viernes, abril 19

Se reanudó el juicio contra los hermanos Castedo

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Delfín y Raúl, acusados junto a cinco personas más de conformar una asociación ilícita. El “clan” traficó estupefacientes desde Bolivia durante más de dos décadas.

Más de 50 testigos pasaron por el salón del Tribunal Oral Federal 1 de Salta capital, donde hace tres meses se vienen llevando las audiencias contra los hermanos Castedo, Delfín y Raul, y cinco personas más, entre ellas el martillero público Eduardo Torino. La mayoría de los declarantes hasta el momento coincidieron en que los hermanos dominaban las fincas colindantes con Bolivia y los relacionaron con el crimen de la pequeña productora Liliana Ledesma por enfrentarse contra los acusados.

En la reanudación del debate, el martes pasado, el tribunal escuchó a dos puesteros, cuatro efectivos de Gendarmería y el escribano Simón Dubois, cuyo testimonio se destacó, pues se refirió a la relación que existía entre Torino y Delfín Castedo, el principal acusado.

Cabe señalar que la declaración de Dubois se suma a la de los escribanos Mariano Coll Mónico y Claudia Noemí Lo, quienes también intervinieron en operaciones inmobiliarias realizadas entre Castedo y Torino, cuando el sindicado jefe narco estaba refugiado en Salvador Mazza.

En su relato, el escribano trajo a la memoria del tribunal a Torino, pues afirmó que su intervención en un acta de manifestación de pago por parte de Castedo, realizada en 2012, fue a pedido de Torino, aunque no supo explicar por qué dicha tarea no la hizo su padre, también escribano, y con quien el martillero tenía mayor afinidad.

Relató que Torino lo fue a buscar en su camioneta y lo trasladó desde su estudio hasta la propiedad de Castedo en Salvador Mazza, donde formalizó el acta en la cual el imputado expresó que la venta de su finca El Aybal estaba cancelada.

«Me contactó Torino, quien decía que había comprado un campo y que para venderlo necesitaba justificar que el pago estaba cancelado. Nunca hicieron un pago delante de mí, solo Castedo decía que se había cancelado», explicó.

Cuando el auxiliar fiscal intentó saber más, como, por ejemplo, el domicilio de Castedo en Salvador Mazza, respondió que no recordaba. También reconoció que no era usual que el escribano se traslade a la casa del cliente para labrar un acta de manifestación, pero «si lo hice muchas veces».

Cuando se insistió sobre el domicilio y si lo había consignado, indicó que era una casa de barrio. «No era algo importante, no recuerdo dónde estaba, no conozco mucho Salvador Mazza, pero no me pareció alejado, no tenía nada llamativo», detalló Dubois, quien dijo desconocer que, para esa fecha y desde el 2008, el cliente que fue a visitar era requerido por la Justicia.

Sobre por qué tuvo que viajar a Salvador Mazza y no citar a Castedo a su estudio, las respuestas fueron muy vagas. Lo mismo sucedió cuando le preguntaron sobre el crimen de Liliana Ledesma, ocurrido el 21 de septiembre de 2006, hecho por el cual Castedo estaba prófugo como presunto autor intelectual del crimen.

En su interrogatorio, la fiscalía indagó si no relacionó su visita a Salvador Mazza con el hecho de que Castedo estaba prófugo, a lo que Dubois dijo que no se percató de ello y reiteró que, hasta esa acta notarial, no sabía nada de Ledesma.

Respecto a su labor aclaró que fue solo «una manifestación, yo no doy fe de haber visto la plata», afirmó. También reconoció que, al momento, de estar frente a Castedo había una mujer, quien hablaba con el acusado, pero no lo consignó en el acta.

A su turno, la querellante insistió en saber por qué no se consignó el domicilio en el acta. «Cuando hacemos una escritura ponemos la ciudad o el lugar adonde me trasladé, no el domicilio exacto», respondió. Luego Figueroa pidió una aclaración sobre quién requirió el acta, pues había mencionado que fue Torino, pero en la escritura figuraba Castedo como el requirente. «Son formas de redacción», justificó Dubois.

En cuanto a los honorarios, dijo que los pagó Torino, quien lo llevó de su oficina a la casa de Castedo, dijo que llevó el acta redactada «porque sabía lo que iba a decir (Castedo)», pues había tenido una comunicación telefónica previa con el acusado, lo que sorprendió al tribunal.

El testimonio de los puesteros norteños

Contaron los problemas que surgieron tras cerrar caminos vecinales.

Delfín Castedo.

El martes declararon otros dos puesteros vecinos de la finca El Pajeal, la cual perteneció al ex diputado provincial Ernesto Aparicio (f), para luego quedar en manos de Delfín Castedo.

Uno de ello, Marcelo Torres, se refirió a la ubicación de la finca del principal acusado y los problemas que surgieron, cuando cerró los caminos vecinales, lo que dejó incomunicados a otros puesteros, entre ellos Pilar Rojas y la familia Ledesma, siendo este un motivo de serios conflictos en la zona.

Tanto que Liliana Ledesma denunció públicamente a Delfín Castedo, tras lo cual fue asesinada a cuchilladas, con un corte en cruz en sus labios, herida que fue interpretada como respuesta a las denuncias que había realizado en una entrevista radial en esta ciudad.

Sobre la muerte de Ledesma, y qué se decía en Salvador Mazza al respecto, el testigo explicó que Liliana era la que motorizaba las quejas del resto de los puesteros por el cierre de caminos, reclamos realizados a través de la Asociación de Madrejones. Al responder por qué cesaron de hacer las reuniones, reconoció la labor de Ledesma, quien salía en los medios. “Era la única que salía en los medios por el problema de los caminos”, explicó.

f: El Tribuno