jueves, marzo 28

“Para mostrárselos a algunos amigos”:el increíble robo de los dientes deManuelBelgrano

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nota extraída de TN por Ricardo Canaletti

Fue una de las inmoralidades inolvidables de la historia argentina. La protagonizaron un ministro y un militar de la segunda presidencia de Julio A. Roca. No hubo denuncias, pero la divulgación del hecho en la prensa de la época permitió recuperar las piezas.

La fuerza del agravio estuvo en el sigilo del hurto. Fue rápido y perpetrado en un momento impreciso. Hombres encorvados y voraces como profanadores de tumbas. Fueron acciones contundentes e irrebatibles, oscuras y alevosas, retorcidas e indecentes, imagen de un país que se come a sus padres y vomita a sus hijos. El relato es corto, la crónica sencilla y escueta y dirá así por toda la eternidad: “Dos `ministros de la Nación` profanaron los restos del general Manuel Belgrano y se robaron sus dientes”.

Esto es todo y satura hasta al más retorcido. Así empieza y así termina. Uno de los irreverentes era político, varias veces ministro, creador de la Universidad de La Plata y muchas escuelas llevan su nombre. El apellido del otro blasfemo designa actualmente la autopista que une Buenos Aires con el aeropuerto de Ezeiza; era un militar que tuvo muchos cargos, ascensos y medallas pero ninguno de estos hitos los obtuvo en un campo de batalla. Eso sí, se lo recuerda como el impulsor del servicio militar obligatorio (“la colimba”). Hay cosas de las que no se vuelve, por más prosapia que se tenga.

Inauguración del mausoleo de Belgrano en 1903, en la iglesia de Santo Domingo.
Inauguración del mausoleo de Belgrano en 1903, en la iglesia de Santo Domingo.

Con el tiempo, lo que había sido un hurto desfachatado se convirtió para la prensa complaciente con cualquiera que detentara el mando, en un “misterioso robo”. De misterio no tuvo nada. Es extraña esta voltereta periodística porque fueron periodistas los que denunciaron este ultraje, acaso de una generación menos lameculos de las autoridad.

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Manuel Belgrano, mucho más que el creador de la bandera

Manuel Belgrano puso plata de su bolsillo durante las guerras de la independencia, y, encima, el gobierno no le pagaba el sueldo. No tenía un peso cuando enfermó y por eso debió empeñar el reloj de oro que le regalara el rey de Inglaterra Jorge III. Era un hombre de cincuenta años al morir, el 20 de junio de 1820, cargando sobre sus espaldas décadas de luchas políticas y militares.

Más de ochenta años después de su muerte, se decidió exhumar sus restos y llevarlos desde su sepultura original en el atrio del convento de Santo Domingo a una urna que se colocaría dentro del mausoleo. ¿Por qué había sido enterrado allí? Belgrano perteneció a la Orden Tercera de Santo Domingo, que es la rama laica de la Orden de Predicadores fundada en el siglo XIII por el santo.

Pablo Ricchieri, ministro de Guerra,
Pablo Ricchieri, ministro de Guerra,

La decisión del presidente Julio A. Roca, ya en su segunda presidencia, fue exhumar los restos para depositarlos en el monumento que iba a construir el escultor italiano Ettore Ximenez. Se ubicaría en la esquina de la avenida Belgrano y la calle Defensa. Roca formó una comisión para custodiar los restos, formada por Joaquín V. González, que era ministro del Interior; Pablo Riccheri, ministro de Guerra; Marcial V. Quiroga, inspector de sanidad del Ejército; Julián Massot, jefe de sanidad de la Armada; y Carlos Malbrán, presidente del departamento nacional de Higiene. Algunos de los integrantes de esta comisión terminarían protagonizando una de las inmoralidades inolvidables de la historia argentina.

La exhumación de los restos de Belgrano

La exhumación se produjo el 4 de setiembre de 1902 a las dos de la tarde. Estaba, además, el prior del convento de Santo Domingo, fray Modesto Beccó; los descendientes del general, Carlos Vega Belgrano y el subteniente Manuel Belgrano. Quien dio constancia de todos los procedimientos fue el escribano mayor de gobierno, Enrique Garrido.

Joaquín V., González, uno de los ministros que reconoció que se llevó  dientes de Belgrano.
Joaquín V., González, uno de los ministros que reconoció que se llevó dientes de Belgrano.

