miércoles, abril 24

Los secretos de JavierMilei: su principal asesor es un rabino y no descarta convertirse al judaísmo

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El enigma detrás del economista intenta ser descifrado por analistas, políticos, pero sobre todo por los estrategas de campaña. Asegura que no teme irse como un expresidente que se fue a pie por la calle, sin custodia, y abucheado.

Javier Milei tiene un guía espiritual y está pensando en convertirse al judaísmo. En la explosión de su lanzamiento político, se encontró con un rabino de casualidad. Dice que hablaron tres horas y nada fue igual. Desde entonces, a Milei le gusta mostrar en su celular cómo recibe y lee la Parashá de la semana -son partes de la Torá en el judaísmo-. Esa lectura es el punto de partida de una rutina que se volvió sagrada: el rabino propone un tema de conversación, le da 10 minutos para pensarlo en silencio y ahí empieza una conversación que colocó al excéntrico, ruidoso y polémico Milei, en la “plenitud espiritual”.

Esos encuentros con su maestro no sólo definen el plano interior. Delinean cada paso y temperatura del recorrido que este economista espera hacer en su derrotero político. Los que lo conocen saben que en esas charlas, que son siempre telefónicas y largas, le da forma a lo que da por seguro: su futura Presidencia.

Los nombres del gabinete que proyecta Javier Milei

Ese proyecto ya tiene nombres y apellidos con los que pasa horas planificando. Son los supuestos integrantes de su gabinete a los que suele recibir en un hotel cinco estrellas porteño con limonada en la mano. Ahí, con un tono mucho más calmo y controlado que el que suele mostrar, organiza los planes libertarios. No más obra pública pagada desde el Estado, un “histórico” achicamiento del gasto público y suba de impuestos en áreas no productivas de la economía, aunque la financiera no entra en ese ajuste.

Milei apenas pestañea y esa condición -junto a su carácter- llena de especulaciones las conversaciones del círculo chico de la política. Elisa Carrió repitió tres veces en Verdad/Consecuencia por TN: “Préstenle atención. No pestañea jamás. ¿Qué significa eso?”.

El enigma detrás de este economista de pelo excéntrico y traje con corbata intenta ser descifrado por analistas, políticos, pero sobre todo por los estrategas de campaña que cada día ven llegar noticias peores desde las encuestas. El sueño de Milei podría prosperar.

El reencuentro reciente con su padre

De su vida se sabe mucho y nada: que su papá era colectivero y agresivo. Supo pasar de chofer a empresario pero en el camino se ensañó con su hijo Javier. No se hablaron durante años hasta que Alberto Fernández ganó las elecciones y una charla los volvió a unir. Mamá ama de casa. Todos de Villa Devoto, clase media, escuela católica. Al Milei niño y adolescente no le interesaba la Biblia cuando iba al colegio pero ahora -en la autopista veloz de su carrera política- siente que encontró la paz en la Torá.

Cuesta asimilarlo. Son eternos los registros de sus desbordes cuando era economista mediático y después -lanzado a la política- en sus actos de campaña y en el raid que lo tiene ahora de diputado nacional y protagonista de la tómbola electoral para el año que viene.

La anécdota de Pellegrini en 1892

Sobre la Presidencia, su objetivo de máxima “para transformar al país”, tiene diseñado hasta el final. Dice a quien quiera escucharlo que está dispuesto a repetir una escena que protagonizó Carlos Pellegrini en 1892 cuando en el último día de un mandato con final convulsionado, decidió salir del Congreso a pie hasta su casa sin custodia. A pesar de que le aseguraron que no iba a ser un paseo tranquilo, Pellegrini lo hizo igual y caminó abucheado por la calle.

Milei usa esa anécdota como un final posible de carrera para explicar que no le importaría pagar costos si encara cambios. Pero la escena histórica tiene un elemento más que describió el historiador Ezequiel Gallo en la biografía del expresidente. Pellegrini salió del brazo del General Mitre, en una manifestación inolvidable de acuerdo político. Sobre ese detalle, que Milei desconocía, le gusta decir que no cree que pueda repetirse: con el kirchnerismo nada. Nunca.