«Síndrome anal inquieto»: la nueva consecuencia del Covid-19
El cuadro de infección por coronavirus todavía se está estudiando, ya que se desconocen los efectos a largo plazo que podría tener
El Covid-19 todavía está bajo investigación, tanto como virus en sí como respecto de las secuelas que puede dejar en los pacientes que atraviesan la enfermedad. A corto y a largo plazo, el coronavirus ha demostrado dejar diversos efectos adversos, y todavía aparecen nuevo, como el «Síndrome anal inquieto».
No todo es pérdida de gusto y olfato
A nivel médico y científico, se avanzó en tratamientos para mejorar las condiciones respiratorias y vitales de quienes sufren un cuadro grave de salud tras el contagio. Por supuesto que el máximo ejemplo de «combate» contra el virus son las vacunas distribuidas y aplicadas a lo largo y ancho del planeta.
Otro asunto aún investigado son las diversas secuelas dejadas por el contagio. Varios pacientes recuperados de Covid-19 alrededor del mundo indicaron en su momento alguna «anomalía cotidiana». Muchos de ellos perdían el olfato por más tiempo, tenían dolores musculares o alguna afección neurológica.
Hace poco surgió una investigación que intenta establecer la posible relación del contagio con lo que han denominado el síndrome anal inquieto, que es muy similar al ya conocido y descrito síndrome de piernas inquietas.
Qué es el síndrome anal inquieto
En BMC, un portal especializado en la publicación y difusión de investigaciones en torno a temas médicos y científicos, se publicó un artículo en el cual se reseña el caso de un hombre, de 77 años, que superó el Covid-19 tras someterse a un tratamiento específico y que sería el primero en haber padecido o reportado el síndrome anal inquieto.
El texto publicado acerca del síndrome anal inquieto indica que «aunque el hombre mejoró a la función respiratoria normal 21 días después de la admisión y el tratamiento con favipiravir 200 mg por día, durante 14 días, y dexametasona 6,6 mg por día, durante 5 días», sufrió un cuadro de insomnio y ansiedad posterior que, entre otras cosas, le impedían permanecer estático en una determinada posición. No podía dormir dado que no se sentía cómodo acostado en la cama.
Semanas después de haber recibido el alta médica, y tras las primeras secuelas que le impedían el descanso, «comenzó a experimentar un malestar anal profundo e inquieto, aproximadamente a 10 centímetros de la región perineal».
Síndrome anal inquieto: cómo es esta peculiar secuela del Covid-19
Los profesores Itaru Nakamura, Takao Itoi y Takeshi Inoue, quienes estuvieron al frente de la investigación y del seguimiento del caso de este paciente, indicaron que tras el análisis de las dificultades del hombre identificaron otras secuelas del malestar anal, que luego se denominó síndrome anal inquieto.
«La necesidad de moverse era esencial, empeorando con el descanso, mejorando con el ejercicio y empeorando por la noche. La colonoscopia reveló hemorroides internas sin otras lesiones rectales. Los hallazgos neurológicos, incluidos el reflejo tendinoso profundo, la pérdida del perineo de la sensibilidad y la lesión de la médula espinal, no revelaron anomalías», explicaron.
«No se confirmaron milicias diabéticas, disfunción renal y estado de deficiencia de hierro. No se observaron antecedentes familiares de SPI ni movimientos periódicos de las extremidades. El clonazepam a 1.5 miligramos por día resultó en el alivio del malestar anal inquieto», afirmaron los expertos en las conclusiones del estudio.
Síndrome anal inquieto: características
La hipótesis principal del estudio planteó que el llamado síndrome anal inquieto es un derivado o incluso un padecimiento similar al conocido como «síndrome de piernas inquietas (SPI)».
Los expertos que investigaron el tema denominaron al síndrome anal inquieto como «un trastorno neurológico y sensoriomotor común, pero muy poco diagnosticado».
