martes, abril 16

Para el papa Francisco, el derecho a la propiedad privada no es absoluto

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El Papa recordó que la tradición cristiana nunca reconoció como absoluto ni intocable el derecho a la propiedad privada Durante la inauguración de una conferencia internacional virtual de los Comités Panamericano y Panafricano de Juezas y Jueces por los Derechos Sociales y la Doctrina Franciscana, el papa Francisco recordó este lunes que, para la doctrina social de la Iglesia, el derecho a la propiedad privada no es absoluto ni intocable, sino que tiene una función social.

“Cuando resolviendo en el derecho, damos a los pobres las cosas indispensables, no les damos nuestras cosas, ni la de terceros, sino que les devolvemos lo que es suyo. Hemos perdido muchas veces esta idea de devolver lo que les pertenece”, dijo, en un videomensaje divulgado por el Vaticano.

Construyamos la nueva justicia social asumiendo que la tradición cristiana nunca reconoció como absoluto e intocable el derecho a la propiedad privada y subrayó siempre la función social de cualquiera de sus formas“, agregó.

“El derecho de propiedad es un derecho natural secundario derivado del derecho que tienen todos, nacido del destino universal de los bienes creados. No hay justicia social que pueda cimentarse en la inequidad, que supone la concentración de la riqueza”, subrayó, al inaugurar una conferencia virtual sobre “La construcción de la nueva justicia social; hacia la plena vigencia de los derechos fundamentales de las personas en condiciones de vulnerabilidad”.

El Papa reflexionó además sobre las cinco bases sobre las que para él debería construirse la justicia social, la primera siendo la realidad: “Las ideas sobre las que seguramente ustedes trabajarán, no debieran perder de vista el angustiante cuadro en el que una pequeña parte de la humanidad vive en la opulencia, mientras que a una cantidad cada vez más numerosa le es desconocida dignidad y son ignorados o violados sus derechos más elementales. No podemos pensar desconectados de la realidad. Y esta es una realidad que deben tener presente”, indicó.

La segunda remite a las formas en que se gesta la justicia: “Pienso en una obra colectiva, en una obra de conjunto, en donde todos y todas las personas bienintencionadas desafían la utopía y asumen que, así como el bien y el amor, lo justo es una tarea que ha de conquistarse todos los días, porque el desbalance es una tentación de cada minuto. Por eso cada día es una conquista”, explicó.

La tercera es la actitud de compromiso, siguiendo la senda del Buen Samaritano, la cuarta la idea de “la historia como eje conductor” y la quinta, al pueblo: “Es muy difícil poder construir la justicia social sin basarnos en el pueblo. O sea, la historia nos lleva al pueblo, los pueblos. Será una tarea mucho más fácil si incorporamos el deseo gratuito, puro y simple de querer ser pueblo, sin pretender ser elite ilustrada, sino pueblo, siendo constantes e incansables en la labor de incluir, integrar y levantar al caído. El pueblo es la quinta base para construir la justicia social. Y, desde el Evangelio, lo que a nosotros creyentes Dios nos pide es ser pueblo de Dios, no elite de Dios. Porque los que van por el camino de la ‘elite de Dios’, terminan en los tan consabidos clericalismos elitistas que, por ahí, trabajan para el pueblo, pero nada con el pueblo, sin sentirse pueblo”, advirtió.

Recordó luego la importancia de ser solidarios y justos. “Solidarios al luchar contra las causas estructurales de la pobreza, la desigualdad, la falta de trabajo, de tierra y de vivienda. Techo, tierra y trabajo, las tres “T” que nos ungen dignos”, destacó. “Luchando, en suma, contra quienes niegan los derechos sociales y laborales. Luchando contra esa cultura que lleva a usar a los demás, a esclavizar a los demás, y termina en quitar la dignidad de los demás. No olviden que la solidaridad, entendida en su sentido más hondo, es un modo de hacer historia”, exhortó.