Revelan detalles de cómo operaba la red de drogas montadas por un recluso

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Desde su celda en Orán, Policarpio Flores, jefe de la organización, abastecía varias bocas de expendios en Salta. Lo hacía a través de su mujer, su brazo operativo, quien captaba mujeres y tramitaba permisos de circulación.

Foto de archivo 

La organización fue desarticulada el 16 de octubre pasado cuando, a pedido del fiscal federal Eduardo José Villalba, de la Procuraduría de Narcocriminalidad NOA, se llevaron adelante diversos procedimientos que permitieron la detención de cuatro cómplices, piezas claves de esta red de narcotráfico.

En la audiencia de formalización de la investigación penal, Villalba ilustró acabadamente como Sebastián Policarpio Flores, un interno de la Unidad Carcelaria de Orán, montó esta organización que tenía como brazo operativo a Gisella Marisol Diego, su pareja, quien fuera del penal actuaba junto a  Natalia Juárez, Carolina Cañizares y Lucrecia Medina en el transporte de cocaína de Orán a esta ciudad.

Por ello, y ante la jueza Federal de Garantías, Mariela Giménez, la fiscalía imputó a los cuatro acusados por el delito de transporte de estupefacientes agravado por el número de interviniente, acusación que fue aceptada y formalizada por la magistrada.  

La investigación del caso, en la que también trabajaron los auxiliares fiscales Mariana Gamba y Jorge Viltes Monier, se inició en agosto del año pasado, cuando fueron detenidas dos mujeres que viajaban del norte provincial a esta ciudad con una carga de cocaína.

La detención se dio en el marco de una serie de procedimientos instados por la Unidad Fiscal de Narcocriminalidad (UFINAR) de la justicia provincial, la que persigue penalmente la venta de droga al menudeo al adherirse, en 2014, a la desfederalización de drogas.

Al analizar los resultados de los procedimientos, surgieron sospechas en torno al accionar de una organización de mayor complejidad y de mayor porte y alcance en su actividad delictiva, lo que llevo a la UFINAR a dar intervención a la Procunar Noa, cuya competencia le permite avanzar sobre organizaciones del narcotráfico más complejas.

Esta simbiosis entre ambos organismos de la justicia, uno de orden federal y otro provincial, esta casualmente contemplado por el artículo 90 del Código Procesal Penal de la Nación, el cual, como se sabe, se encuentra vigente en Salta y Jujuy, desde el 10 de junio de 2019.

En ese sentido, cabe mencionar que la Procunar Noa y la UFINAR comenzaron a gestionar y alimentar un fuerte nexo meses antes de la implementación del sistema acusatorio, lo que les permitió cruzar datos valiosos para avanzar en la lucha contra el narcotráfico de manera más completa.

Al respecto, y en un encuentro virtual con fiscales federales de Santa Fe, el fiscal Villalba, en el marco de una serie de capacitaciones referidas a la puesta en marcha del modelo acusatorio, destacó la resolución de este caso como una de las investigaciones que se gestaron de manera armonizada con la justicia provincial.

Perfil delictivo

Sin dudas, la característica que más resalta del accionar de esta organización no tiene que ver solamente con los antecedentes por delitos de droga de su cabecilla, “Polo” Flores, sino que, en este caso, el delincuente dirigía todo desde su encierro, en una celda del Servicio Penitenciario Provincial 3 de Orán.
Flores, casualmente, cumple una pena de 4 años y seis meses de prisión por ser autor de los delitos de lesiones graves y tenencia de estupefaciente. La condena fue impuesta el 1 de noviembre de 2018 por la Sala I del Tribunal de Juicio de Orán por un hecho cometido el 26 de febrero de 2017, cuando “Polo” golpeó a un consumidor que fue a comprarle pasta base.
Posteriormente, y dadas las sospechas de que Flores seguía con la venta de droga al menudeo en esa ciudad, la justicia provincial ordenó otros dos allanamientos en sus vivienda. Como resultado de ello, su pareja, Diego, quedó implicada en delitos vinculados al microtráfico.
Flores, de 41 años, es ampliamente conocido en suelo oranense y no precisamente por su actividad como prospero comerciante, emprendimiento que inició como un almacén y rápidamente se extendió a carnicería y verdulería, convirtiéndolo en un abastecido mercado.

La verdadera fama de este aprendiz del narcotráfico, en cambio, no está en su habilidad para el negocio de comestibles, sino en el ingenio y osadía para la venta de droga al menudeo, actividad que, según algunas fuentes policiales, inició tras encontrar la manera de traspasar cocaína de la localidad boliviana de Tarija a Salta. 
Con el antecedente local de Raúl “Coya” Rojas, otro narcocriminal que supo dirigir desde la cárcel operaciones importante de narcotráfico e incluso homicidios por encargo, la Procunar Noa comenzó a investigar a Flores y sus secuaces.

