Nota extraída de TN por Sofía Terrile
De acuerdo con la Cámara Argentina de Casas y Agencias de Cambio (Cadecac), antes de la pandemia operaban 220 empresas, pero en este momento apenas quedan 80 activas.
Hay un clásico argentino que está en peligro de extinción. Se trata de las casas de cambio, que están cada vez más cercadas por el cepo cambiario. Después de casi dos años de no poder operar de manera física y con sus funciones completas, volvieron a abrir, pero con centenares de bajas.
De acuerdo con la Cámara Argentina de Casas y Agencias de Cambio (Cadecac), antes de la pandemia había 220 empresas que operaban como casas de cambio. En este momento apenas quedan 80 activas. Algo similar ocurrió con los puestos de trabajo que genera el sector: pasaron de 4000 personas a 1500.
“Estamos recién comenzando a salir muy de a poco del peor escenario cambiario de los últimos 20 años. En la actualidad se opera muy poco dólar ahorro y, muy inicialmente y algunas entidades, dólar ‘turista receptivo’”, señala Mario Mochetti, presidente de Cadecac.
Las casas de cambio son una de las caras más visibles de la obsesión que la Argentina tiene por el dólar, pero apenas se llevan el 0,16% de las operaciones que se realizan en el mercado de cambios. El resto se canaliza a través de bancos.
Además de tener una porción chica, el mercado en su totalidad es cada vez más ínfimo. De un pico de 4 millones de personas en agosto de 2020, dos años después exactamente quedaron 1,3 millón de compradores del cupo de US$200 mensuales. En una de las casas de cambio más antiguas de la Argentina hay alrededor de 50 personas por mes que ingresan a la web para comprar divisas, pero entre cinco y ocho lo logran.
Es complicado: la digitalización de las casas de cambio no necesariamente fue una solución para conseguir más clientes, porque al no tener cuentas de clientes, como sí tienen los bancos, quienes quieren comprar divisas tienen que sumar el paso de transferir dinero y luego rescatarlo.
No solo hay pocos compradores. También hay casi nada de vendedores. Excepto por la particularidad para los turistas, que pueden cambiar dólares el tipo de cambio financiero MEP, los demás pueden cambiar al dólar minorista, pero sin impuestos ni retenciones.
En otras palabras, si la persona compró dólar oficial a cerca de $260 -contando impuestos y retenciones-, luego tuvo que vender a $155 aproximadamente. Perdió, en el camino, poco más de $100 por unidad.
Las trabas que tienen las casas de cambio para operar
La operatoria con turistas les dio algo de aire a las casas de cambio. “Hemos aumentado el canal de compras por mostrador -explican desde SBT Cambios-. Pero el turista que viene desde Brasil llega con reales a la Argentina, y esto solo permite comprar dólares”.
Por ahora, señalan desde la entidad, el MEP está más caro que el dólar blue, así que permite que haya un caudal de clientes en busca de un mejor tipo de cambio. Pero, además, hay problemas burocráticos relacionados con la documentación que hay que pedirle al turista para demostrar que lo es.
“Para la operatoria con turistas no residentes hace falta al menos una entidad financiera que esté dispuesta a recibir monedas alternativas al dólar en efectivo y dar pesos. Si no se le encuentra solución a eso se seguirán perdiendo dólares de las reservas nacionales”, advierte Mochetti.
El futuro de las casas de cambio si termina el cepo
Desde que se instaló el cepo cambiario la operatoria de las casas de cambio languideció. “La Argentina necesita indefectiblemente salir del esquema actual: no hay posibilidades de recuperar la economía con esta situación. Al país no le queda otro camino que abandonar con equilibrio este cepo si pretende encaminarse a un esquema de crecimiento”, señala Mochetti.
En el año previo a las elecciones presidenciales y con la perspectiva de una eventual salida delcepo cambiario, las consultas para utilizar las licencias ya autorizadas por el Banco Central que hoy no están operativas se multiplicaron, cuentan fuentes del sector.
La mayoría de los consultados por TN, que prefirieron preservar su identidad, hablaron de los tiempos sin cepo como “épocas de bonanza”. Hoy, con las reservas netas al límite y el desorden macroeconómico, parece imposible volver a un esquema completamente libre. Pero las empresas no pierden la ilusión. “El enfoque es aguantar y esperar a que este negocio vuelva a ser rentable”, concluye uno de los jugadores del sector.