jueves, marzo 28

Los ministros se fugan de un gobierno que el peronismo ruega olvidar antes de que termine

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Nota extraída de TN por Marcos Novaro

Avanza el operativo ‘lavada de manos’ en el Frente de Todos. Aunque pareciera que el oficialismo se desangra, en verdad está mutando de piel: si logra que toda la culpa caiga en Alberto Fernández, el resto podría ser reelecto, y si cambia solo el presidente, se asegurará que el futuro gobierno sea inviable.

El plan Massa alcanzó para lo que se ve, patear los problemas para volver a encontrarlos, agravados, un par de meses después. En el medio, un ajuste que es parcial, porque las cuentas no se ordenan, ni siquiera se cumplió la promesa de empezar a recortar los subsidios, pero es también feroz, porque los ingresos se siguen derrumbando y la pobreza escala, y es, por sobre todas las cosas, inútil, porque nadie cree que al final del día vaya a haber una economía más productiva y competitiva.

Como gusta decir Luis Juez, se alarga la mecha de la bomba, nada más. Así que el oficialismo retomó su internismo feroz, su repartija de insultos y descalificaciones entre los socios, y desarrolló una nueva moda, la gran novedad de octubre, las fugas del gabinete. Todos se rajan, y no es ilógico, dado que los juicios lapidarios hacia la propia gestión están también a la orden del día en la dirigencia frentetodista.

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La vergüenza de Facundo Moyano

Facundo Moyano declaró días atrás que pretende que el gobierno de Alberto Fernández y Cristina Kirchner sea cuanto antes olvidado, porque ‘como peronista me avergüenza, tiene que ser borrado de la historia del peronismo’.

Los ministros se fugan de un gobierno que el peronismo ruega olvidar antes de que termine

Puede que la vergüenza que siente Moyano sea sincera, pero la receta con la que la combate suena desencaminada. Ojalá fuera tan fácil, se pudiera dar vuelta la hoja y hacer como si todo lo que nos avergüenza no hubiera sucedido.

Hasta las cosas que en cierto momento quedaron enterradas vuelven a aparecer. Y lo suelen hacer para nuestra desgracia, para perseguirnos, si no las asumimos. Acaba de pasar con el submarino nazi hundido en la costa de Necochea, que nos interpela, mal que nos pese, porque durante décadas quisimos hacer como si nuestro país no hubiera sido refugio de los nazis, el lugar de este mundo donde ellos mejor podían esconderse de la justicia universal.

Así que mejor pensémoslo un poquito. Si no fue posible esconder para siempre en el mar un submarino que nadie vio llegar, y casi ochenta años después de los hechos reaparece para torturarnos, ¿cómo imagina Moyano que se podría esconder de la vista y la memoria colectiva un gobierno que ni siquiera terminó de hacer macanas? Suena demasiado optimista.

Aunque si toda la dirigencia peronista hace fuerza para el mismo lado quién te dice, tal vez lo consiguen. Por de pronto, es en lo único que están de acuerdo, escapar del gobierno que ayudaron a formar, apoyaron y del que se aprovecharon, y en muchos casos todavía se aprovechan.

Operativo Despegue

Ahí lo tenemos a Juan Grabois prendido también al ‘operativo despegue’. Después de su intento de abandonar la bancada del Frente de Todos, en repudio al ajuste de Massa, ahora insiste en darle con todo al presidente, porque según él ‘el gobierno es un fraude, un fracaso absoluto’ y la causa, nuevamente, es Alberto Fernández, que ‘traicionó la confianza que depositamos en él y le está poniendo la alfombra roja a la derecha para llegar a la Casa Rosada’. En cambio a Cristina Kirchner la disculpa, en casi todo, una forma de disculparse a sí mismo. Confesó ‘valorarla como estadista, pero sus mayores errores fueron la gente que eligió. Eligió mal: se confundió con Alberto Fernández, se confundió en poner a Massa’.

Juan Grabois culpa a Alberto Fernández pero excusa a Cristina Kirchner.
Juan Grabois culpa a Alberto Fernández pero excusa a Cristina Kirchner.

Parece ser un guion que el oficialismo tiene ya consensuado para el año que viene: que hicieron todo bien, salvo poner a Alberto Fernández al frente.

De allí que el pobre presidente se esté volviendo la mancha venenosa, y los ministros se le escapen en manada y sin avisar. También ayuda, claro, que no haya ya plata para repartir. Vivienda, Transporte, Trabajo, Mujer, se multiplican las áreas donde Massa recorta, para no recortarle a La Cámpora y a Kicillof, así que los responsables de las respectivas oficinas huyen, anoticiados de que seguir en el gabinete es pura pérdida.

Hay que decir que resulta bastante injusto cómo se comportan con Alberto Fernández, que los promovió a cargos de responsabilidad que nunca hubieran podido ocupar en otras circunstancias. Él tiene su cuota de razón para rebelarse contra el destino de cadáver político que sus compañeros de andanzas le tienen asignado. Ahora bien, ¡¿por qué se los vamos a reprochar, si no es muy distinto a lo que viene haciendo la propia Cristina Kirchner desde hace un montón, al menos un par de años?!

También ella tiene un problema con la historia, pese a que en 2019 proclamó a los cuatro vientos que la tenía en el bolsillo, y era tan machaza que la había obligado a reconocerla irrevocablemente como benefactora de la patria. El problema para Cristina Kirchner es ahora doble, porque necesita que se opere un descomunal olvido, que tiene que ser, a la vez, muy selectivo. Pues pretende que todavía se le reconozca como mérito suyo que el peronismo volvió a estar unido y a ejercer el gobierno nacional, pero se olvide todo lo que esos méritos costaron, al país y al propio prestigio de su partido, costos que nadie puede pronosticar con seguridad hasta donde llegarán. Porque la sangría que este experimenta, atrapado como está en la gestión del FdT, vaya a saber si tiene arreglo.

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En medio de todas estas dudas, el oficialismo en pleno hace igualmente una apuesta mancomunada para el año próximo: que el único que pierda en 2023 sea el presidente, todos los demás sean disculpados, y por tanto reelectos para las posiciones que ostentan.

En caso de que semejante operación sea coronada con el éxito, imaginemos el cuadro institucional que resultaría: uno hasta peor que el de 2015 para las nuevas autoridades, porque no tendrían una gestión aliada ni siquiera en provincia de Buenos Aires, para formar mayoría en el Congreso necesitarían el concurso de legisladores peronistas que estarán más unidos que entonces en su contra, y encima también de los libertarios, que vaya a saber en qué andan, y la bomba que tendrán que desarmar será aún más letal.

Hoy no se consiguen ministros pero a Juntos por el cambio le sobran precandidatos presidenciales, suena raro. Debe ser porque no lo pensaron con mucho detenimiento.