que pueda para tratar de crecer en conocimiento, uno de sus puntos más flojos. La preparación abarca más clases de fonoaudiología. Cuando asumió como ministro puso como condición no hablar en público. Su esposa, Elena, fue la primera en advertir que eso no sería posible. Una noche, el ministro llegó a su casa y tenía una pila de libros de técnicas fonoaudiológicas sobre la mesa.

Kicillof mira a Wado y respira como quien está a punto de sacarse un peso de encima. Aunque en los últimos días el mandatario expresó ante su equipo que hará “lo que le convenga al espacio”, la aparente elección de De Pedro auspicia su deseo de ir por la reelección, que cree más segura. Ya le dijo al ministro que, si él resulta el postulante, no desdoblará la elección en la Provincia, con la intención de ayudarlo a traccionar votos en el distrito más grande del país. Los intendentes, que antes criticaban al gobernador, ahora lo sostienen. No es amor. Es el mal menor a la hora de ir a las elecciones. Así lo creen Mario Ishii, Jorge Ferraresi y Alberto Descalzo, que le vienen pidiendo a Cristina no correr a Kicillof porque podría perjudicarlos a ellos.

Cristina escucha opiniones enfrentadas. Emilio Pérsico, el jefe del Movimiento Evita, que se reconcilió con ella hace muy poco, volvió a verla el martes en el Instituto Patria y le hizo un planteo:

—Se van cayendo los muñecos. Hay que convencer a Axel de que vaya por la presidencia.

La vice le respondió:

—Máximo me pide lo mismo, pero Axel no quiere.

Una tercera línea del Frente de Todos exige no apartar de la cancha a Massa. El ministro de Economía es el que más difícil la tiene porque su gestión arroja números cada vez peores. Pero no se rinde. Evita hablar de inflación y se mueve para seducir a posibles aliados. Invitó a Máximo al viaje que hará hoy a China en busca de financiamiento, y ayer compartió una actividad con De Pedro en Mercedes. En su entorno se entusiasman con que Cristina bendiga la fórmula Massa-Wado, en ese orden, pasando por alto con que el ala femenina del espacio presionará para que la vice sea una mujer. En La Cámpora afirman que Massa encabezará la lista de senadores.

Entre los movimientos de Massa en plan de seducir a Cristina algunos creen ver su mano detrás del pedido del fiscal Guillermo Marijuan de sobreseer a la ex presidenta en la causa conocida como “La ruta del dinero K”, la misma en la que Lázaro Báez fue condenado a 10 años de cárcel, acusado de haber lavado 65 millones de dólares de la corrupción. “No lo veo hace años”, dijo Massa, el miércoles, en conversaciones informales.

Al otro día, Marijuan se vio obligado a salir por radio Mitre a explicar su resolución. “Lo conozco a Massa, pero no lo veo hace meses”, aseguró. Massa habló de años sin verse, Marijuan de meses. El ministro y el fiscal son viejos conocidos. En 2015, el día que cerraban las fórmulas presidenciales, Massa le ofreció a Marijuan la candidatura a vicepresidente. El fiscal fue a su casa, en Tigre, y almorzó con él. Pero le dijo que no.

Mientras en el oficialismo hacen ofrendas hacia su líder, en Juntos por el Cambio siguen los cortocircuitos por el armado electoral. Con la excusa de las encuestas, en las que no todos creen porque son cada día más manipuladas, se supone que en los próximos días Horacio Rodríguez Larreta bajará a Fernán Quirós y liberará el camino de Jorge Macri, como quería Mauricio Macri. El desgaste en la Ciudad ya es inexplicable.

La pelea en la provincia de Buenos Aires promete ser feroz. Son cada vez más los intendentes que, al ver que se diluye la posibilidad de ir con un solo candidato a gobernador, piden ir colgados de Diego Santilli, el candidato de Larreta, y de Néstor Grindetti, el aspirante de Patricia Bullrich. No quieren optar. El PRO tiene 22 alcaldes y, en muchos distritos importantes que no gobierna, había logrado instalar candidatos competitivos. A todos ellos se los ve demasiado inquietos y expresando sus quejas contra Larreta y Bullrich. “Nos van a hacer perder por sus caprichos”, dicen.

Las quejas están parejas. Por un lado, acusan a Larreta de haberse negado a “compartir” a Santilli con Bullrich, especulando con que eso perjudicaba su propia candidatura; por otro, achacan que Bullrich está “apretando” a los intendentes para que se definan a favor de ella; si no lo hacen -aseguran- la candidata amenaza con plantarles competidores.

El alcalde de Bahía Blanca, Héctor Gay, acaba de definirse por Bullrich. Santilli ve diluirse parte del poder que parecía tener asegurado y ha levantado la voz, incluso, ante Larreta. Esta semana se reunió con su mesa chica y dijo que él también pondrá postulantes en los municipios en los que los intendentes jugarán con Bullrich.

El platense Julio Garro y el marplatense Guillermo Montenegro, que en su momento estaban más inclinados hacia Larreta, hoy hacen equilibrio y buscan ir con ambos presidenciables. ¿Y si no ocurre? Son distritos clave.

Mauricio Macri se metió en esa interna y vaticinó que el desconcierto propio no hará más que levantar las acciones de Kicillof. Su bronca es tan grande que algunos dicen que está proponiendo entablar alguna negociación con Javier Milei en la Provincia. Se lo planteó a José Luis Espert en una charla a solas. Espert, que se acaba de incorporar a Juntos, solo tuvo críticas hacia Milei. Macri habría planteado: “¿Hay algo que yo pueda hacer para volver a juntarlos?”.