viernes, marzo 29

Mitos y verdades de las inversiones chinas en Argentina

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Los intereses estratégicos de competidores estadounidenses y europeos han instalado una serie de prejuicios que la opacidad en la comunicación de Pekín fortalece. Empresas estatales y privadas: el largo plazo y los riesgos Según informó Gaceta Mercantil, las inversiones chinas en Argentina son motivo de permanente controversia, lo mismo que las rusas. Cargadas de ideologismo, las críticas van desde la mala calidad de sus productos a las razones geopolíticas porque ambas potencias buscan ganar espacio en América latina, en general, y en Argentina en particular en medio de su disputa global con Estados Unidos.

El gobierno de Alberto Fernández viene haciendo equilibrio entre la vacuna rusa y la de AStraZeneca, o entre el “swap” con China y el Fondo Monetario, donde el voto de Washington es crucial para conseguir el indispensable acuerdo que libere dólares en los próximos años para tratar de ordenar la hecatombre macroeconómica en la que el país está sumido, primero por el último tramo de la presidencia de Mauricio Macri y ahora por la pandemia de coronavirus.

Tratando de bucear en la verdadera dimensión de la presencia de China en la economía local, un obstáculo ha sido la tradicional opacidad en la comunicación de las autoridades de Pekín, que ha impedido que pudiéramos contar con fuentes “on the récord” para esta nota. Las dos fuentes oficiales consultadas aceptaron hablar manteniendo el anonimato, lo que para una sociedad occidental con fuentes abiertas es sin duda un costo: todos los prejuicios toman cuerpo si los funcionarios no están dispuestos, por las razones que sean, a dar la cara. Los datos oficiales en China, además, son difíciles de recabar, lo que aumenta la desconfianza, como se vio con lo ocurrido con la pandemia. Los chinos son la segunda potencia mundial en el plano económico pero seguramente figuren en los últimos lugares en un ranking de relaciones públicas.

Dejaremos para otra nota la intervención de las empresas del gigante asiático en la intermediación en la venta de granos dada su importancia y especificidad. Y nos concentraremos ahora en el sector de la energía.

En el último tiempo volvió a hablarse en los medios locales del proyecto de construcción de la cuarta central nuclear en el país, sobre la que se especula hace décadas. Y la oferta china volvió a la palestra. Pekín busca vender un reactor PWR de uranio enriquecido y agua liviana que demandaría una inversión de 7.800 millones de dólares y, luego de seis años de construcción, aportaría a la red unos 1000 MW.

En primer lugar, la propuesta data de hace más de diez años y siempre, y vuelven a hacerlo ahora, los “antichinos” en el sector han planteado que se trata de una enorme inversión para una tecnología de la cual el país terminaría siendo esclavo, dependiendo de insumos críticos. Desde el ministerio chino del ramo responden que han logrado construir y manejar centrales nucleares con distintos orígenes tecnológicos, lo que les permite adaptarse a las necesidades de cada país. De hecho, tienen como socios estratégicos a la francesa Alstom, a la estadounidense GE y a la alemana Siemens. Experiencia no les falta con tres mil proyectos de ingeniería en 112 países, terminados y en ejecución.

No obstante, tras el accidente en Fukuyima, Japón, en 2014, la velocidad de construcción de centrales nucleares en territorio chino se ralentizó. Consultadas fuentes de la secretaría de Energía, dijeron que las versiones que dan como cercano un acuerdo no tienen asidero. “Tiene que ver con otra cosa, con recordar el miedo que hay que tenerle a cualquier cosa que venga de China. Es una operación”, estimaron.

Un proyecto importante para la potencia asiática es la construcción de la represa de Portezuelo del Viento sobre el río Grande, en Mendoza, principal afluente del Río Colorado. Aquí hace falta alinear a varios actores: los gobiernos de Mendoza, La Pampa, Neuquén, Río Negro y Buenos Aires, por lo pronto, que integran el Comité Interjurisdiccional del Rio Colorado (COIRCO). La única fuente que aceptó hablar, el ingeniero Tu Shuiping, presidente de Powerchina en Argentina y responsable de Marketing en Powerchina Americas, la obra de ingeniería cuyo costo será de 1.023 millones de dólares, debe pasar los filtros políticos pero las gestiones están “bien encaminadas”. De hecho, destaca, el Gobierno nacional acaba de pagarle a la provincia cuyana la quinta cuota del resarcimiento por la discriminación sufrida frente a la promoción industrial del menemato, que benefició ilegalmente a las provincias vecinas. En las próximas semanas habría novedades porque el gobernador Rodolfo Suarez tiene casi listo el estudio de impacto ambiental que le reclamó su par pampeano, Sergio Ziliotto, para poder avanzar.

No obstante, el gobierno mendocino, con el evidente objetivo de apurar una definición, ha advertido que si no recibe la autorización nacional para llevar adelante la licitación podría invertir aquella suma en otras obras, como es el caso de la represa El Baqueano, que por si acaso fue incorporada al presupuesto provincial.

Actualmente Powerchina, una empresa 100% estatal y la segunda entre las 150 mejores del mundo en diseño de ingeniería, participa en el país en el desarrollo de cinco parques eólicos con 355 MW totales y cuatro solares de 412,6 MW, todos en ejecución y con una inversión total de 1000 millones de dólares. En todos los casos la empresa china se ha hecho cargo del capital de trabajo, enfrentando incluso flujos de caja negativos, apunta el jefe de la filial local, que según como sean los contratos, entrega las instalaciones “llave en mano” y, a veces, se queda con el mantenimiento durante un tiempo. Como contratista, la compañía trabaja para otras empresas chinas (Goldwind) o de otros países.

La mirada estratégica del gobierno de Xi Jinping se fija en los negocios, en el marco general de la “Nueva ruta de la seda”, desplegada en decenas de países con mucho conflicto con Estados Unidos en medio de la guerra comercial desatada por Donald Trump desde 2016. “La clave está en el desempeño de la economía de las naciones”, advirtió una fuente oficial en Buenos Aires. “Si no se han cerrado más negocios en Argentina es por su inestabilidad económica, no por prejuicios u otras cuestiones ajenas”, asegura el interlocutor.

Lo mismo se escucha decir a los diplomáticos rusos, que ven más problemas en la imprevisibilidad de los últimos años que en el foco que pueda poner Washington aquí por el presunto avance de sus contendientes globales.

“Tenemos la misma mirada sobre los negocios que puede tener Petrobras, Enel, Total o Repsol en el país, todas quieren ganar plata y nosotros igual. A todas les preocupa la economía, por lo cual es muy difícil invertir si eso no va a ocurrir. Pero todas las empresas miran el largo plazo y si no están seguras, siguen viendo oportunidades de inversión sin arriesgar, así funciona”, explicó Tu, quien asegura que mientras no define inversiones Pekín les dice a las empresas chinas: “Es a tu riesgo”. Y después, si se pierde plata “es grave”, admite el ejecutivo.