miércoles, abril 17

Sin refundación en Barcelona, no hay Lionel Messi

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Cimbronazo histórico para el ámbito deportivo: el astro del fútbol mundial tomó la decisión de abandonar el club de su vida. Se romperá una relación que se inició en septiembre de 2000 Por Santiago Caruso (@Santiago_Caruso)

La derrota por 8-2 en cuartos de final de Champions League significó tocar fondo. Si a eso le agregamos un contexto de equipo sin rumbo deportivo y una institución inmersa en una importante crisis, la eliminación ante Bayern Munich resultó el desencadenante de un cúmulo de situaciones que terminaron por explotar el 14 de agosto en el Estadio Da Luz de Lisboa.

Todavía con el sabor amargo de semejante paliza; Gerard Piqué, hombre surgido de La Masía y bastión de la mejor estructura futbolística que mostró el cuadro catalán en toda su historia, planteó un diagnóstico claro: “El club necesita cambios, no de entrenador ni jugadores. El club necesita cambios de todo tipo”. El mensaje sonó elocuente: las modificaciones de directores técnicos y jugadores no hicieron el milagro. La cuestión siempre fue más profunda.

La refundación debió comenzar por el principal responsable de la debacle institucional y deportiva: Josep Bartomeu. Durante el último tiempo el presidente inició una insólita guerra contra el vestuario, contrató una agencia de comunicación para difamar la imagen de sus referentes, desestimó los proyectos de la cantera y en su lugar malgastó millones en incorporaciones que tampoco lograron maquillar las carencias generales.

Estos hechos desgastaron a Lionel Messi tanto como las frustraciones dentro del verde césped. La llegada de Ronald Koeman en reemplazo de Quique Setién, junto al ciclo cumplido de varios futbolistas simularon una leve renovación, pero ¿por qué la solución definitiva estaría en un nuevo cambio de entrenador?.

A los 33 años y ya sin tiempo para esperar, Messi optó por marcharse del Barcelona. Por razones naturales la lógica indica que sus posibilidades en la alta competencia terminarán más temprano que tarde, y una persona con las ambiciones del mejor jugador del mundo no admite tales frustraciones.

Barcelona y Catalunya le abrieron las puertas a los 13 años, el club y la ciudad lo vieron crecer al igual que a su familia, la cual se estableció y la adoptó como propia. Bartomeu se confió de esto y tiró de la cuerda, hasta que se rompió. Un presidente caprichoso y de enorme vanidad se llevó puesto al mejor jugador de la historia culé. Sin su salida, en Barcelona no habrá refundación. Y sin refundación, en Barcelona no habrá Messi.