jueves, marzo 28

Batakis le teme más al mercado que a la crítica K, y hace bien

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Nota extraída de TN por Marcos Novaro

La ministra anunció medidas que no se le hubieran tolerado a su predecesor. El caos económico desatado la semana pasada fue aleccionador. Habrá que ver cuánto dura el shock de realismo, fruto del miedo, y si se pasa del dicho al hecho.

Cristina Kirchner podrá revolear ministros cada vez que se le cante, puede incluso que termine revoleando al mismo Presidente, pero no puede evitar que los mercados le contesten. Es lo que hicieron la semana pasada, mostraron los dientes: derrumbe de bonos y acciones, salto del dólar blue y las demás cotizaciones salvo el “oficial”, precios desbocados y principios de desabastecimiento. Y con eso alcanzó para que todos en el oficialismo vieran el abismo bajo sus pies. Es que la gobernabilidad económica pende de un hilo, tras dos años y medio de Alberto Fernández y Martín Guzmán, más una década larga de gestiones fracasadas, y dislates aún más remotos acumulados. Hilo que se puede cortar si en la cúpula oficial insisten en ignorar los muy estrechos límites dentro de los que deben actuar.

Silvina Batakis entendió cuál debía ser en ese contexto su acto inaugural en el cargo, y dio una señal, probablemente todo lo contundente que podía dar, en dirección al ordenamiento de las cuentas públicas. Aclaró que sigue creyendo que el déficit puede ser un buen instrumento de política, pero en otras condiciones, no aquí y ahora. Refutando así, queriéndolo o no, una de las máximas más sentidas del kirchnerismo, una que inauguró y alimentó dos décadas de estúpido y frecuentemente hipócrita entusiasmo ideológico: la que lanzó Néstor al iniciar su presidencia, “no voy a dejar mis convicciones en la puerta de la Casa Rosada”. Batakis por suerte acaba de hacer lo contrario, al menos de palabra: “creo en aquello, pero entiendo que hay que hacer esto otro”. Hasta ahí, muy bien, una buena lección de sensatez y pragmatismo.

Lanzó a continuación una lista de iniciativas. Ninguna de ellas muy precisas, pero todas más o menos del mismo tono: que apunta básicamente a desalentar la expectativa de que después de Guzmán viene el salariazo, un shock distributivo como quiere Grabois, o siquiera más ayuda social, con el Salario Básico Universal o cosas por el estilo; y señalizar que van a tratar de hacer, rápido y más contundentemente, lo que Guzmán parecía querer, pero no sabía cómo concretar, o temía empujar, o le negaban. Tal vez porque faltaba justamente el susto de la semana pasada, o tal vez porque hacía falta que antes alguien pagara los platos rotos, fuera el cabeza de turco al que culpar por las desgracias.

En La Cámpora, como principales accionistas del Frente de Todos, se dieron flor de susto la semana pasada, así que se entiende la prudencia con que vienen moviéndose, al menos de momento.

Como sea, lo cierto es que en la lista de Batakis hay un poco de todo, pero todo en una dirección bastante ordodoxa: recortes de subsidios con el mecanismo de exigir la presentación de una solicitud para conservar la ayuda, lo que significa que todo el que no la pida la va a perder; congelamiento ampliado de las designaciones en el sector público, ya era hora; revalúo inmobiliario en todas las provincias, que hay que ver si sortea obstáculos constitucionales pero como señal parece muy razonable, al menos mejor que agarrársela solo con los porteños y dejar que cada provincia siga haciendo desastres con Ingresos Brutos; tasas de interés positivas, algo que Pesce y Guzmán se cansaron de prometer pero no se animaron a cumplir, y es imprescindible si en serio se quiere evitar una megadevaluación, o al menos potergarla, como parece pretender Batakis. Y para concluir dos cuestiones que hicieron acordar a cuando Erman González era ministro de Menem, pero en verdad quien movía los hilos en las sombras no era otro que Álvaro Alsogaray: centralización de los gastos del Estado nacional, y equilibrio de caja, “no vamos a gastar más de lo que tenemos”.

Esto último, sobre todo, fue sorprendente: si se quisiera llevar a la práctica a rajatabla, exigiría un ajuste brutal, de al menos 2 puntos del producto de acá a fin de año, dado que hasta acá venimos viajando con un déficit de alrededor de 4 puntos. ¿Lo dijo en serio? ¿Va a querer llevarlo a la práctica?

Los escépticos destacaron que habló no de ingresos por recaudación, sino de “lo que tenemos”, lo que entre en general, con lo que se dio la chance de contabilizar entre los ingresos las transferencias del Banco Central, es decir, la emisión. Así dicho, no habría sido más que un homenaje a su mecenas político, el gran Daniel Scioli que la escuchaba sonriente sentado a su izquierda: “planteá siempre las cosas de manera que satisfagas las expectativas de la mayor variedad posible de gente”.

La ministra de Economía Silvina Batakis y su par de Desarrollo Productivo, Daniel Scioli. (Foto: REUTERS/Agustin Marcarian)
La ministra de Economía Silvina Batakis y su par de Desarrollo Productivo, Daniel Scioli. (Foto: REUTERS/Agustin Marcarian)Por: REUTERS

La cuestión es que, de todos modos, la señal también la recibieron seguramente en el Fondo, que tiene un papel firmado que dice que las transferencias del Central no pueden exceder cierto límite. Y las declaraciones de Batakis obligaron a quienes la habían promovido al cargo, o al menos no la habían vetado, lo que incluye a Cristina Kirchner y La Cámpora, a elegir entre poner el grito en el cielo o acatar. Y acataron. En el caso de La Cámpora, expresamente. Ellos más que ningún otro, como principales accionistas del Frente de Todos, que esperan valorizar ese activo en las urnas el año que viene, se dieron flor de susto la semana pasada, así que se entiende la prudencia con que vienen moviéndose, al menos de momento.

Igual, las palabras no alcanzan, si no van acomañadas de hechos valen bien poco. Y pocos dentro y fuera del gobierno creen que un equipo tan precario como el de la ministra, en un gobierno tan deshilachado como el de Alberto Fernández, de una coalición detonada como el Frente de Todos, puedan hacer el enorme esfuerzo de ordenar el caos que es el gasto del Estado nacional en estos momentos, mucho menos ajustarlo a cero en cuestión de meses. Y como pocos lo creen, pasado un primer momento de distención durante la mañana del lunes, las acciones y los bonos volvieron a caer, y el riesgo país volvió a escalar al final del día.

Si Batakis pretende en serio producir un cambio de rumbo, no en las intenciones sino en la capacidad de llevarlas a la práctica, respecto a Guzmán, va a tener que dar pronto muestras de que puede mover la administración en la dirección anunciada. Tendrá dos pruebas de fuego, que pueden ser las primeras pero también las últimas: la renovación de letras de acá a fin de mes y el ajuste de subsidios desde esta misma semana. Mucho más tiempo no tiene.