«Los síntomas característicos son la necesidad fundamental de moverse, que empeora con el reposo, mejora con el ejercicio y empeora al anochecer», lo cual hace ver que hay una similitud entre un padecimiento y el otro, aunque los dos son igual de inusuales.
El hombre de 77 años, oriundo de Tokio, Japón, tuvo su cuadro de Covid-19 y lo superó después de un periodo internado en el hospital de la universidad médica de la capital nipona.
Luego de esa situación, comenzaron las dificultades tras ciertas actividades particulares que, sin duda, trastocaron su intento de retomar sus actividades regulares.
El texto publicado acerca del paciente con síndrome anal inquieto afirma: «El ejercicio, como caminar o correr, y ver televisión, aliviaron los síntomas, mientras que tomar un descanso hizo que los síntomas empeoraran. Además, tendía a empeorar por la noche. El sueño se mantuvo de alguna manera tomando medicamentos para dormir».
Según un estudio, el síndrome anal inquieto sería una rara secuela de la infección por coronavirus
¿El síndrome anal inquieto fue secuela del contagio por Covid-19?
La relación directa entre el síndrome anal inquieto y el síndrome de piernas inquietas la arroja el estudio en una de sus conclusiones: los síntomas principales del primero fueron muy similares a los detectados en pacientes con el segundo.
«Este caso (el del hombre de Tokio) cumplió con 4 características esenciales del SPI: necesidad de moverse, empeoramiento con el reposo, mejora con el ejercicio y empeoramiento al anochecer», aseguraron los investigadores.
Ahora bien, la consideración del síndrome anal inquieto como secuela tras su contagio por covid fue otra conclusión del estudio. Esto se afirmó dado que el paciente en cuestión nunca antes había «experimentado inquietud y malestar anal» como le ocurrió tras su cuadro de coronavirus y la superación de la enfermedad.
Aún no hay una precisión clara de la forma de aparición del síndrome o las características que hacen que alguien lo pueda padecer
El caso del hombre de Tokio «amplió el espectro», según los expertos, en cuanto a los reportes de SPI como posible secuela del Covid-19: «Debido a que no se observó el síntoma localizado en las piernas, este caso se diagnosticó como una variante del SPI.
Los informes de la variante del SPI se han incrementado y amplían el espectro clínico. Varias otras partes del cuerpo además de las piernas pueden verse afectadas desde los brazos, el abdomen, la cara, la cabeza, la cavidad bucal, la vejiga y el área genital».
La decisión del uso de clonazepam para aliviar el síndrome anal inquieto se dio teniendo en cuenta que, de acuerdo a los resultados de la investigación, este medicamento es recomendado para el tratamiento del SPI original.
Si bien funcionó en el paciente en cuestión, aún no hay una precisión clara de la forma de aparición del síndrome o las características que hacen que alguien lo pueda padecer.
«Otro estudio advirtió que se imitan los casos de SPI incluso si los síntomas cumplen los criterios de diagnóstico. Debido a que las secuelas neuropsiquiátricas requieren observación longitudinal, se deben continuar monitoreando los resultados a largo plazo de las condiciones neuropsiquiátricas. El SPI o variante del SPI relacionado con covid-19 puede estar infradiagnosticado y debemos prestar atención a casos similares para aclarar la relación entre covid-19 y SPI», concluyó el estudio.
Las secuelas respiratorias del Covid-19 podrían ser peores que fumar
Una experta hizo una comparación cuyos resultados resultan sorprendentes y alarmantes.
La médica y profesora asistente de la Universidad Técnica de Texas, Estados Unidos, Brittany Bankhead-Kendall, comparó las radiografías de los pulmones de pacientes que no tuvieron Covid-19, quienes sí lo hicieron y de aquellos que son fumadores. En este sentido, advirtió que el resultado «es alarmante».
