LOS CINCO MINUTOS DEL ESPÍRITU SANTO*
*04 de Octubre*
Digamos
una vez más que los santos son una alabanza al Espíritu Santo, porque
nadie puede ser santo sin la gracia del Espíritu. Él, con su gracia, nos
hace parecidos a Jesús. Eso está muy claro en San Francisco de Asís, a
quien recordamos hoy.El pobre de Asís es uno de
los santos que mejor reflejan la pobreza, la alegría y el amor fraterno
de Jesús. Pero la hermosura de su corazón podría expresarse
sintéticamente como apertura. Todo lo existente era objeto de su amor,
de su admiración o de su compasión fraterna, y por eso le cantaba a Dios
por la «hermana luna», el «hermano fuego», la «hermana hierba». Así
vemos cómo el Espíritu Santo no nos encierra en nosotros mismos, sino
que nos pone en comunión fraterna con la realidad.Su
corazón pacificado no se resistía ni se llenaba de tensiones ante las
contrariedades de la vida o de la naturaleza, sino que reaccionaba con
un espíritu de feliz aceptación. Eso lo convertía en un modelo de
permanente alegría.Su mirada de amor cautivaba y
exhortaba a vivir de otra manera. No necesitaba insistir ni presionar a
los demás para obtener una respuesta generosa. Servía con sencillez el
banquete del Evangelio que atrae por sí mismo, por su propia hermosura.
Movido por el Espíritu Santo, Francisco salía permanentemente de sí
mismo para adorar, para reconocer la belleza de las cosas, para servir
con humildad a quien lo necesitara, para perdonar a quien lo ofendía. Su
pequeña existencia, por estar completamente apoyada en el «altísimo y
buen Señor», era una inestimable combinación de ternura y de vigor.Su
mensaje y la belleza de su testimonio provocaban conversión y
reconciliación fraterna por donde pasaba. El beso que dio a un leproso
refleja su capacidad de mirar a los demás con la mirada de Dios. Y el
Espíritu Santo lo identificó tanto con Cristo, que le regaló las llagas
que recibió en las manos, en el maravilloso encuentro con Jesús que
vivió en el monte Alvernia. Es bello dejarse transformar por el Espíritu
Santo de esa manera, porque mientras más nos parecemos a Jesús, más
alegría podemos experimentar en la vida. Invoquemos al Espíritu Santo
para que podamos vivir esa transformación.
EVANGELIO DEL DÍA * *Lc 1,39-47*
10 diciembre, 2019LOS CINCO MINUTOS DEL ESPÍRITU SANTO*
10 diciembre, 2019