Argentina fragmentada, parece nacer nuevamente desde las provincias.

Por Dr.Facundo Sanz Berger-


El 26 de octubre dejó tres certezas: que el oficialismo recuperó oxígeno, que la abstención se consolidó como un fenómeno estructural y que Salta marcó un camino de autonomía política en medio del ruido nacional.


El llamado triángulo de hierro libertario volvió a funcionar. La Libertad Avanza se impuso a nivel nacional con cerca del 40% de los votos, recuperando la iniciativa tras semanas de desgaste y reafirmando que la maquinaria político-comunicacional de Javier Milei conserva eficacia
cuando se activa con disciplina y centralidad.

El esquema, basado en la figura presidencial, volvió a demostrar que en la Argentina actual el liderazgo personal pesa más que las estructuras.


Vivimos en una sociedad líquida, donde nada es permanente y las lealtades son efímeras. El gobierno nacional había sufrido una derrota abrumadora hace apenas un mes; donde hoy obtiene un triunfo. Mañana, todo podría volver a cambiar.

La ciudadanía otorgó un segundo crédito político, pero el mensaje es claro: si Milei no capitaliza este momento, el deterioro puedeser tan rápido como la recuperación.


El dato estructural que atraviesa la jornada fue la abstención. Más de doce millones de argentinos no fueron a votar, la cifra más alta desde el retorno de la democracia. Pese a una campaña intensa y omnipresente, el 34% del padrón decidió quedarse en casa. Es el síntoma más visible de una desafección creciente: el voto se ha vuelto reactivo. Muchos eligieron a los
libertarios por rechazo al peronismo; otros votaron al peronismo para frenar a Milei.

En el medio, la “tercera vía” de los gobernadores buscó un espacio que, aunque limitado, Salta supo aprovechar, demostrando que aún existe terreno abierto para una alternativa moderada, congestión y territorialidad.

En el plano provincial, La Libertad Avanza obtuvo dos bancas en el Senado y dos en Diputados.

En paralelo, el frente provincial de Gustavo Sáenz logró posicionarse como tercera alternativa, rompiendo la lógica de polarización nacional y asegurando un senador y un diputado, mientras que el peronismo salteño conservó parte de su base histórica, aunque sin eje ni conducción
clara. La estrategia del gobernador fue nítida: construir una opción salteña, separada de la grieta, capaz de captar al votante que no quería elegir entre “violetas” y “celestes”.


En definitiva, el escenario del 26 de octubre reafirma que la política argentina sigue siendo volátil y personalista, pero también deja abierta una puerta para los liderazgos provinciales con anclaje territorial y visión propia. Como reza una frase atribuida a Otto von Bismarck, “la política es el arte de lo posible”; y hoy, en una Argentina fragmentada y cansada de los extremos, lo posible parece nacer nuevamente desde las provincias.

Gracias y saludos

Dr. Facundo Sanz Berger

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