viernes, noviembre 15

Según Unicef, más de un millón de alumnos en el país aún no retomó la presencialidad en 2021

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Los especialistas de Unicef expusieron el informe este miércoles ante los ministros de Educación de todo el país Las clases siguen siendo motivo de preocupación en Argentina: mientras que algunas jurisdicciones arrancaron antes que otras, con distintos niveles de presencialidad, hoy todavía hay distritos con escuelas cerradas, entre ellos 22 de la provincia de Buenos Aires.

Unicef calculó que, tras un 2020 sin clase, más de un millón de chicos siguen sin ir a la escuela en lo que va del año y debieron seguir los estudios, en el mejor de los casos, a distancia.

La investigación se hizo en hogares de todo el país. Si bien el 91% reportó que los chicos tuvieron clases en las aulas, hay un 9%  (más de un millón de estudiantes) que aún no retomó la presencialidad.

Los datos muestran, por ejemplo, que en el noroeste y en la Patagonia la proporción de hogares donde ningún chicos tuvo presencialidad es mayor: asciende al 21% y 23% respectivamente. Según explicó Cora Steimberg, especialista en Educación en Unicef y autora del estudio, a Clarín, es porque allí están las provincias que menos abrieron sus escuelas este año.

El problema de los chicos que no tuvieron presencialidad escolar este año se suma al abandono escolar que se produjo el año pasado como consecuencia de la pandemia. El Ministerio de Educación nacional había estimado en junio de 2020 que alrededor de un millón de estudiantes en el país podía perder la continuidad educativa por el bajo o nulo contacto que había tenido con sus escuelas.

Más de un año después, el informe de Unicef presentado este miércoles da más precisión sobre ese número. En el 6% de los hogares consultados hubo algún chico o adolescente que abandonó los estudios en 2020. Como son 357.000 los hogares, se estima que podrían llegar a haber sido hasta 694.000 los alumnos argentinos que se cayeron del sistema el año pasado.

Con la vuelta a las clases presenciales en 2021 se abrió una nueva oportunidad, y en 8 de cada 10 hogares donde hubo estudiantes que abandonaron la escuela las familias reportaron que la retomaron. Sin embargo, en el 19% restante los chicos no volvieron a clases. Steimberg destaca también que hubo fuertes disparidades entre regiones, con el noroeste y el AMBA en 29% y 26% respectivamente.

“Esto se debe a que hay más chicos en contextos vulnerables, con problemas sociales que produjeron mayor desenganche con la escuela y un incremento en la inserción laboral de esos chicos y adolescentes”, dijo Steimberg.

¿Qué hacer para revertir esta situación? “Hay que asegurar, en lo que resta del año, la mayor presencialidad posible, haciendo foco en los chicos que tuvieron poca o nula. También, avanzar en la vacunación de los docentes y no docentes: en las segundas dosis. Y fortalecer las capacidades de directores y docentes para la búsqueda activa de los chicos que no retornaron y para poner en marcha nuevas estrategias de enseñanzas para aulas que son más heterogéneas que antes”, dice Steimberg.

La investigación también hizo foco en el impacto emocional de la falta de presencialidad. Nueve de cada diez familias destacaron que el regreso a las aulas mejoró el estado de ánimo de los chicos del hogar. En la misma proporción, los adolescentes afirmaron que se sintieron contentos al volver a la escuela y de encontrarse con sus pares.

Los autores destacaron también, entre los adolescentes, mayor motivación con el estudio y la realización de tareas.