Trump avala la paz entre Israel, Bahrein y los Emiratos

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“Estamos aquí para cambiar el rumbo de la historia”, proclamó ayer el presidente minutos antes de la firma en la Casa Blanca

Trump avala la paz entre Israel, Bahrein y los Emiratos
El jefe de la diplomacia de los Emiratos, el primer ministro israelí, el jefe de la diplomacia de Bahréin y el presidente de Estados Unidos (JIM LO SCALZO / EFE)

“Estamos aquí para cambiar el rumbo de la historia”, proclamó ayer el presidente Donald Trump minutos antes de la firma en la Casa Blanca de los acuerdos entre Israel y dos de sus vecinos árabes para normalizar relaciones, alabados por sus signatarios en inglés, hebreo y árabe. “Habrá paz en Oriente Medio”, vaticinó Trump, que presentó los llamados pactos de Abraham como “un nuevo amanecer para Oriente Medio”.

Aunque recibidos con escepticismo por veteranos analistas especialistas en la región, los acuerdos entre Israel y Emiratos Árabes Unidos por un lado y, por otro, Bahréin, suponen un cambio de paradigma, un realineamiento estratégico histórico impulsado
por su oposición común a Irán, su archienemigo chií; el progresivo repliegue de Estados Unidos de la región, el agotamiento tras décadas de conflictos y, finalmente,
la soledad de los palestinos, que acusan de traición a sus vecinos árabes.

“En 72 años sólo se habían firmado dos acuerdos, nosotros en un mes hemos conseguido dos más”, se felicitó Trump desde uno de los balcones de la Casa Blanca, equiparando en relevancia estos últimos pactos con los que en 1978 y en 1994 sellaron la paz de Israel con Egipto y Jordania, hasta ahora los únicos países árabes con los que mantenía relaciones diplomáticas.

Trump dio por roto “el vicioso ciclo de terror que existe en la zona” y vaticinó que muy pronto “cinco o seis países” más del Golfo se sumarán a los acuerdos. También los palestinos y los iraníes lo harán “cuando llegue el momento”, dijo. “Quieren hacerlo”, aseguró de los dos países, aunque no lo harán antes de elecciones presidenciales estadounidenses, aseguró Trump, exultante al poder apuntarse un improbable éxito diplomático a sólo siete semanas de las elecciones presidenciales, en especial de cara a la derecha evangélica proisraelí.

Los acuerdos entre el Estado hebreo y las dos monarquías suníes del Golfo hacen oficiales las relaciones económicas y comerciales que, de facto, ya mantenían desde hace dos décadas, pero rompen con el tabú histórico de no hacer tratos con Israel hasta que no llegara a un acuerdo de paz con los palestinos. La eventual participación de Arabia Saudí, que ha dado su visto bueno en la sombra a los acuerdos pero se mantiene al margen, dispararía su relevancia histórica, por las implicaciones que tendría para Siria, Líbano e Irán.

“Algunos dicen que hemos llegado a estos acuerdos por la puerta de atrás. A mí me gusta más decir que hemos cogido la puerta más inteligente”, comentó Trump antes de que el primer ministro de Israel, Benyamin Netanyahu, el ministro de Exteriores de Emiratos Abdulá bin Zayed al Nahyan, y su homólogo de Bahréin, Abdulatif bin Rashid al Zayani, firmaran sus respectivos acuerdos bilaterales y un tercer documento que compromete a las cuatro partes a trabajar por su éxito y la prosperidad regional.

Realineamiento histórico

Los acuerdos entre Israel y sus vecinos árabes son un cambio de paradigma

Como sugería Trump, los pactos son un efecto colateral de la fallida propuesta de paz presentada en enero por la Casa Blanca a israelíes y palestinos. La oferta de Washington no hizo sino reforzar la sensación de aislamiento de estos últimos, que se han negado a aceptar las ayudas económicas que les ofrece la Administración Trump a cambio de simplemente aceptar la actual situación sobre el terreno, además de las principales demandas hebreas. Trump criticó ayer a los líderes palestinos por haberse mostrado “desagradecidos” ante todo el dinero que Estados Unidos ha invertido en el país. “Nunca nos trataron bien ni decían cosas buenas de nosotros. Nadie lo había hecho antes, pero yo simplemente dejé de pagar”, afirmó Trump en defensa de su decisión de cortar la financiación al organismo de Naciones Unidas para los refugiados palestinos, que agravó su situación humanitaria.

Netanyahu agradeció el liderazgo de Trump en la negociación de estos pactos, impulsados no obstante por Emiratos, la primera de las dos monarquías del Golfo con las que Israel anunció una nueva entente. Trump “ha estado inequívocamente del lado de Israel” y “contra los tiranos de Teherán”, celebró el primer ministro israelí, que evitó mencionar a los palestinos. Para Netanyahu, la solemne ceremonia en la Casa Blanca fue un respiro ante sus problemas judiciales (está siendo juzgado por corrupción) y las críticas a su gestión de la pandemia en Israel, donde alas puertas del Año Nuevo judío están a punto de iniciar un segundo confinamiento nacional.