Lo primero que llamó la atención fue que de entrada no se se hallaron vestigios del ataúd, hasta que finalmente se descubrieron algunos trozos. También aparecieron pocos huesos y los dientes. Los ministros Riccheri y González inspeccionaron las piezas encontradas. Luego los restos fueron colocados en una bandeja de plata que sostuvo el prior de Santo Domingo. Se depositaron en una urna de bronce que se colocó provisoriamente en el atrio mayor de la iglesia hasta que estuviera terminado el mausoleo.

Al día siguiente, la crónica del diario La Prensa decía: “Llama la atención que el escribano del Gobierno de la Nación no haya precisado en este documento los huesos que fueron encontrados en el sepulcro; pero no es esta la mayor irregularidad que es permitido observar en este acto, que ha debido ser hecho con la mayor solemnidad, para honrar al héroe más puro e indiscutible de la época de nuestra emancipación, y también es necesario decirlo, para honrar nuestro estado actual de cultura. Entre los restos del glorioso Belgrano que no habían sido trasformados en polvo por la acción del tiempo, se encontraron varios dientes en buen estado de conservación, y admírese el público ¡esos despojos sagrados se los repartieron buena, criollamente, el ministro del Interior y el ministro de la Guerra! Ese despojo hecho por los dos funcionarios nacionales que nombramos, debe ser reparado inmediatamente, porque esos restos forman una herencia que debe vigilar severamente la gratitud nacional; no son del gobierno sino del pueblo entero de la República, y ningún funcionario, por más elevado o irresponsable que se crea, puede profanarla. Que devuelvan esos dientes al patriota que menos comió en su gloriosa vida con los dineros de la Nación y que el escribano labre un acta con el detalle que todos deseamos y que debe tener todo documento histórico”.

El prior de Santo Domingo lleva en  una bandeja de plata los restos del prócer Manuel Belgrano.
El prior de Santo Domingo lleva en una bandeja de plata los restos del prócer Manuel Belgrano.

El periodista de Caras y Caretas estuvo tan atento como el de La Prensa porque su crónica fue idéntica. Se mencionaba también que los demás funcionarios que estaban allí habían visto el hurto y no dijeron nada. Era un papelón mayúsculo que debería tener consecuencias gravísimas. Pero, como era de esperar también, no pasó nada. Como los apropiadores fueron descubiertos, los dientes finalmente fueron devueltos. Si La Prensa no hubiese denunciado el atropello, se los hubiesen quedado de recuerdo, de trofeo, de vaya a saber en calidad de qué. ¿De botín?

Joaquín V. González confesó lisa y llanamente. Sí, se había llevado los dientes. ¿Por qué? “Para mostrárselos a algunos amigos”, dijo.

¡¿Pero esto es una broma?! ¡Qué desfachatez! El ministro lo dijo con absoluta seriedad. ¿Habría devuelto todos los que se llevó? ¿Cuántos eran? Estas preguntas nunca tendrían respuesta. ¿Se abrió una investigación judicial? No. ¡Cómo se iba a molestar al señor ministro con una pesquisa! ¡Hubiese sido una falta de respeto!. Pasó.

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Ricchieri, para defenderse, metió en el lío nada menos que a Bartolomé Mitre. Aseguró que se llevó los dientes (la parte que le correspondía o la cantidad que llegó a guardar sin que los demás se dieran cuenta) “para presentarlo al señor general Bartolomé Mitre”. ¡Lo contento que se habrá puesto Mitre al ser mencionado por Ricchieri en esta desvergüenza! Pero, que se sepa, Mitre no lo negó. También pasó.

Pablo Ricchieri examina los restos hallados durante la exhumación de los restos de Manuel Belgrano.
Pablo Ricchieri examina los restos hallados durante la exhumación de los restos de Manuel Belgrano.

No había excusa posible. Las imágenes de la época y de ese momento permiten ver que frente a los restos del general Belgrano ninguno de los presentes en el atrio de Santo Domingo manifestó el más mínimo respeto. Todos estaban con sus sombreros puestos y dos de ellos cometieron profanación. Una caricatura de la época mostraba a Belgrano saliendo de su tumba y señalando con su índice a los ministros González y Riccheri. Decía:: “¡Hasta los dientes me llevan! ¿No tendrán bastante con los propios para comer del presupuesto?”

El mausoleo con los restos de Manuel Belgrano fue inaugurado al año siguient