4 DE Noviembre 2019 –
“Me pasó que dejé de disfrutar el hecho de ir a los programas y estar en el ambiente. Y dije ‘Si no lo disfruto, no es para mí’. Yo soy de las que creen que la vida es una sola, que hay que disfrutarla y vivirla como te gusta. Esto me encanta, me apasiona, la paso bien y lo disfruto”.
Apareció en los medios en 2011 y saltó a la fama como una de “Las hermanas Pombo‘ y llegó a trabajar como modelo y vedette. Sin embargo, descubrió que el mundo artístico no le gustaba y decidió apartarse y seguir su carrera como deportista. Aquella que comenzó cuando tenía cuatro años y empezó a practicar gimnasia artística. Luego entrenó vóley y le fue tan bien que llegó a jugar en la selección nacional. Pero una lesión la dejó afuera durante 10 meses y perdió la posibilidad de disputar torneos importantes. Se rompió el ligamento cruzado anterior y cuando regresó después de la cirugía a la que se sometió, volvió a lesionarse en el tercer entrenamiento.
“Eso
me tiró para atrás. Pensé en dejar de jugar‘, cuenta Pamela Pombo, que
hoy tiene 34 años, en una entrevista exclusiva con Teleshow. Dos años
después, volvió a jugar ‘ con el ligamento cortado‘ -aclara- hasta que
un tío deportólogo le sugirió que siguiera entrenando para obtener masa
muscular y de esa manera poder sostener lar articulaciones. “Cuando me
operé sufrí tanto el postoperatorio que decidí dejar para no tener que
volver al quirófano”, detalla la mujer que es oriunda de Mendoza.
Entonces,
siguió la recomendación y comenzó a entrenar con el ligamento en ese
estado. “Me gustó la mutación de verme mucho mejor. A pesar de que ya
era deportista y tenía un cuerpo firme, me empezó a gustar tener más
piernas y más glúteos. Yo tengo una cintura chica y me gustaba cómo se
veía la línea y la forma del cuerpo”, cuenta quien mide 1,80 metros.
Mientras tanto, seguía las competencias de fisicoculturismo por
televisión. “Pero no sentía que podía llegar a competir en alguna
categoría, hasta que apareció Bikini fitness, que son chicas atléticas
que se nota que van al gimnasio y que tienen apenas un tono muscular”,
continúa Pamela.
En
2014 conoció a su novio, el campeón argentino y sudamericano de
fisicoculturismo Gerardo Repollo quien la acompañó en su nuevo proyecto.
“Al mes de estar saliendo me dijo que ya estaba para competir”, dice
sobre su pareja y entrenador. Con una salvedad: debía cambiar su rutina
alimenticia durante la semana previa a la competición. “No comer
chatarra, golosinas, ni helado, tampoco podía tener permitidos. Así que
saqué todo eso e hice una dieta a base de proteínas con poco porcentaje
de hidratos de carbono. Comí pollo, carnes rojas y un poco de papa”,
detalla quien obtuvo el primer puesto en su categoría en su debut como
fisicoculturista.
“Me ordené un poquito más con las comidas. Venía
comiendo cuatro veces al día e incorporé dos más. De esa forma, se
acelera el metabolismo, lo que genera que se queme más grasa y al
ingerir más proteínas se desarrolla masa muscular haciendo fuerza en el
gimnasio”, explica sobre los ejercicios que realiza con máquinas y
pesas. “Le puse mucho énfasis a mi tren inferior porque, tengo un buen
desarrollo y linda forma en el tren superior, así que no lo entreno”.
Desde
entonces, y ya como una fisicoculturista profesional se consagró en
torneos locales e internacionales en los que salió primera en su
categoría Campeonato Argentino, Campeonato Sudamericano, Arnold Classic
Brasil, Súper Show Chile, entre otros. También viajó al Mr. Olympia de
Las Vegas en dos ocasiones quedando en el sexto y séptimo puesto entre
25 atletas.
Pamela,
que también trabaja como personal trainer en una importante cadena de
gimnasios, ahora se está preparando para cambiar de categoría y empezar a
competir en Wellness. El próximo torneo será en agosto del 2020 en
Punta del Este y hasta entonces, tendrá que hacer un cambio en su
alimentación y también en su entrenamiento ya que su objetivo es
aumentar masa muscular en las piernas: “Cuando hago sentadillas levanto
100 kilos”.
Una dieta a base de pollo
Cuando no compite, Pamela tiene sus permitidos y come una hamburguesa una vez a la semana -‘por lo general, los fines de semana‘- al igual que helado y también disfruta de ir a una parrilla junto a su pareja. Pero cuando se prepara para un torneo, su alimentación cambia por completo. “En la semana hago seis comidas, de las cuales cinco son pollo con ensalada. Y en la primera, es decir, el desayuno, es una tortilla de batata que acompaño con un café negro”, cuenta y amplía su receta: 100 gramos de batata cocinadas al horno, luego a la sartén con seis claras de huevo y una yema.
¿Si
se aburre comiendo lo mismo todo el día? “Te acostumbrás -responde- es
un estilo de vida. Así como uno termina de comer y se lava los dientes,
para mí es eso‘. Acompaña su alimentación con suplementos dietarios
naturales de un laboratorio de Paraguay que la convocó luego de una
competencia. “Consumo proteína en polvo, también un pre entreno que me
brinda energía y fuerza para entrenar, y algún quemador natural que lo
tomo media hora antes de ir al gimnasio‘, detalla quien toma dos litros
de agua por día.
Su rutina de entrenamiento
Cuando no compite, Pamela entrena de lunes a sábados. Y cuando se prepara para un torneo, lo hace de lunes a lunes. “Pero los domingos hago cardio (cinta o bicicleta) y no máquinas”, aclara. “Por lo general hago una hora y media de aparatos y después una hora de aeróbico. Empiezo a las ocho de la mañana con una alumna que entrena conmigo y está bueno porque manejamos los mismos pesos‘, continúa quien da clases en el gimnasio hasta las 14, regresa a su casa para compartir el almuerzo con su pareja y de 17 a 23 tiene otros alumnos.
“El gimnasio es como mi primera casa porque es donde más estoy. Los fines de semana con mi novio nos gusta salir a comer con amigos, pasear en moto. Hacemos de todo! La vida no es solo el gimnasio, pero es mi trabajo. Además ahí me preparo para competir‘, concluye Pamela Pombo.
Fuente: Infobae