La investigación

Dirigidos por el fiscal Villalba y el equipo de auxiliares, los investigadores de la Policía de Seguridad Aeroportuaria dirigieron una serie de tareas de inteligencias que permitieron desnudar el manejo que, desde la cárcel, Flores había montado para expandir su negocio de drogas.

Flores, paulatinamente, había logrado superar los controles internos en la unidad carcelaria local, como así también las estrictas medidas restrictivas de circulación vigentes desde marzo pasado, cuando la Organización Mundial de la Salud declaró la pandemia del coronavirus.
De esta manera, la fiscalía pudo establecer que para evadir los fuertes controles diseminados en las rutas provinciales y nacionales, Flores echó mano de una red de mujeres para convertirlas en “mulas”, como se conoce en la jerga del narcotráfico. 

Perspicaz, “Polo” se dio cuenta de que, en plena pandemia, los viajes para visitar a familiares ancianos se habían incrementado, por lo decidió sacar provecho de ello y así  tejió una astuta estrategia ayudado por su pareja, quien se encargaba de captar a mujeres, tramitar los permisos de circulación y, por supuesto, inventar las excusas del caso para que las pasajeras vayan de un lado a otro sin levantar sospecha.

Para ello, tomaron el cuidado de no hacer transporte de cantidades importantes, por lo general entre 500 gramos o un kilo de cocaína, las que iban adosadas al cuerpo, en la mayoría de las veces, ya que muchas veces el control se concentra en el equipaje.

Con este ardid, Flores, de la mano de su pareja y el resto de los cómplices, se convirtió en uno de los principales abastecedores de droga en distintas bocas de expendio de la capital, en especial las ubicadas en la zona sudeste.

Desbaratada
  
Conocedores de los pasos de esta organización, el viernes 16 de octubre, cerca del mediodía y por orden del fiscal, efectivos de la PSA se instalaron en el pex peaje de Aunor, a la espera de un remise que transportaba a dos mujeres de la banda de “Polo” Flores.

El operativo fue todo un éxito, pues al detener al vehículo procedente de Orán con dos pasajeras, los policías encontraron lo que buscaban: paquetes de cocaína adosados en los cuerpos de las mujeres, quienes trataron de evitar el control pero fue imposible.

A esta altura, nada fue casual, pues cada uno de los efectivos que ejecutaron el procedimiento conocía de antemano los movimientos de esta organización, la cual se hallaba bajo la lupa de la Procunar Noa desde agosto de 2019, cuando otras dos mujeres fueron detenidas en las mismas circunstancias.

En la audiencia de imputación, Villalba explicó el “modus operandi” de los acusados con mayores detalles, entre ellos los pasos previos realizados para el transporte de la droga. “La utilización de mujeres fue siempre el sello de la organización”, afirmó Villalba al sostener la acusación.

“La investigación se inició hace un año por un procedimiento realizado por la UFINAR, la que logró la detención en el Barrio San Benito de dos mujeres que transportaban en sus cuerpos paquetes con cocaína destinados a un  comprador local dedicado a narcomenudeo. En este caso se trata de Juárez, quien se dedicaba a la comercialización local de la droga enviada desde Orán”, agregó Villalba.

A partir de esta pista, la Procunar Noa profundizó la investigación hasta reunir elementos que permitieron determinar que Flores y Diego eran los proveedores de la sustancia que el propio acusado, desde su encierro, lograba conseguir desde Bolivia.

“El rol de Marisol no era menor, ya que era quien se encargaba de reclutar a mujeres y les entregaba el estupefaciente que almacenaba en su casa, o en la de Héctor Arias, otro miembro de la banda”, explicó el fiscal al presentar el caso.

Sobre la pareja de Flores, el fiscal avanzó aún más, pues se pudo establecer que “Diego se ocupaba de conseguir los permisos de circulación y el remis que iba a llevar a las mujeres con la droga, ya sea adosada en su vientre, en su pecho”. En el peor de los casos, en tanto, las pasajeras ocultaban pequeños envoltorios con estupefaciente dentro de sus genitales. 

“Mediante esta modalidad, y pese a las restricciones a la circulación impuestas por las autoridades por la pandemia de Covid-19, la organización llegó a mover más de un kilo de cocaína por semana”, aseguró el fiscal, quien reveló cómo, el día del procedimiento, Cañizares y Medina fueron capturadas con un kilo y medio de cocaína.

A esta cantidad, y como resultados de numerosos allanamientos en distintos domicilios realizados en Orán y esta ciudad, se sumaron otros 5 kilos más de cocaína y más de cien mil pesos, entre otros elementos secuestrados y que ahora, son motivos de pericias y otras pesquisas.