De acuerdo a lo indicado por Bankhead-Kendall en su cuenta de Twitter «los pulmones post-covid se ven peor que cualquier tipo de pulmón de fumador que hayamos visto. Y colapsan. Y se coagulan. Y la falta de aire persiste y no para».
«Todo el mundo está muy preocupado por la mortalidad y es terrible y es horripilante, pero para todos los sobrevivientes y las personas que dieron positivo, esto va a ser un gran problema», aseguró Bankhead-Kendall al canal CBS Dallas-Fort Worth.
La experta hizo, además, una aterradora advertencia: entre el 70 y 80 por ciento de los infectados asintomáticos experimentan un daño similar en sus pulmones. «Todavía hay personas que dicen ‘Estoy bien. No tengo ningún problema’, y cuando les hacés una radiografía de tórax, se ve realmente mal», afirmó la experta.
Los pulmones de un paciente sano deberían verse limpios y con mucho espacio negro, que es básicamente aire, mientras un pulmón de un fumador tiene líneas blancas, como una especie de neblina, que son indicativas de cicatrización y congestión. No obstante, los pacientes post Covid-19 muestran pulmones que parecen estar casi completamente blancos, en otras palabras, severamente dañados.
«Incluso si no sentís problemas ahora, el hecho de que eso esté en la radiografía de tu tórax es un indicativo de que posiblemente tengas problemas más adelante», indicó Bankhead-Kendall.
Qué secuelas psicológicas puede dejar el Covid-19
El coronavirus se posicionó como una gran incógnita frente al mundo. Tanto para la comunidad médica como para las autoridades sanitarias de los países, el virus que se transformó en pandemia despertó muchísimas dudas. Algunos de estos interrogantes se han resuelto, al menos parcialmente, mientras que otros todavía no.
Las secuelas del cuadro que provoca el coronavirus están dentro de las grandes incógnitas. Al principio se creía que no dejaba secuelas, luego se supo que quienes habían tenido cuadros severos podían tener consecuencias a nivel respiratorio.
Más adelante empezaron a aparecer estudios en los que se sugería que el Covid-19 podía dejar secuelas a nivel neurológico e incluso cardíaco, algo que comenzó a preocupar a los expertos.
El Covid-19 puede dejar secuelas a nivel pulmonar
Ahora se sabe que el cuadro de coronavirus, sumado al aislamiento y a la internación, en caso de que la persona la tenga, puede dejar efectos adversos de orden psicológico.
Cuáles son las secuelas psicológicas del Covid-19
Fallas cognitivas, depresión y ansiedad figuran entre las secuelas psicológicas causadas por el coronavirus, según un estudio realizado por el Observatorio de Piscología Social Aplicada (OPSA) de la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires.
A partir de una muestra a nivel nacional de 742 casos, la entidad mencionada descubrió que «el 64,4% de los participantes reportó fallas cognitivas (entre leves, moderadas y severas)».
A su vez, «más del 56% percibió síntomas compatibles con depresión clínica» y más del 45% aseguró haber tenido «sintomatología ansiosa entre moderada y severa».
En relación a estas dos últimas secuelas mencionadas, el estudio indica que quienes más las percibieron fueron participantes «de niveles socioeconómicos bajos, los de menor nivel educativo, quienes no realizaban previamente ejercicios, aquellos que fumaban y quienes sufrieron síntomas como fiebre y falta de aire durante la enfermedad».
Quienes tuvieron cuadros moderados a severos fueron quienes más sufrieron estas consecuencias
Además, el 46,3% de las personas consultadas respondieron «que su atención empeoró» y poco más del 43% reportó que su memoria se deterioró tras contraer coronavirus.
Por último, alrededor del 40% reportó que «cambió su tendencia a pensar en la muerte y/o en el suicidio».
El objetivo de la investigación fue conocer más acerca del «estado psicológico de personas que han sido infectadas por Covid-19«, según indica el propio informe, algo que todavía se desconoce y es probable que se conozca más con el tiempo.
f:Iprofesional