Los representantes de los países árabes, por su parte, insistieron en que sus acuerdos con Israel permitirán prosperar a la región y son un nuevo punto de partida para defender las demandas y esperanzas de los palestinos, incluida la solución de los dos Estados. El ministro emiratí –hermano del líder de facto del país, impulsor del primer acuerdo anunciado el 13 de agosto– agradeció a Natanyahu su decisión de “detener la anexión de los territorios palestinos” en virtud del acuerdo, aunque el premier israelí afirma que la anexión de parte de Cisjordania solo se ha aplazado y sigue sobre la mesa.

Los detalles de los acuerdos de normalización, a los que Bahréin se sumó el pasado 11 de septiembre, se desconocen. De momento se sabe que permitirán la apertura de embajadas e intercambio de diplomáticos, además de la puesta en marcha de vuelos directos entre los países, lo que fomentará el turismo y facilitará el acceso de los árabes a los sitios sagrados del islam en Jerusalén.

Emiratos confía en que el entendimiento entre israelíes y árabes le facilite la venta de armas de nueva generación de fabricación estadounidense, en concreto los sofisticados aviones de caza F-35 que desea adquirir desde hace tiempo. Algunos analistas temen de hecho que los acuerdos sienten las bases para una nueva carrera de armas en Oriente Medio que alimente conflictos futuros en la región.

“Personalmente, no tendría ningún problema en vender los F-35” a Abu Dabi, dijo ayer Trump preguntado en una entrevista en Fox News a pocas horas de la llegada de sus invitados a la Casa Blanca. Netanyahu, sin embargo, se opone porque alega que minaría la superioridad militar de su país en la región y afirma que incumpliría el acuerdo firmado en el 2008 por Estados Unidos de garantizar que siempre mantiene cierta ventaja armamentística respecto a sus vecinos. “Está en fase de consultas”, pero son “un ejército amigo” y se enfrentan a amenazas reales en la frontera con Irán, ha dicho recientemente Jared Kushner, yerno y asesor del presidente estadounidense.

“Habrá paz”

El republicano se apunta una improbable victoria diplomática poco antes de las urnas

Jeremy Ben-Ami, presidente del grupo J Street, el lobby judío progresista en Estados Unidos, alternativa al derechista Aipac, celebró el acercamiento entre Israel y los países árabes, pero reclamó que no sean un sustituto a una acción diplomática con los palestinos que tengan en cuenta sus aspiraciones.

Más que una transformación del “paz por territorios” de las negociaciones entre Israel y sus vecinos en un “paz por paz”, como lo plantea Netanyahu, “esto se parece más a un acuerdo de negocios, intereses por intereses”.

Israel y sus vecinos

Egipto y Jordania. En 1979 Egipto fue el primer país árabe en firmar un acuerdo de paz con Israel tras meses de negociaciones secretas, lo que le valió la expulsión de la Liga Árabe y el asesinato del presidente Sadat por islamistas en 1981. Jordania firmó la paz en 1994 bajo promesas económicas de EE.UU. e Israel, pese al rechazo en un país con la mitad de la población de origen palestino

Los países del Golfo. Tras Emiratos y Bahréin, es probable que Omán también decida normalizar relaciones. Arabia Saudí, por su parte, ha ido acercándose a Israel de forma discreta en los últimos años, bajo el manto de la Administración Trump y en el marco de la escalada de la rivalidad con Irán. Pero dar el paso de normalizar relaciones, para un país que es además custodio de los lugares santos del islam, podría provocar un terremoto entre los sectores conservadores

Magreb. Ni Marruecos ni Túnez tienen firmado un acuerdo de paz, aunque son dos de las naciones árabes con las que mantiene mejores relaciones, con el turismo abierto a los israelíes en ambos países. Sin embargo, y pese a la presión de Washington, Marruecos ha negado los rumores de que se dispone a normalizar las relaciones. Rabat y Tel Aviv intercambiaron oficinas de enlace en 1994, pero con la intifada del 2000 Marruecos las cerró

Líbano, Siria e Irak. Son los vecinos árabes con peores relaciones con Israel, al que ninguno reconoce. Los israelíes observan con inquietud la creciente influencia de Irán, su gran rival, sobre las comunidades chiíes en los tres países

Turquía. Turquía fue el primer país de mayoría musulmana que reconoció a Israel, en 1949, y solían mantener vínculos militares. Pero la relación se ha deteriorado en los últimos años a medida que el islamista Erdogan ha ido endureciendo el tono

f: La Vanguardia