jueves, abril 25

Nuevo escenario: el dato de inflación de esta tarde obligará a Massa a tomar medidas urgentes

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El IPC de agosto confirmará que la dinámica de los precios luce más grave de lo previsto. El arranque de septiembre es desalentador

Nuevo escenario: el dato de inflación de esta tarde obligará a Massa a tomar medidas urgentes

Hoy a las cuatro de la tarde, cuando el INDEC divulgue el IPC de agosto, quedará confirmado que la dinámica inflacionaria subió un escalón más y ya viaja con una base del 6% al 6,5% mensual. Un nivel inviable para la economía.

Por donde se mire, semejante número de inflación luce pernicioso: impide que haya crecimiento de la actividad económica. O que se expanda el consumo, ya que los salarios nunca podrán ganarle a la escalada de los precios. También refuerza la idea de que en algún momento sobrevendrá una devaluación abrupta -resulta muy complicado que el crawling peg pueda ajustarse y ser exitoso con semejante proceso-, lo que, a su vez, agravaría el escenario inflacionario.

Para peor, el comienzo de septiembre luce preocupante, lo que refuerza la idea de que la Argentina entró en una nueva fase inflacionaria.

El monitoreo cotidiano que realizan los funcionarios del Banco Central y de Economía sobre la evolución de los precios coincide con algunas consultoras. LCG, por caso, midió que la inflación de la primera semana de este mes fue del 2,7%. Y la inflación de los alimentos en las últimas cuatro semanas -según LCG- trepó al 8,3%. Nada menos.

Todas las consultoras económicas están en sintonía con esa dinámica tan preocupante: el último REM del Banco Central -divulgado el viernes a última hora- prevé una inflación del 95% este año. Una evaluación que se estira al 99,4% si sólo se toman en cuenta a los economistas que más acertaron en este 2022.

No hay forma de que la política y el clima social puedan evitar el impacto de esta situación.

Distintos monitoreos dan cuenta de que los precios siguen subiendo con fuerza.

Distintos monitoreos dan cuenta de que los precios siguen subiendo con fuerza.

Los desafíos y las medidas de Massa

Apenas se formalice el dato con la inflación de agosto, Sergio Massa y Miguel Pesce saldrán con medidas. El Gobierno necesita urgente que el índice mensual baje lo más cerca del 5% posible.

Ese fue el objetivo que el ministro se había propuesto apenas asumió, a comienzos de agosto. Sin embargo, los primeros registros de septiembre desarman esa ambición. Las principales consultoras prevén que la inflación volverá a situarse con una base del 6%.

Por eso mismo, el Banco Central volverá a ajustar las tasas de interés, muy probablemente este mismo jueves. La idea de Massa es asegurarse una tasa real positiva (que le gane a la inflación), que fue el compromiso asumido con el FMI.

Además, la actual coyuntura requiere que ningún sector saque provecho del mercado en pesos para intentar dolarizarse. Todos los circuitos que llevan al dólar «barato» deben quedar clausurados.

Un freno al consumo

Claro está que la situación que configurarán la inflación alta y el alza de las tasas de interés redundará en un enfriamiento de la actividad económica. En especial del consumo. Algo que ya se está evidenciando.

De eso dio cuenta, por ejemplo, la consultora Scanntech -que mide la evolución del consumo masivo en todo el país- y que informó una aceleración en la caída en las ventas de los autoservicios «chinos» y en los almacenes de barrio.

El consumo, resentido por la prolongada crisis inflacionaria.

El consumo, resentido por la prolongada crisis inflacionaria.

El consumo de productos de la canasta básica cayó 7,3% durante agosto en relación al mismo mes del año pasado. Si bien las ventas de los autoservicios y almacenes de barrio ya venían golpeadas -por el corrimiento de los consumidores hacia las grandes cadenas de supermercados en medio de la aceleración inflacionaria-, se trata de la mayor caída en lo que va del año.

Siempre de acuerdo a las mediciones de Scanntech -una consultora especializada en el consumo masivo en comercios de todo el país-, la inflación de los alimentos fue del 10% el mes pasado. Y ya acumula 56,2% en los primeros ocho meses del año.

El crédito será (todavía) más caro

Así como la suba de los precios golpea inevitablemente el consumo masivo, lo mismo sucede con el encarecimiento del crédito.

El financiamiento, que venía corriendo por detrás de la inflación en los últimos años, ahora cambió dramáticamente su trayectoria.

Se encarecieron los créditos personales y hasta el «Ahora 12», el programa promocional lanzado durante la era kirchnerista, que ayudó a las ventas de electrodomésticos, ropa, calzado y hasta de motos de industria nacional. Ese incentivo se acabó, rezongan ahora en las cadenas y comercios habituados a la inyección oficial.

Para tener una idea del nuevo escenario: si el consumidor sólo paga el mínimo de la tarjeta y patea para adelante el resto, esa deuda crecerá con un costo del 125% anual. Ese es el costo financiero total. Hay que tener en cuenta que se trata de una variable regulada por el Banco Central, y que supo estar mucho más baja durante la época de la pandemia.

Pesos

Preocupante: deterioro de los ingresos y crédito costoso complican el panorama económico.

En 2020, por caso, la tasa que cobraban las administradoras estaba en torno al 50% interanual. En ese momento, la inflación había retrocedido al 40% y los salarios se actualizaban en ese rango.

Ahora, es casi imposible que los sueldos crezcan al 125% anual, para ponerse en equivalencia con el costo que cobran las tarjetas si solamente se abona el mínimo y se patea el resto.

¿Bono para compensar a los asalariados?

Una de las cuestiones que el ministro pondrá sobre la mesa en las próximas jornadas es si habrá un bono por única vez para los asalariados.

Massa quiere evitar una reapertura generalizada de las paritarias, que pongan en jaque a la de por sí complicada aceleración inflacionaria.

La CGT se vino oponiendo a esa posibilidad -los jefes sindicales prefieren tener el mando sobre las paritarias-, pero desde el kirchnerismo presionan a Massa para que la compensación a los trabajadores sea urgente.

La posibilidad que se barajó hace algunas semanas hablaba de un bono de $30.000. Las Pymes quedarían al margen de la obligación. O tendrían la posibilidad de abonar esa suma en cuotas.

Está claro que ese bono sólo tendría la finalidad de apaciguar el malhumor social y evitar una mayor caída de la actividad económica.

Pero nada que fuera a solucionar de raíz el drama de la inflación. Para mostrar el camino, Massa está convencido de que es necesario juntar dólares en las reservas del Banco Central. Y apuesta a una mejora en las expectativas en base a la estabilidad cambiaria. Al menos, como remedio eficaz a corto y mediano plazo.

f:Iprofesional