viernes, marzo 29

Miedo y COVID19

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Por Milagros Sanz Berger.

Desde tiempos inmemoriales, el sentimiento más natural y puro del hombre fue el del miedo. Miedo a la muerte, miedo a envejecer, miedo al fuego. Sobre este último, una vez que el hombre reconoció que el fuego era peligroso y logró controlarlo, ese sentimiento de temor desapareció abriéndole la puerta para su uso y sacarle provecho.

Hoy en día surgió un nuevo miedo, el del COVID-19. Ese miedo a un virus, a algo que no podemos ver, pero que está: Ya sea en un estornudo, un abrazo o hasta en un paquete de galletitas. Siendo una amenaza  que nos lleva a encerrarnos en nuestras casas por miedo a enfermarnos o a ser potenciales enfermos, “enfermos to-be.”

Qué mejor para el Estado que gobernar a una sociedad temerosa, o peor y más peligroso aún, ellos mismos instaurar el miedo en la sociedad para poder gobernar una sociedad vulnerable, tomando decisiones irrazonables fundamentándose en “emergencia sanitaria”.  Durante estas semanas de confinamiento, el Estado compró alimentos al por mayor por precios mucho más elevados de los que el propio gobierno había fijado como precio máximo, además de haber comprado también barbijos con sobreprecio. Decisiones cuestionables, basadas en este “estado de necesidad”, haciendo creer que son las correctas, ya que: el miedo latente en la sociedad lo justifica.

El sistema democrático argentino reconoce tres poderes fundamentales: el ejecutivo, el legislativo y el judicial. Los cuales son ejercidos de manera autónoma e independientes entre sí para generar equilibrio.

En tiempos de COVID-19  en Argentina este equilibrio pareciera que perdió el foco. Se puede ver una retracción de poderes y un total avasallamiento del Ejecutivo sobre los demás.

El poder Judicial, se encuentra en feria, salvo para temas puntuales y urgentes (como la excarcelación de Boudou).

El poder Legislativo se encuentra estancado, el presidente en una oportunidad dijo que “…el Congreso está cerrado porque sesionar sería un problema, sería poner a más de 200 personas en un recinto, que es lo que recomendamos que no se haga, y aparte es relativo eso de que no funciona”

Por último, el Poder Ejecutivo. Tomó la posta y pasó a realizar todas las decisiones mediante decretos, fundamentándose otra vez, en esta “emergencia sanitaria”.

Las noticias día a día nos generan esta sensación de miedo por el COVID-19, acarreando angustia y depresión. Esto nos lleva a aislarnos y sentir motivación únicamente para ver Netflix o más noticias (cuyo único tema es la pandemia).  De modo tal, nos encerramos frente a una pantalla la cual nos impide pensar, aumenta nuestra dosis de miedo, y nos limita a cuestionar las decisiones del Estado.

Volviendo al ejemplo del fuego, el hombre pudo perderle el miedo al fuego, controlarlo y así sacarle provecho.

Hagamos lo mismo con el COVID-19.