jueves, marzo 28

Las profecías deCristina yMacri, un radical «elegido» y el veneno de la polarización

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Nota extraídda de Clarín por Ignacio Zuleta

Las recorridas territoriales del ex presidente antes de viajar a Qatar. Sanz y la preocupación por la alternancia. Advertencia empresaria por la expansión de China.

Macri y Cristina pelean contra los suyos por el escenario

Distraídos por gurús, pollsters, asesores y asesoretes, Cristina y Macri cogotean para mostrarse como candidatos mesiánicos y únicas alternativas para un futuro nefasto. Se basan sobre una falacia de método: que el voto se guía por debates argumentales y que es mejor candidato quien gana una discusión, como si la democracia se resolviese en una mesa de café o en un debate por un canal de cable militante. Cristina propone un viaje por el túnel del tiempo hacia tiempos que imagina felices. Macri asienta su promesa en un cambio revolucionario, estructural, que de vuelta la historia, como los que proponen las aventuras insurgentes del vetero marxismo o los golpes militares de antaño. Los dos describen un mundo en destrucción y aportan su parche argumental.

Cristina dice desde hace 15 años -cuando la crisis de los hermanitos Lehman en 2008- que el mundo se nos vino encima, y que ahora se nos sigue viniendo encima. Macri, que hay que cerrar 70 años de populismo de exportación -lapso durante el cual fue candidato en una alianza en 2003, con el PJ de la CABA, a jefe de gobierno-. ¿Creen en serio que el voto escucha esos debates, en los que buscan demostrar que tienen razón? ¿Creen en serio que el voto del peronismo y del no peronismo -el partido del ballotage- se va a mover de sus cifras históricas? ¿Creen en serio que la suerte de la Argentina se resuelve en los programas de TV de 2 puntos de rating? No es serio, pero todo tiene su racionalidad. En realidad, se suben a los escenarios para desplazar a sus competidores, imponiendo sus razones como elementos de fuerza y control de las coaliciones de las que forman parte. Si gano el debate, me van a reconocer el mando y me van a dejar imponer candidaturas, la mía o las de quienes yo diga.

«Seamos realistas, propongamos lo imposible»

Cada cual defiende su interés con lo que tiene a mano. Macri es central en una fuerza que figura como ganadora en todos los pronósticos sobre las elecciones del año que viene. Cristina ganó una vicepresidencia en 2019 y sigue manejando el peronismo del distrito más grande de la Argentina. Tratan de defender lo que tienen -que no es poco- y creen que el mejor recurso es quejarse de la importancia de su adversario. Cristina es quien construye al Macri demoníaco; Macri es quien cree que el problema de la Argentina es que el peronismo está capturado por el cristinismo, y que él no tiene solución a eso.

Los dos claman por un cambio mental como el que propone el mandato religioso de la conversión, como proponía el «hombre nuevo» del guevarismo. Creen que sólo si hay un cambio de conciencia habrá una mejora. Están contaminados por el demonio criollo del regeneracionismo, la idea de que sólo el «hombre nuevo», el cambio de conciencia, la conversión psíquica e ideológica, la fascinación por el profeta, mejorará el mundo. Es un gen ligado a la tradición católica, que anima los programas proféticos y las metas inalcanzables, que después son el pasto de la desilusión. Proponen cambiar todo en 100 horas, o prometen reformas que nadie sabe qué Congreso votará. Resisten por la centralidad de su fuerza, pero a la vez encabezan el ranking de rechazo: compiten por quien tiene el negativo más alto. O por quién le mete más miedo al electorado sobre el tamaño del adversario. Delatan la edad, sesentismo barato y zapatos de goma. El filósofo Marcuse, mentor del 68 parisino, reclamaba: «Seamos realistas, pidamos lo imposible».

Sociedad fuerte, gobiernos débiles (menos mal)

Tranquiliza saber que la Argentina tiene un sistema político sólido, que llega ya a los 40 años de estabilidad, el más largo de su historia. Una de las características del sistema es la capacidad que ha tenido desde hace más de un siglo de representar a la mayoría del electorado en todas las elecciones, en las que el 80% del voto se ha sindicado en las dos familias políticas representadas en las coaliciones mayoritarias. Ese sistema es expresión de una sociedad civil también fuerte, más sólida que los gobiernos y sus dirigentes. Para quebrarla hubo que hacer golpes institucionales -civiles y militares- que cancelaron el sistema democrático con el argumento de que vendría un mundo nuevo. No vinieron ni el hombre ni el mundo nuevos en 1930, 1943, 1955, 1966 ni en 1976. Y el público volvió a sindicar su apoyo, mutatis mutandis, en las dos mismas familias que en 1916. La Argentina es un país al que le tirás la bomba atómica y rebota.

