martes, noviembre 19

Cómo es el nuevo contrato social que buscan Alberto Fernández y Cristina Kirchner

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En plena crisis del coronavirus, Alberto Fernández inauguró una planta refinadora de Pan American Energy en Campana, junto a Marcos Bulgheroni.

La noción de que Cristina Fernández impondría su sello en el manejo de la economía pospandemia se instaló a partir de ciertas ideas ventiladas desde el kirchnerismo duro, que tienen que ver con el sesgo antiempresarial, los llamados a “ser Venezuela de una vez” -por marginales que fueran sus impulsores- y el propio Fernández con su proclamada admiración al”modelo Insfrán”.

Es por ello que entre el Presidente y la vice establecieron un nuevo contrato social en el que ambos coincidieron en la necesidad de acomodar el mensaje que se baja desde la Casa Rosada. Este estaría orientado a combatir el temor de una ofensiva estatizadora al amparo de la emergencia sanitaria.

En base a esto, ideas como las que expuso Fernanda Vallejos quedaron desacreditadas por el mismo presidente, después de 10 días de debate público. El mismo ministro de Economía, Martín Guzmán, había advertido sobre los inconvenientes de adherir a los proyectos de expropiación. Por otro lado, el “impuesto a la riqueza” de Máximo Kirchner y Carlos Heller quedó acotado a un tributo excepcional por única vez, para personas físicas y no empresas.

 

 

En relación a esto, ejecutivos de los fondos que negocian con el Gobierno expresaron su desacuerdo con las medidas impuestas: “¿Con qué crecimiento futuro puede soñar el país si se combate a las empresas que lo pueden sacar adelante?”, se preguntó uno de ellos. En esas oficinas miran posibles escenarios de recuperación tras el paso del virus: “Hay países que proyectan una salida rápida, en forma de V. El riesgo que afronta la Argentina es el ahogo de su sector productivo: ir hacia una L”.

Lo que se acordó en la cima del Frente de Todos es ordenar el mensaje en tres aspectos: el Gobierno no quiere el default, no pretende expropiar empresas y se propone desmantelar la maraña de cepos que hoy entorpece la producción y el comercio exterior. En la nebulosa quedan incógnitas como la forma en que se piensa contener la inflación, ante el ritmo exponencial de emisión para compensar la parálisis.

La reunión que mantuvo Fernández el miércoles con empresarios de primera línea fue el gesto más visible. Un día antes había compartido un acto con Paolo Rocca, de Techint, en lo que se interpretó como una silenciosa reconciliación después de haberlo atacado en público al principio de la cuarentena.

Por su parte, Cristina se aboca a demoler las causas judiciales en su contra y en promover otras contra Mauricio Macri y su entorno. En ese sentido, desde el Ejecutivo le expresaron todo su apoyo, el cual podría anclarse en dos ideas. Una de ellas sería con el objetivo de mantener la coalición. La otra responde al interés de partir a la oposición, a través del juego de denunciar a Macri y abrazarse con Horacio Rodríguez Larreta.

La vicepresidenta se involucra también en la gestión sanitaria del conurbano. Habla a menudo con los intendentes (estuvo muy atenta al caso de la Villa Azul, que complica a dos de sus favoritos, Jorge Ferraresi -Avellaneda- y Mayra Mendoza -Quilmes). Axel Kicillof consulta con ella antes de dar pasos relevantes. Los extensos discursos del gobernador responden en muchas ocasiones a conceptos elaborados durante las charlas con su promotora.