Cómo se relaciona la ingesta de estas bebidas y la salud cardiovascular
En adultos sanos, el consumo ocasional de bebidas alcohólicas no suele causar problemas graves a corto plazo. Sin embargo, se pueden notar alteraciones inmediatas en la frecuencia cardíaca y la presión arterial, que suelen normalizarse una vez que el alcohol es metabolizado por el hígado.
A pesar de estos efectos transitorios, la ingesta excesiva tiene consecuencias graves, como el aumento del riesgo de desarrollar hipertensión arterial, enfermedad coronaria, infarto de miocardio, arritmias, accidente cerebrovascular e insuficiencia cardíaca.
Algunos cambios en el sistema cardiovascular son temporales y reversibles. Su aparición depende de factores como la cantidad de bebida ingerida y las características individuales de la persona.
Efectos inmediatos:
Aumento de la frecuencia cardíaca
Luego de tomar algunas copas y durante la resaca, es habitual sentir palpitaciones y una sensación de pulsaciones aceleradas. El aumento temporal en la frecuencia cardíaca, conocido como taquicardia, se denomina como tal cuando se superan los 100 latidos por minuto. Esta aceleración de los latidos es causada por la combinación de las siguientes circunstancias:
– Aumenta el estrés, lo que incrementa la liberación de cortisol, hormona que incide en la frecuencia cardíaca.
– El alcohol afecta al sistema nervioso autónomo, que controla funciones involuntarias, como el ritmo del corazón.
– La dilatación arterial inducida por el alcohol reduce temporalmente la presión arterial y hace que el corazón bombee más rápido para mantener el flujo.
– Como diurético, el alcohol aumenta la pérdida de líquidos y puede provocar deshidratación, lo que obliga al corazón a trabajar más para mantener la presión.
– Después del consumo, el cuerpo puede experimentar un efecto rebote, en el que el sistema nervioso se sobrecompense para recuperarse, lo que resultará en aceleración del ritmo cardíaco.
Los episodios de taquicardia por bebidas alcohólicas pueden persistir por unas pocas horas o prolongarse por más de un día. Su duración varía según la cantidad consumida, la hidratación previa, la condición física y la rapidez con la que el cuerpo metaboliza.
Aumento de la presión arterial
Estos incrementos pueden ser significativos, en especial, si se consumen grandes cantidades. Sucede un doble efecto en la presión arterial: durante las primeras horas tras la ingesta se reduce, pero luego se aumenta, debido a la inhibición del nervio vago y a la activación del sistema nervioso simpático.
Aunque el aumento sea temporal, el consumo frecuente de alcohol se relaciona con una mayor incidencia de hipertensión arterial a largo plazo. El riesgo es notable, incluso, al beber cantidades moderadas (dos tragos al día en los hombres y uno en las mujeres).
Por otro lado, crece el riesgo de resistencia a la insulina y apnea obstructiva del sueño. Ambas son causas de hipertensión secundaria.
¿Qué hacer para controlar los efectos inmediatos del alcohol en tu corazón?
Para que vuelva a su estado normal después de tomar unas copas, hay que esperar a que los efectos desaparezcan por completo. Eso lleva tiempo. Sin embargo, hay algunas cosas que podés hacer para aliviar los síntomas:
– Relajarte y respirar profundamente.
– Mantenerte en reposo y evitar el esfuerzo físico.
– Beber abundante agua para ayudar a la rehidratación.
– Evitar el consumo de cafeína u otros estimulantes que aumentan la frecuencia cardiaca.
– Monitorear tu presión arterial. Si sube por encima de 140/90 mmHg, consultar a un médico.
En caso de experimentar síntomas severos, como dolor en el pecho, dificultad para respirar o una sensación de mareo, buscar atención médica de inmediato, ya que pueden ser signos de un problema más grave.
Consecuencias a largo plazo
Beber alcohol en exceso o de manera reiterada deja secuelas:
Arritmias
Se debilita el músculo cardíaco y se afecta la capacidad de contraerse. La alteración puede provocar arritmias, es decir, que los latidos sean anormales; demasiado rápidos, lentos o irregulares.
Esta falta de regularidad eleva el riesgo de sufrir efectos adversos, incluidos accidentes cerebrovasculares, infartos y muerte súbita. Una forma peligrosa de arritmia, conocida como fibrilación auricular, está asociada con el consumo excesivo y frecuente de alcohol.
Accidente cerebrovascular
Ocurre cuando se interrumpe el flujo sanguíneo a una parte del cerebro, lo que puede producirse por un coágulo o por la ruptura de un vaso. El consumo excesivo de alcohol aumenta el riesgo al elevar la presión arterial. Con el paso del tiempo, la hipertensión daña las arterias, lo que facilita su ruptura u obstrucción. Además, puede alterar los niveles de colesterol, aumentar la inflamación y promover arritmias. Todos son factores que contribuyen al riesgo de ACV.
Ataque al corazón
El infarto agudo de miocardio ocurre cuando el flujo sanguíneo hacia el corazón se interrumpe de manera repentina. Esto causa dolor en el pecho, dificultad para respirar y puede conducir a la muerte. El consumo excesivo de alcohol eleva la presión arterial y los triglicéridos y además, favorece el desarrollo de enfermedades cardiovasculares que aumentan la probabilidad de infarto.
Miocardiopatía alcohólica
Se desarrolla por el consumo excesivo y prolongado de alcohol. Esta enfermedad se caracteriza por el debilitamiento y agrandamiento del corazón, lo que resulta en una disminución de su capacidad para bombear sangre. Como consecuencia, se pueden experimentar síntomas de insuficiencia cardíaca como fatiga, dificultad para respirar e hinchazón en las extremidades.
Enfermedad cardíaca coronaria
Es una afección en la que las arterias que suministran sangre al corazón se estrechan o endurecen. Este proceso, llamado ateroesclerosis, suele suceder por la acumulación de colesterol, grasa, calcio y otras sustancias en los vasos sanguíneos.
El consumo excesivo de alcohol eleva los niveles de colesterol y promueve la acumulación de placa en las arterias. Además, puede dañar el endotelio, que es la capa interna de los vasos.
Fuente: Mejor con salud