El país normal es previsible

Este sistema se ha batido con la voluntad de poder, en su intento de adaptar la institucionalidad a la imaginación personal de cada gobernante. Ninguno pudo imponer su voluntad y todos fueron demolidos por la sociedad fuerte que es la Argentina, domada desde el fondo de la historia contra gobiernos arbitrarios que se remontan a la historia virreinal. Es la historia del individuo contra el Estado, desde el gaucho que se echaba al monte para escapar del control del imperio, a la gesta contemporánea de la economía, que esconde más de USD 600.000 millones en el colchón. Esa historia le da el talante liberal a la Argentina, en donde cada gobernante buscó adaptar el sistema a sus proyectos personales. Pero siempre el caudillismo perdió y se impuso el sistema.

Hoy el sistema le da 40%/42% de los votos al no peronismo -gane o pierda elecciones- y otro tanto al peronismo. La tasa de corte en cualquier elección es: 1) quién va dividido y quién va unido y 2) la calidad del proyecto nacional de unos y otros. El no peronismo tiene un proyecto nacional que discuten sus caciques en este período de arbitraje de candidaturas. El peronismo no tiene proyecto nacional. Ninguno de sus gobernadores importantes ha querido ser candidato presidencial -y los hay poderosos, eficientes, con superávit fiscal, hábiles negociadores de sus rentas con el gobierno nacional que les toque, con capacidad de controlar sus territorios, en los que reeligen-.

Estos gobernadores del país normal le dejan la changa nacional al peronismo del AMBA -Buenos Aires y CABA- que es una máquina de perder elecciones. Todo lo demás es literatura gorila, de un lado y del otro, porque hay gorilas en las dos veredas. Entonan, por turnos, el viejo bayón «Deben ser los gorilas, deben ser» para advertir sobre la amenaza de que vuelvan Macri o Cristina.

El veneno del personalismo mata los personalismos

La Argentina se blindó contra tendencias contrarias que han debilitado a otras democracias que parecían estables e imbatibles, como la del México revolucionario. El historiador Enrique Krauze, en ese impecable recorrido por su vida que es el libro «Spinoza en el Parque México» describe el personalismo de sus presidentes como una fatalidad de la historia mexicana: el poder en México, afirma, es la biografía presidencial. En la Argentina la fuerza del sistema frustró las aventuras presidenciales, como los 20 años de menemismo que soñó Alberto Kohan apenas el riojano ganó en 1999 (confesión por TV ante Neustadt), la tercera reelección de Menem en 1999, y la de Cristina en 2013/2015 -la “Cristina eterna” de Diana Conti-. Volcar sobre la agenda pública el torrente de sus deseos los llevó al fracaso.

Si Cristina de Kirchner es condenada en causas como Vialidad es porque no se defendió en el expediente. Se consideró absuelta por la historia. En lugar de descalificar pruebas, pidió nulidades. Si ocurren las condenas, será porque no se ocupó de desmontar las acusaciones y confió en sus argumentos políticos. Otra manera de imponer la biografía al sistema. Una audacia que en la Argentina sale cara.

Macri, que no es candidato, marcó territorios

¿Necesita marcar territorio alguien que no va a ser candidato a nada? Es lo que hizo Mauricio Macri con el pie en el estribo hacia Qatar. ¿Amplía sus oficinas alguien que no va a ser candidato a nada, para tenerlas más amplias, con vistas al río, con capacidad de que unas 40 personas lo asistan en algo que no es una candidatura? Si fuera una de esas fábulas zoológicas que Durán Barba (que ha vuelto a Buenos Aires y se reúne con Horacio Rodríguez Larreta, más de lo que admiten) construye sobre los focus groups, diríase que antes de viajar a Qatar, Macri pisó territorios. Recorrió todos los rincones de su heredad, olió y en cada uno levantó -con perdón- la patita para que nadie se engañe quién manda.

