Quedate en casa y seguí las celebraciones en nuestras redes sociales
Escuchá y rezá, a través de este audio, el tercer día de la novena.
Oración para todos los días
1. Acto de Contrición
Dulce
Jesús mío y mi crucificado Señor, indigno de ponerme delante de tus
ojos, me postro avergonzado a tus pies, confesando la multitud de mis
culpas, con íntimo dolor de mi alma por haberte ofendido.
Herido vengo, médico divino, a buscar mi remedio en tu benigna misericordia, y te propongo con todo mi corazón la enmienda.
Dulce
amor mío eres sobre todas las cosas, ten piedad de mí; acuérdate,
Señor, que tu amor por mí, te puso en esa Cruz y no te acuerdes que yo,
como ingrato y desconocido, me olvidé de tu paternal amor.
Si a Ti, que eres mi Padre, no vuelvo los ojos, ¿quién otro se compadecerá de mí? ¡Señor Jesús cómo te ofendí!
¡Quién
de dolor muriera a tus pies, pues amándome tanto me atreví a ofender a
un Dios tan bueno, tan santo y tan amable! Pequé, Padre mío, contra el
cielo y contra Ti, ten misericordia de mí.
AMÉN.
2. Oración preparatoria para todos los días
María
Purísima del Milagro, con tierno amor te inclinaste a pedir a tu
Soberano Hijo, cuando enojado por nuestras culpas, quiso destruir la
ciudad de Salta con aquellos espantosos terremotos.
Tú, cual otra
hermosa Ester, puesta delante del Supremo Rey de los Cielos, mudando de
colores, pediste por la libertad de este pueblo. Concédeme, Madre mía
del Milagro, que de tal suerte cambie mi vida, que si hasta aquí he
caminado por los caminos de mi perdición olvidado de mi Dios y Señor, de
hoy en adelante sólo reine en mi corazón tu maternal amor.
Y que
corresponda yo, amante y agradecido, a las obligaciones de hijo de tal
Madre. No permitas, Madre mía, que se vea malograda en mí tu poderosa
intercesión que todo lo puede conseguir, si no apartas tus purísimos
ojos de este miserable pecador.
Concédeme lo que te pido en esta novena, si es para mayor honra y gloria tuya, y bien de mi alma.
AMÉN.
(Se rezan tres Avemarías en honor a la Pura y Limpia Concepción del Milagro).
Día Tercero
Se rezan tres Avemarías en honor a la Pura y Limpia Concepción del Milagro.
Romanos 13, 8-14 / Evangelio según san Lucas 7, 36-50 / 1ª Carta del apóstol san Juan 3, 1-11 Novena – Día 3
¡Jesús
Redentor mío! Te doy gracias de que no hayas permitido que muriese
cuando estaba en desgracia. ¡Cuántos años seguidos merecía estar
sepultado en el abismo del infierno! Si hubieses muerto tal día, aquella
noche, ¿qué hubiera sido de mí por toda una eternidad? Señor, te doy
gracias mil veces por este beneficio.
Acepto la muerte en
reparación de mis pecados; la acepto como Tú quieras mandármela; ya que
me has esperado hasta ahora, retárdala un poco más: Dios mío, déjame
pues, que llore mi dolor. Dame tiempo para llorar las ofensas de que me
hice culpable a tus ojos, antes de que llegue el día en que has de
juzgarme. No quiero resistirme ya por más tiempo a tu voz. ¡Quién sabe
si las palabras que acabo de oír son el último llamado que me haces
escuchar!
Confieso que soy indigno de misericordia. Tantas veces
me has perdonado y yo, ingrato, te he ofendido de nuevo. Tú no
desprecias el corazón contrito y humillado (Sal 50, 19b). Señor, ya que
no desechas un corazón que se arrepiente y se humilla, mira aquí a un
pecador que vuelve a Ti, herido por el arrepentimiento. No me arrojes
lejos de tu presencia (Sal 50, 13). Por piedad, no me arrojes de tu
presencia. Tú mismo dijiste: Al que venga a mí, yo no lo rechazaré (Jn
6, 37b). Verdad es que más que nadie te he ofendido, porque más que a
nadie me has favorecido con tus luces y tus gracias.
La sangre
que por mí has derramado, me da aliento, y me hace esperar el perdón, si
verdaderamente me arrepiento. Sí, mi Soberano Bien, yo me arrepiento
con toda mi alma de haberte despreciado.
Perdóname, y concédeme
la gracia de amarte en adelante. Harto estoy ya de haberte ofendido. El
tiempo que me queda por vivir, dulce Jesús mío, no quiero emplearlo más
en ofenderte; si no llorar amargamente por los disgustos que he podido
darte.
Amarte quiero con toda la fuerza de mi alma. ¡Dios, mereces un amor infinito! ¡María, mi esperanza, ruega a Jesús por mí!
Dulcísimo
Señor del Milagro, perdona mis pecados, y libra, por tu misericordia, a
la ciudad de Salta y a tus devotos de todo castigo. Concédenos esta
gracia, por intercesión de nuestra Protectora, tu dulcísima Madre, la
Inmaculada Virgen del Milagro.
AMÉN.
