viernes, marzo 29

Y si se dedican a pensar algo mejor que él?

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Nota extraída de The Post Argentina por Carlos Mira

El componente excéntrico de Javier Milei nadie lo puede negar. Hacerlo sería cerrar los ojos a la realidad 9 mayo, 2023

Todo el mundo parece estar de acuerdo en que Javier Milei es un Lone Ranger. Independizándose de las elecciones en el interior, él mismo parece dar una señal de que está flying solo.

Muchos ya se han metido en su vida. Cristina Fernández de Kirchner mandó a “hacerlo mierda” incluso hurgando en su casa, con sus perros y su hermana.

No faltaron, incluso, referencias sexuales echando mano a archivos viejos en donde el libertario se declaraba partidario del sexo tántrico.

Pola Oloixarac, citada ayer por Jorge Fernández Díaz, lo destruyó en “Galería de Celebridades Argentinas”, su último libro que recopila varias de sus notas para la revista de La Nación.

Hay una llamativa coincidencia entre lo que Milei llama “casta” y una intelectualidad que yo llamaría “sarlista” (porque fue Beatriz Sarlo la que durante el gobierno de Macri encarnó esa oposición tilinga a lo que ella calificaba como un “aburrido gobierno de gerentes”) que quiere que las cosas cambien pero que el cambio sea llevado adelante por “gente como ellos”, no por “loquitos” o “gerentes” que nadie conoce o que, a su juicio, no están a su altura para gobernar.

El componente excéntrico de Javier Milei nadie lo puede negar. Hacerlo sería cerrar los ojos a la realidad.

También es verdad que Javier no tiene estructura. Pensándolo bien, quizás, desde su óptica, sea hasta coherente que no la tenga porque, como decía Leandro N. Alem (siguiendo a Jefferson), el mejor resultado posible para un país ocurre cuando “el gobierno gobierna lo menos posible”, un lema que podría estar en la cabecera de la cama de Milei y proviene, nada menos que del fundador de su tan anatematizada Unión Cívica Radical.

Si el líder de LLA cree que lo mejor es gobernar lo menos posible y que el Estado le devuelva todo ese poder a los ciudadanos, ¿por qué debería tener una enorme estructura, si él, justamente habría conseguido el consentimiento popular para demoler la estructura?

Pero lo cierto es que el problema no es Milei. El problema es que esa “intelectualidad sarlista” y los políticos clásicos no-ladrones, no-kirchneristas, no-delincuentes (digamos “en principio” porque aquí nadie puede poner las manos en el fuego por nadie) no han sido capaces de articular un discurso (y mucho menos un plan) que, primero, diagnostique con precisión los problemas argentinos y, segundo, elabore una estrategia para terminarlos.

Horacio Rodríguez Larreta, por ejemplo -un “prolijo” que seguramente llena muchos de los casilleros exigidos por Pola Oloixarac y otros miembros de la intelectualidad sarlista- acaba de de confesarles a los popes sagrados de la CGT que “ni sueña con una reforma laboral”.

¿Y cómo va cambiar lo que hay que cambiar sin cambiarlo, señor? Esa aspiración a encontrar finalmente la fórmula de la rueda cuadrada ha sido una aspiración eterna de los políticos clásicos y de sus aliados en la intelectualidad sarlista.

Además ser “sarlista” es cool: queda bien. Allí sí son bien vistas las citas de autores y la metralla altanera de un acervo cultural que presumen que otros no tienen porque parecería que solo ellos tienen la altura suficiente que los licencia a citar.

Pero cuando Milei cita a Mises, a Rothbarth o a Hayek lo acusan de “ser un teórico, que nunca hizo nada por sí mismo” como si -ahora sí- les hubiera agarrado un súbito amor por los antes odiados “gerentes” de Sarlo.

¿Si tanto les preocupa el desparpajo, la incorrección y la soledad de Milei (a quien ningunean porque tiene 8 perros y porque admira a su hermana), por qué no son capaces de entregarle a un electorado ávido de recibirlo un programa concreto y eficaz de gobierno? ¿Por qué no dejan de ofrecer el triste espectáculo que ofrecen (que para verificarlo los ciudadanos no tienen que hacer ningún esfuerzo) y se dedican a hablar claro aunque para eso tengan que ofender a unos cuantos tilingos que solo respiran porque el aire es gratis?

Milei dista mucho de ser la perfección. Y hasta hay cuestiones que se dicen respecto de la organización de su partido y su campaña que merecerían de su parte una explicación clara. Tan clara como la que él mismo se anima a ofrecer cuando habla de los problemas que tiene la Argentina y de lo que habría que hacer para arreglarlos.

El país no saldrá del atolladero al que lo llevaron los “políticos clásicos” y una intelectualidad “cool”, hablando de generalidades, cuidándose siempre de no ofender a nadie.

Es más, estoy convencido que si hay alguien que puede arreglar esto es alguien que esté dispuesto a ofender a muchos. La situación de la Argentina bien podría explicarse también por lo enormemente beneficiadas que han resultado franjas de la sociedad que encontraron el yeite para robar “colectivamente” sin que se note (las élites de los derechos humanos, los ex guerrilleros cool, los intelectuales y artistas “progresistas”, los políticos inescrupulosos…).

El kirchnerismo fue una especie de exageración que llevó todo eso a un grado de podredumbre tal que terminó por asquear incluso a aquellos que en un principio lo apoyaron.

La élite del país, lo mejor que el país tiene debería dedicarse a entregarle una opción a la ciudadanía que esté a su tan sobada “altura”, ya que creen que vuelan tan alto.

Criticar a un tipo porque “siempre cita a alguien” en lugar de elaborar algo mejor de lo que él dice es tan bajo que no hace otra cosa que confirmar que aquella autoaclamada “superioridad” no es más que un montón de oropel inútil.

¡Pónganse a laburar muchachos! ¡Dejen de pelear y -ya que son tan mundanos- elaboren una idea coherente, integral y sincera que solucione los problemas! Insultar a quien describe con bastante precisión lo que muchos de ustedes mismos hicieron (o permitieron) no los ayudará. Y al país tampoco.

(Ah…! Me olvidaba: ¡Perdón por el par de citas que acompañan esta columna!)