La futura jefa del bloque libertario en la Cámara alta mantuvo reuniones con distintos espacios y garantizó que manejará un cuerpo legislativo “sin acuerdos con el cristinismo” y mantendrá vínculo directo con la Casa Rosada.
Con el recambio legislativo en proceso y un Senado que llegará al 10 de diciembre atravesado por meses de choques con la Casa Rosada, Patricia Bullrich comenzó a moldear el estilo de conducción que tendrá al frente de La Libertad Avanza (LLA) en la Cámara alta.
La actual ministra de Seguridad ya se reunió con senadores de distintos bloques y dejó un mensaje que circuló rápido por los despachos: promete “procesos ordenados” y un escenario de “cero acuerdos” con el kirchnerismo.
La referencia no pasó inadvertida entre los legisladores que la escucharon en las últimas horas. Varios de ellos —identificados como dialoguistas— valoraron que la expresidenta del PRO será, según les aseguraron desde el propio Gobierno, la única interlocutora entre los senadores y el Presidente, lo que evitaría los cortocircuitos que caracterizaron el primer año legislativo de Javier Milei.
“Si hay una sola línea política y está alineada con el Ejecutivo, facilita todo. El problema fue cuando había dos voces y ninguna ratificaba lo que prometía”, reconoció un referente del centro político, en diálogo con Infobae.
Para esos sectores, la ex ministra de Seguridad representa un “peso político propio” que podría ordenar una Cámara alta donde, hasta ahora, convivieron dirigentes libertarios con escasa experiencia, improvisación estratégica e idas y vueltas que desgastaron apoyos claves.
El desafío no será menor: en el Senado comenzará a discutirse la reforma laboral, uno de los proyectos insignia del Gobierno, que genera una mezcla de expectativa, advertencias y demandas de prolijidad en su presentación pública.
Desde el oficialismo admiten que el clima no será sencillo. El Presupuesto 2026 avanza con tiempos muy ajustados en Diputados, las sesiones extraordinarias deberán ser convocadas antes del 10 de diciembre, y diciembre es un mes “políticamente incómodo” por las festividades y la escasez de días hábiles.
Aun así, el Gobierno quiere darle prioridad a la reforma del mercado laboral y apuesta a que Bullrich sea la encargada de pilotear las negociaciones.
Del otro lado del tablero está el kirchnerismo, que intentó mostrarse cohesionado esta semana con una cena de unidad encabezada por el formoseño José Mayans.
La foto, sin embargo, mostró ausencias sensibles que encendieron alarmas internas y fueron celebradas por los sectores dialoguistas y por aliados circunstanciales del oficialismo.
“Quisieron exhibir fuerza y terminaron dejando más dudas”, evaluó un legislador provincial.

La tensión en ese espacio no es nueva. Desde el final del gobierno de Alberto Fernández, las autocríticas brillan por su ausencia y Cristina Kirchner —ahora en prisión domiciliaria— sostiene a sus alfiles Germán Martínez en Diputados y Mayans en el Senado.
La interna por la conducción del bloque continúa abierta, a lo que se suma la presión que reciben gobernadores y senadores para definir si continúan dentro del interbloque o si evalúan armar espacios propios antes de que avance el calendario electoral de 2027.
En ese marco, el caso del pampeano Pablo Bensusán generó ruido extra. Una versión indicaba que migraría al bloque Convicción Federal (CF), pero desde su entorno lo desmintieron. De todos modos, admiten que, ante presiones exageradas, podría terminar formando un bloque propio en línea con su gobernador.
Es una señal que inquieta al cristinismo, que desde el 10 de diciembre contará con 28 legisladores, cuatro de ellos de CF. Cualquier fractura les complicaría la posibilidad de conformar mayorías o alcanzar los dos tercios que fueron centrales en otros años.





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