ATRIBUTOS DE MARÍA
ESTRELLA
Purísima
Virgen del Milagro, María, Madre admirable, milagro de la gracia, el
tercer atributo que simboliza tu original pureza es la Estrella de
Jacob.
Eres Estrella resplandeciente que en la oscura noche de esta vida, alumbras con tus luces a los que perdidos caminan.
Ves,
piadosísima Reina y Estrella de pecadores, el camino que llevan mis
pasos; actúa con tus benignas influencias, para que camine, seguro por
el sendero verdadero que conduce a la gloria, que es el de la cruz y
mortificación, y así, viviendo crucificado al mundo y a mis pasiones,
merezca por tu intercesión ser estrella resplandeciente en la gloria.
AMÉN.
3. Oración a la Virgen del Milagro
Soberana
Emperatriz de los cielos y la tierra, dulcísima Madre de pecadores,
Madre del Milagro, en esta, tu elegida ciudad, en la cual muestras tu
amor, mírame con semblante risueño. Aunque pecador y desagradecido, soy
hijo tuyo, y te venero y amo como a Madre amorosa y admirable.
Creo
que si en mí empleas tus purísimos ojos, no me ha de desamparar mi
Señor Jesucristo; porque a los que Tú tienes bajo tu patrocinio, Él les
muestra especial amparo.
Te imploro, Madre mía del Milagro, que no desprecies mis ruegos.
Si
cuando no te busqué como pecador, Tú solicitabas mi amistad porque
deseabas mi salvación, ¿cómo ahora, que con tanta ansia te busco, me has
de negar tu amparo, tu patrocinio y favor?. Merezca yo tu poderoso
brazo, ahora que arrodillado te pido me lleves de la mano a tu amado
Hijo crucificado, para que, viendo mi dolor y arrepentimiento de mis
culpas y pecados, que deseo sean mayores que los que han tenido los más
penitentes Santos del mundo, me atraiga a Él y me dé a beber de aquella
Sangre de su amoroso costado, que es todo el precio de nuestra
redención, y viva sólo en Él, huyendo del mundo y de mi mismo.
AMÉN.
(Se reza un Credo a Cristo Crucificado).
4. Oración al Señor del Milagro
Amantísimo
Jesús mío, hermosura eterna de la gloria, Tú eres mi Dios crucificado y
todo mi bien. Justo Juez y piadoso Padre, no contento tu amor con haber
bajado del cielo a la tierra a buscar al pecador; haber derramado tu
sangre en el altar de la Cruz y haber instituido el Sacramento
Eucarístico de tu Cuerpo y Sangre en la Santa Misa, quisiste venir en tu
milagrosa imagen a esta ciudad de Salta, a buscar como Pastor Divino a
la oveja perdida.
Cuando más olvidada andaba de tu singular amor,
hiciste estremecer la tierra con espantosos terremotos, y revelaste a
tu siervo que no cesarían hasta que te sacasen por las calles. Te
suplico, mi Dios crucificado, por tu mansedumbre sosiegues la inquietud
de mi espíritu, para que pueda corresponder agradecido, buscándote sólo a
Ti, descanso de mi alma y mi único bien.
Si por haberte ofendido
temblase mi alma de llegarse a Ti, dale voces desde esa Cruz,
diciéndole: «Mira, hijo mío, cuánto sufro por tu amor, y tú, ¿qué es lo
que haces por Mí, sino solo ofenderme?
Ven a mis brazos, que Yo
clamaré a mi Eterno Padre diciendo: “Padre, perdona a este hijo ingrato,
que no ha sabido lo que ha hecho al haber despreciado a su Dios y
Redentor» Si todavía tu amor retira de mí los ojos de su piedad por mi
ignorancia e ingratitud, mira a tu Madre, María Santísima del Milagro,
mi Protectora, por cuyos méritos y piadosa intercesión, espero se
calmarán tus enojos, y me darás la gracia para que pueda servirte en
esta vida y alabarte en la eterna.
AMÉN.
5. Doce Estrellas del Cielo de María
I. Dios te salve, Madre Reina de los Cielos, esperanza nuestra, refugio y consuelo.
II. Virgen del Milagro, gloria de este pueblo, en quien siempre halla todo su remedio.
III. Si son nuestras culpas muchas en extremo tus misericordias son más con exceso.
IV. Ya el castigo estaba sobre nuestros yerros, más lo detuvieron tus piadosos ruegos.
V. Al pie del sagrario allí intercediendo, al perdón pediste de nuestros excesos.
VI. Mudando colores tu semblante bello a entender nos dio tu pena y consuelo.
VII. Empeñabas estabas y echaste Tú el resto, para que el castigo no tuviese efecto.
VIII. «Perdona –decías mi Dios a este pueblo, si no la corona de Reina aquí dejo.
IX. «Yo por fiadora salgo es este empeño, y a mi cuenta corre no más ofenderlo»
X. Confundirte quiso el dragón soberbio, pero con tu planta le quebraste el cuello.
XI. Haz, Madre y Señora, que todos logremos el fruto, después de este destierro.
XII. En esta novena que humilde hacemos, nuestra petición por tu amor logremos.