jueves, abril 25

Qué es el “corazón de atleta”

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Cuáles son los síntomas que caracterizan a este trastorno benigno

El corazón de atleta es una respuesta adaptativa cardiaca normal que se produce al realizar actividad física regular de alta intensidad y frecuencia. La mayoría de las veces los sujetos no presentan ningún síntoma por lo que su hallazgo es casual cuando se someten a un reconocimiento físico.

Generalmente se considera un trastorno benigno y no supone una amenaza física, aunque si se detecta, es recomendable hacer un buen estudio para evitar atribuir erróneamente esta entidad benigna a casos de patología cardíaca grave. Debe distinguirse de enfermedades que producen signos similares pero que pueden poner en peligro la vida del paciente como la miocardiopatía hipertrófica o dilatada, cardiopatía isquémica o displacía arritmogénica del ventrículo derecho.

Estaríamos ante un paciente con corazón de atleta si aparecen estos tres signos:

– Bradicardia o pulsaciones por debajo de 60 latidos por minuto.

– Cardiomegalia o aumento del volumen cardiaco.

– Hipertrofia ventricular o aumento en el grosor de las paredes musculares del corazón.

El corazón de atleta se puede diagnosticar con una historia clínica, un electrocardiograma y un ecocardiograma.

Durante la actividad física, el sistema cardiovascular tiene que adaptarse para mantener un aporte de oxígeno adecuado al aumento de la demanda metabólica de la musculatura en activo. Para esto, el corazón debe contribuir con un aumento del gasto cardiaco,  que será de mayor o menor medida según el tipo e intensidad del ejercicio.

En el caso de ejercicios de tipo dinámico y con una demanda energética aeróbica, por ejemplo, se requiere mantener un gasto cardiaco elevado durante un tiempo prolongado lo que induce cambios morfológicos y funcionales sobre el corazón.

Aunque se trata de un patología típica de deportistas de alto rendimiento, la realidad es que no todos la sufren. Además del tipo, intensidad, duración del ejercicio y años de entrenamiento, existen una serie de factores constitucionales, como la superficie corporal, el sexo, la edad y factores genéticos, que también determinan la forma y el grado de adaptaciones y por tanto la aparición del trastorno.

Lo que sí es cierto es que sólo los deportistas pueden tenerlo ya que el ejercicio físico es el estímulo inductor de esta entidad. Por tanto, si un paciente que no hace deporte presenta signos similares habrá que buscar las causas de los mismos.

A pesar de que ha habido cierta preocupación por los posibles efectos adversos que pudiera tener, no se ha encontrado evidencia de un aumento de riesgo a largo plazo. El hecho demostrado es que todas las adaptaciones cardiovasculares descritas se traducen en una mejora significativa de la capacidad funcional cardiovascular y respiratoria. Sobre la prevención, lo más importante es hacer revisiones cada cierto tiempo.

En este sentido, es importante descartar otras patologías que sí pueden tener un efecto negativo en la salud del paciente como la miocardiopatía hipertrófica que es la principal causa de muerte súbita en deportistas jóvenes.

Fuente: Cuidate Plus