Ese reconocimiento de territorio previo a su salida hacia el planeta FIFA, en donde es un príncipe con legalidad propia y más millones para gastar que un gobernante, incluyó su comarca: • Visitó al radical predilecto: para él sueña un lugar en una fórmula presidencial, junto a él o quien sea, Gustavo Valdés, de Corrientes. Este mandatario participa esta semana junto a la cúpula del gobierno y a Gerardo Morales de una cumbre del grupo de gobernadores del Norte Grande. • Se ocupó de una cumbre de dirigentes del PRO de la provincia de Buenos Aires en Pinamar, donde manda Martín Yeza, intendente local y comandante de los equipos técnicos para toda la provincia. Hubo 200 asistentes -entre ellos el marplatense Guillermo Montenegro, para escuchar proyectos de gobierno de todas las áreas. • En las nuevas oficinas del edificio Regatta, Macri hizo un balance de esa cita junto a Cristian Ritondo, Hernán Lombardi y Alex Campbell. • En ese mismo marcaje de territorio llevó a sus oficinas el jueves a presidentes del PRO de todo el país, para una arenga sobre la necesidad de abroquelarse como partido, para disputar el año que viene en las PASO con la UCR, la Coalición y el Peronismo Republicano. Lo acompañaron Patricia Bullrich y Eduardo Macchiavelli, lunga manu de Larreta en el partido. El jefe porteño (que se tomó el finde largo en Bariloche) presume de controlar a la mayoría de los presidentes de partido: que antes de ir al Regatta, le pidieron permiso. No problem, todos unidos venceremos. • Para terminar con la olisqueada y la patita en cada esquina, Macri fue el sábado al dancing Michelangelo, en San Telmo, a acompañar el lanzamiento de su ex secretario de Modernización Andrés Ibarra como candidato a presidir Boca Juniors.

La alternancia en peligro

Estas tensiones ponen en compromiso a la oposición, que celebra su chance electoral de 2023 por obra de un proceso democrático que debe defenderse de los impulsos autoritarios del oficialismo. El exsenador Ernesto Sanz destacó el jueves por la noche, en la cena por los 25 años del Foro Regional Rosario que se hizo en el local Posta 36, la amenaza a la solidez del proceso político. La Argentina, dijo, tiene alineadas sus dos variables fundamentales de la política. La estabilidad y la alternancia. Los 40 años de democracia prueban lo primero. Lo segundo está amenazado por el veneno de la polarización, que anula la riqueza de la alternancia. Acá la hubo entre 2011, 2015 y 2019, pero sirve de poco cuando uno de los jugadores tiene como único proyecto bloquear la gestión del otro. Aludía a la actitud del peronismo durante el gobierno de Juntos por el Cambio, que buscó desbaratar muchas de sus iniciativas por el sólo hecho de que provenían del oficialismo.

Las contradicciones de la derecha antiglobal

En lo institucional la oposición acumula compromisos pendientes de programa. En estas horas hubo pronunciamientos críticos hacia el pensamiento anti global desde diversos ángulos que tienen influencia sobre las formaciones políticas. En última instancia, los negocios que hacen los países entre sí son los que hacen sus empresarios.

Gustavo Grobocopatel advirtió que «lo que viene es mucho peor. Estamos en un momento nunca visto. Hay una confrontación abierta y un proceso de desglobalización». Fue en Foro Nacional de Agronegocios organizado por LIDE Argentina en el Hotel Alvear.

Casi en las mismas horas Paolo Rocca hizo una cítrica del eje anti global que surge en el mundo bipolar. «Tenemos que entender el cambio geopolítico, que es definitivo. Se terminó la globalización que vivimos desde los años 90. Estamos entrando en una nueva fase de la globalización, en la que va a primar la seguridad», dijo en el cierre de la conferencia de Observatorio Pyme en la Facultad de Ciencias Económicas. Advirtió, como lo hizo en anteriores intervenciones públicas, sobre la expansión de China. «El principal actor de este proceso de globalización es China, con increíbles niveles de productividad y tasas de crecimiento y penetración en los sistemas de producción industriales del mundo. (…) En América Latina, esto derivó en procesos de desindustrialización y reprimarización de nuestra economía. (…) China -remató- promueve una visión mucho más autoritaria».

Estas expresiones las tiene que digerir el oficialismo, que se vuelca en brazos de China, como todos los países débiles y en crisis. Pero también la oposición, algunos de cuyos dirigentes se fascinan con China -como Mauricio Macri- y con los anti globales del populismo de derecha, como Donald Trump o Jair Bolsonaro. Los alineamientos de ocasión no le salvan la vida a nadie -lo han probado el peronismo y el no peronismo, que han vivido en default y con cepo, tomando montos alucinantes de deuda-. Pero sirven para que uno sepa qué amigos tiene y quién te puede ayudar en una crisis. La peste COVID demostró que los amigos de EE.UU. podían probar de la buena -la Pfizer- mientras que los rusos daban la Sputnik, que hasta hoy no ha recibido todas las validaciones.