viernes, abril 19

Sáenz recibe la casa familiar donada por Roberto Romero a la provincia

0
573

Siendo gobernador, en 1985, fue escriturada para destinarla a residencia de gobernadores de la democracia. Se trató de un gesto del primer gobernador de esta democracia que expresa su compromiso con Salta, su gente y su futuro.

Sáenz recibe la casa familiar donada por Roberto Romero a la provincia

Roberto Romero, junto a su esposa Vicenta Di Gangi y sus hijos, firmó la donación de la residencia de calle Deán Funes. Archivo

En la jornada de hoy, el gobernador Gustavo Sáenz recibirá formalmente de los hijos de Roberto Romero y Vicenta Di Gangi la que fue residencia de la familia, en la calle Deán Funes N§ 683 y que el 21 de octubre de 1985 fue donada a la Provincia con el exclusivo propósito de que sea utilizada por los gobernadores en ejercicio, elegidos por el voto de los salteños.

La ceremonia será pública y comenzará a las 11.30, frente a la residencia.

De este modo, se concreta así una decisión adoptada por el exgobernador Roberto Romero, absolutamente consistente con la visión política y la impronta ética que inspiró su vida como empresario y su trayectoria como uno de los dirigentes políticos más relevantes de Salta en el siglo XX.

Romero quiso dejar como legado a su tierra la hermosa residencia familiar, ubicada en la calle Deán Funes entre la avenida Entre Ríos y el pasaje Mollinedo, diseñada por el galardonado arquitecto Mariano Sepúlveda y que había sido concebida como el hogar de su numerosa familia.

Es decir, y así lo explicó a su círculo íntimo, quería dejar a Salta un bien cuyo valor más profundo no podía medirse en dinero.

Ese día, hace casi 35 años, Romero, acompañado por toda la familia, en presencia del vicegobernador interino Pedro Máximo de los Ríos y ante el escribano de Gobierno Ricardo Cabrera, Romero y Vicenta Di Gangi suscribieron la escritura de donación de la casa, con usufructo vitalicio para el matrimonio, que a su vez tal como sucedió- mantendría a su cargo la conservación del edificio y el pago de todo impuesto o tasa nacional, provincial y municipal.

Esa decisión se materializará hoy.

Jardín: el inmueble ubicado en la intersección de calle Dean Funes y Entre Ríos, en pleno centro capitalino, tiene un amplio y siempre cuidado espacio verde, además de una piscina. Fotos: Javier Corbalán

Fue un gesto político, sin duda, pero con una mirada que entiende a la política como servicio. Romero era, por entonces, un gobernador que había arribado al poder con un proyecto de provincia basado en el trabajo y la calidad de vida.

Como empresario supo correr riesgos y fue riguroso en cumplir sus obligaciones. Y fue muy exitoso, porque sabía elegir en quién delegar responsabilidades y porque nunca apostó a ninguna otra cosa que no fuera el trabajo.

Y como gobernador aplicó los mismos criterios. El sello del empresario se vislumbró en el aliento a la inversión privada, al campo, la minería, el turismo y la obra pública. Y la sensibilidad social adquirida en su adolescencia de joven trabajador, en la prioridad que asignó a la salud pública, (desde la designación de miles de agentes sanitarios hasta la inauguración del primer tomógrafo), a la creación de escuelas de enseñanza media y terciarios, y al desarrollo de todo el interior.

Por eso, la donación de la residencia fue destinada a los gobernantes de la democracia, una nueva democracia de la que él era el primer gobernador en Salta, y excluyendo explícitamente a interventores o golpistas.

En aquella jornada de 1985, policías con el muy salteño uniforme de los Infernales de Martín Miguel de Gemes formaron una guardia de honor y el querido sacerdote lateranense Ramón Urcelay bendijo las instalaciones.

El Cuarto principal: la residencia que se cede a la Provincia cuenta con amplios ambientes, salas y dormitorios. La casona fue diseñada por el galardonado arquitecto Mariano Sepúlveda

Gesto de generosidad

El intendente de Salta, Eduardo Raúl Sángari, calificó la donación como «un gesto que honra la generosidad de espíritu de toda una familia» y reivindica «la política concebida como un servicio al pueblo y a la tierra donde uno ha nacido».

«No se trata de un desprendimiento material, solamente, sino de una entrega espiritual de la casa familiar construida con esfuerzo, tiempo, amor y sueños», dijo Sángari.

A su vez, Pedro de los Ríos destacó la donación del inmueble como «un acto para la consolidación de la democracia, en la que la función de gobierno es entendida como servicio y como compromiso con el pueblo».

De los Ríos reemplazaba en la ceremonia al vicegobernador Jaime Hernán Figueroa, en esos días gravemente enfermo y quien fallecería a las pocas semanas.

Durante su discurso, De los Ríos aceptó la donación en nombre del gobierno provincial y celebró la «generosidad de toda la familia».

En algunas ocasiones, en conversaciones con periodistas, familiares o amigos, el exgobernador insistía en que su filosofía de vida, como empresario o como político, siempre se inspiró en la posibilidad de devolver a la provincia lo que la provincia le había brindado.

El hall principal: cuadros, muebles, otros objetos y accesorios en perfecta conservación forman parte del patrimonio del edificio.

Una tarde de domingo, en la redacción, cuando era ya diputado nacional, compartiendo un café con tres periodistas, Romero dijo: «A mí Salta me permitió trabajar, crear empresas y viajar por el mundo. Pude hacerme cargo de un diario que me llena de orgullo. Nadie podrá ignorar que como empresario tuve la oportunidad de generar empleo, y la aproveché. Y quienes trabajaron conmigo, siempre me han hecho sentir su reconocimiento. Además, cuando tomé la decisión de asumir un compromiso político, lo hice con la misma idea: alentar a la gente a trabajar, a progresar, a hacer crecer a Salta que es una provincia con posibilidades infinitas y a confiar en el futuro. Pero nunca me olvidé de los que no tienen nada. Por eso me ocupé de los sueldos de los empleados, de la atención primaria de la salud y de los desocupados. Me siento feliz con mi vida, estoy agradecido a mi Patria y a mi provincia, y tengo dos sueños: que Salta esté cada vez mejor y que la solidaridad y la convivencia democrática nos unan a los salteños por sobre las diferencias mezquinas».

Hoy se concreta esta decisión, tan importante. Un gesto que simboliza una concepción de la vida y del mundo.

Roberto Romero era un luchador político, exigente y respetuoso con sus colaboradores; adversario leal de quienes eran sus opositores.

No soportaba dogmas ni prejuicios, creía en la gente y en los sectores populares. Creía que el bien de Salta debía estar por arriba de todos los intereses, porque esa era la única garantía para construir una provincia equitativa, justa y con posibilidades para todos. Este mensaje también está impreso en este legado.

f: El Tribuno