miércoles, abril 24

Más que controles, el Covid y la economía argentina necesitan vacunas

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Nota extraída de ElCronista, por Walter Brown.

Hay 30 millones de argentinos sin vacunar y solo 2% de la población recibió las dos dosis

El desarrollo de la pandemia de coronavirus ha dejado enseñanzas en materia sanitaria que no distan de las aprendidas a lo largo de la historia de la humanidad. La mejor forma de mantener a raya a una enfermedad es mediante la prevención y, en ese capítulo, el desarrollo en el campo de la inmunología juega un papel clave.

La crisis sanitaria por la que atraviesa el país con el impacto de la segunda ola de Covid-19 tiene como condimento la falta de cuidados y seguimiento de protocolos por parte de la población pero, fundamentalmente, encuentra su razón de ser en la escasez de vacunas, un hecho que obligó al Gobierno a revisar su relación con los laboratorios.

Así, se retomó la búsqueda de un acuerdo con Pfizer, después del fracaso inicial que tuvo como protagonista al ahora ex ministro de Salud, Ginés González García. Se avanzó en la posibilidad de fabricar la vacuna rusa Sputnik y la china Sinopharm en la Argentina. Y se reclamó por la ausencia de las que debería proveer AstraZeneca, cuya producción ya tuvo su capítulo nacional antes de partir rumbo a México y que a esta altura del año, según aventuraba el Gobierno en 2020, deberían estar desbordando los vacunatorios locales para inmunizar a los argentinos.

Sin embargo, las vacunas hoy siguen siendo un recurso escaso, que provoca la celebración oficial ante cada arribo de una partida, pero todavía mantiene en vilo a los 30 millones de habitantes que aún no fueron inoculados con la primera dosis.

Y también a los 6 millones que tachan los días del calendario y ven acercarse con incertidumbre la fecha agendada para recibir la segunda dosis, situación por la que hasta ayer solo pudieron pasar poco más de 900.000 personas, apenas el 2% de la población, un guarismo que solo supera al de Paraguay (0,16%) y Bolivia (1,72%) entre los países limítrofes, pero que se muestra por debajo de uno con mayor cantidad de habitantes como Brasil, que registra un 6%, y muy lejano al de aquellos menos densamente poblados como Uruguay (17%) y Chile (34%).

Así, la preocupación crece en la medida en que el tiempo avanza y la situación no cambia, sino que, lamentablemente, se agrava. Basta con mirar las cifras alarmantes que arroja la pandemia. Más de 15.000 nuevos casos se registraron solo ayer en el área que componen la Ciudad de Buenos Aires y el conurbano bonaerense (AMBA), para elevar a cerca de 3 millones el total país desde que el coronavirus llegó. Y lo que es peor aún, un nuevo récord de muertes se observó en todo el territorio nacional, con 561 decesos en un solo día.

El tiempo apremia. No solo para garantizar la salud física de la población, sino también la mental y la económica, dada la angustia que genera la acumulación de restricciones en una sociedad lacerada por la pobreza y que, en gran parte, vive de los recursos que puede obtener día a día. 

Ingresos que para muchos se generan en la informalidad, abundante en el AMBA y recortada por la menor circulación, y para todos se licúan también diariamente con la fuerte inflación, el otro «mal» que afecta a los argentinos. Sea para contener a la pandemia o a los precios, los controles carecerán de eficacia sin un plan certero de prevención.

f: Cronista.