domingo, noviembre 17

Massa enfrenta más problemas que Milei para perforar su techo

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Nota extraída de TN por Marcos Novaro

La razón es sencilla: existe más afinidad entre las opciones opositoras que quedaron fuera del balotaje y el voto a Milei, que con Massa, que ya le sacó casi todo el jugo posible al “voto miedo” en la primera vuelta. Tal vez las chances para éste dependan, entonces, de rezar para que Milei se zarpe en el debate y vuelva a asustar a todo el mundo, o atreverse él a desafiar en serio a Cristina Kirchner, arriesgando la unidad del peronismo. Ninguna de las dos apuestas ofrece garantías.

Columna publicada originalmente en TN

Entramos a los días decisivos de la competencia presidencial entre Sergio Massa Javier Milei, con pocas chances ya de que la propaganda y los discursos electorales hagan mucha diferencia, un debate inminente que podría ser determinante, y vaya a saber cómo resulta, y datos de una cantidad de encuestas que, por más que se los relativice, se cuentan entre los pocos recursos de que disponemos para saber dónde estamos parados.

¿Qué dicen esas encuestas? La mayoría sugiere que hay una suerte de empate, pero con una luz de ventaja a favor de Milei. Lo que estaría indicando dos cosas: que el libertario logró descontar la diferencia que sacó a su favor Massa en la primera vuelta, y que a éste le está resultando difícil, más difícil que a su contrincante, atraer a los ciudadanos que se quedaron en la primera vuelta sin su primera preferencia, tal vez por lo que todas ellas tenían en común ser variantes de la oposición.

Lo cierto es que el propio Milei no parece haber hecho mayor mérito para arrastrar a esos ciudadanos a su favor: antes bien, desde la primera vuelta sus esfuerzos por darle más coherencia y solidez a su campaña electoral han fracasado, se reiteraron los errores no forzados en su entorno, con declaraciones problemáticas e innecesarias que generaron más ruido e incertidumbre que otra cosa, y él mismo dio señales equívocas respecto a una eventual moderación de sus propuestas más resistidas, en materia económica así como en salud, educación y en otros terrenos.

Puede que más mérito hayan hecho Mauricio Macri y Patricia Bullrich. O puede, y es lo más probable, que los electores estén haciendo simplemente oídos sordos a las campañas y lo que dicen los políticos, que vienen fatigándonos desde hace por lo menos cuatro largos meses (para quienes viven en provincias que desdoblaron sus comicios distritales, mucho más), y estén decidiendo por su cuenta.

Si al hacerlo se terminan inclinando por el candidato de La Libertad Avanza sería no por entusiasmo con sus ideas, ni porque ahora sí él los esté convenciendo, sino principalmente por descarte: votar al oficialismo les resulta más intolerable que correr el riesgo de lo “nuevo, pero impredecible”, como sugirió hacer Macri días atrás, con Milei.

Algo de esto se trasluce en el hecho de que el libertario esté recibiendo más apoyos que Massa no solo de los exvotantes de Bullrich, lo que ya era esperable y en alguna medida puede haberse reforzado por la posición que públicamente adoptaron tanto ella como el expresidente, sino también de parte de los simpatizantes de Schiaretti e incluso de Bregman.

Varios sondeos así lo confirman. Uno de los más detallados es el de Opinaia de estos primeros días de noviembre: en él se registra que entre los votantes de JxC la mencionada proporción a favor de Milei es de 75 contra 19%, entre los de Schiaretti es todavía de 57 contra 36%, e incluso en el caso de Bregman es 39 contra 34% (considerando tanto a los que “seguro” se inclinarán por uno u otro candidato, como a quienes “probablemente lo hagan”, para más detalle ver el cuadro a continuación).

Encuesta de Opinaia: entre los votantes de JxC la proporción a favor de Milei es de 75 contra 19%, entre los de Schiaretti es todavía de 57 contra 36%, e incluso en el caso de Bregman es 39 contra 34%. (Foto: captura Opinaia)

CB Consultora tiene otros datos, pero son globalmente confirmatorios de este escenario. Que estaría indicando, ante todo, que para los votantes en disputa es más fuerte la afinidad o rechazo oficialismo/oposición que toda otra diferencia, sea ideológica, regional o de algún otro tipo. De otro modo no se podría entender que alguien que en primera vuelta apoyó a Bregman ahora se proponga votar a LLA. O por qué tantos cordobeses se sienten antes cordobeses que peronistas, por más que hayan votado a Schiaretti en octubre y tengan gobernador e intendentes peronistas que son de su agrado.

Según CB Consultora, para los votantes en disputa es más fuerte la afinidad o rechazo oficialismo/oposición que toda otra diferencia, sea ideológica, regional o de algún otro tipo. (Foto: Captura CB Consultora)

Dadas así las cosas, Massa puede aún depositar esperanzas en que el miedo siga haciendo su trabajo. Y para ayudarlo es predecible que intente sacar de sus casillas a Milei en el debate del domingo próximo. De modo de demostrar que de un lado hay un “malo conocido”, que podría no ser tan malo en comparación con el “bueno por conocer”, que no tendría nada en verdad demasiado bueno en su haber.

La otra carta que podría jugar Massa, y esta supondría correr más riesgos en relación con el resto del peronismo, sería romper la superficial paz imperante en la complicada interna de esa fuerza y adelantar decisiones que vayan en ruptura con lo que Cristina consideraría aceptable. Por ejemplo, en materia económica, aunque también vendría bien que lo hiciera en el terreno institucional y en las relaciones exteriores: alguna definición suya sobre el juicio político contra la Corte Suprema se estuvo reclamando justamente en los últimos días, hasta ahora sin éxito; también se le reclamó que adelante el nombre de quien sería su ministro de economía, como para señalizar que no pretenderá seguir sumando parches a los miles que ya él mismo agregó a un modelo económico a todas luces agotado.

El problema es que cualquier cosa que intente en este sentido podría abrir conflictos donde, de momento al menos, no los hay, sin generar más simpatías donde las necesita, entre los votantes dubitativos y no peronistas. Tal vez si hubiera abierto esa vía antes, ahora profundizarla sería más factible y convincente, y podría decirle además a los kirchneristas de paladar negro que “quien avisa no es traidor”. Pero el tiempo para eso ya pasó.

Por de pronto, lo único que Massa atinó a hacer fue repetir la fórmula utilizada por Alberto Fernández en 2019: “Si gano el presidente voy a ser yo, Cristina no va a influir”. No parece que pueda ser suficiente, menos viniendo de alguien que ha hecho aún menos esfuerzos de los que había hecho entonces Alberto para ser confiable: conviene siempre tener presente la lógica que ordena la actual competencia, y es que el cinismo de Massa es el precio que pagamos por el fanatismo de Milei, y viceversa. Finalmente de lo que se trata, para la gran mayoría, es de elegir lo que nos desagrade menos de esos dos términos, no hay mucho más misterio.