lunes, julio 1

Con el miércoles de cenizas, inicia la Cuaresma: ¿cuáles serán los horarios de misa?

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Este miércoles inicia el tiempo de reflexión y preparación para los católicos, la Cuaresma, que preparará a los fieles durante 40 días para la Pascua

Quienes deseen asistir a misa con imposición de cenizas, podrán acercarse a la Catedral Basílica de la Ciudad a las 7, 8, 9;30, 10:30 y 11:30 hs, mientras que por la tarde se llevarán a cabo a las 19 y 20:30 hs, siendo brindada esta última por el monseñor Mario Cargnello

La oración, ayuno y limosna son los pilares de la Cuaresma, explicó el padre Javier Romero Vicario de la Catedral. 

El miércoles de ceniza es uno de los dos únicos días en que los católicos practican el ayuno y la abstinencia

Además, comentó que luego del carnaval, fiesta de la carne y mundana, el hombre “necesita reflexionar y volver a Dios”. 

La Cuaresma se extiende del 14 de febrero al 28 de marzo, para luego continuar el Triduo Pascual y el domingo de Pascua el 31 de marzo. 

La Iglesia San Alfonso-Santuario del Perpetuo Socorro, también da inicio a las misas con imposición de cenizas, las cuales serán a las 8:30, 19:30 y 21 hs.

Miércoles de Ceniza

Con el Miércoles de Ceniza inicia la Cuaresma, un camino de preparación espiritual para el Triduo Pascual, que es la conmemoración de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús. En este día, la Iglesia Católica manda a todos los fieles a hacer penitencia mediante el ayuno y la abstinencia. ¿Qué significa esta tradición y cómo cumplirla?

El ayuno implica reducir al mínimo la cantidad de comida usual que un bautizado consume a lo largo del día. Todos los bautizados, desde los 18 hasta los 59 años, están obligados a ayunar dos días al año: el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo.

La Iglesia Católica define el ayuno como una comida fuerte, más dos comidas pequeñas que sumadas no sobrepasen la comida principal en cantidad. El ayuno se rompe si se come entre comidas o se toma algún líquido que sea considerado comida. Las bebidas alcohólicas no rompen el ayuno, pero parecieran contrarias al espíritu de penitencia.

De igual manera, durante todos los viernes de Cuaresma (También en Miércoles de Ceniza y Viernes Santo) los católicos están llamados a practicar la abstinencia, que consiste en no comer carne, aunque la Iglesia recomienda extender esta práctica a todos los viernes del año.

El término proviene de la palabra latina abstinentia y, con este sacrificio, las personas hacen —en espíritu, alma y cuerpo— un acto de reparación a Dios por el daño ocasionado por el pecado y para el bien de la Iglesia Católica. 

«Para que todos se unan en alguna práctica común de penitencia, se han fijado unos días penitenciales, en los que se dediquen los fieles de manera especial a la oración, realicen obras de piedad y de caridad», señala el canon 1249 del Derecho Canónico.

¿Para qué sirve ayunar?

El diácono Sabatino Carnazzo, director ejecutivo y fundador del Instituto de Cultura Católica, compartió 6 razones para que los católicos abracen el ayuno y la abstinencia en sus vidas. Carnazzo expresó que hay que tomar como un ejemplo a los que «han corrido la carrera y han ganado» antes que nosotros, porque «han sido hombres y mujeres de oración y ayuno»:

1. Ayunar es elegir un bien mayor

«Es la privación del bien, para tomar una decisión por un bien mayor», explicó. Además, destacó que el ayuno es más comúnmente asociado con la abstención de los alimentos, aunque también puede tomar la forma de renunciar a otros bienes como comodidades y entretenimiento, siempre que las Conferencias Episcopales locales lo permitan.

2. Da equilibrio a la vida espiritual

«Todo el propósito del ayuno es poner el orden creado y nuestra vida espiritual en un equilibrio adecuado», debido a que, «como criaturas corporales en un estado posterior a la caída», es fácil dejar que nuestras «pasiones» busquen los bienes físicos y reemplacen nuestro intelecto, afirmó el diácono.

10 datos sobre el Miércoles de Ceniza.

Datos sobre el miércoles de Ceniza

1. Miércoles de Ceniza: El primer día de Cuaresma

Con el Miércoles de Ceniza, que este año se celebrará el 14 de febrero, inician los 40 días en los que la Iglesia llama a los fieles a la conversión y a prepararse verdaderamente para vivir los misterios de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo, en la Semana Santa.

El Miércoles de Ceniza es una celebración contenida en el Misal Romano. El cual explica que en la Misa se bendice e impone en la frente de los fieles la ceniza hecha de las palmas bendecidas en el Domingo de Ramos del año anterior.

2. La imposición de cenizas surgió en los primeros siglos del cristianismo

La tradición de imponer la ceniza se remonta a la Iglesia primitiva. En aquel entonces las personas se colocaban la ceniza en la cabeza y se presentaban ante la comunidad con un «hábito penitencial» para recibir el Jueves Santo el Sacramento de la Reconciliación.

La Cuaresma adquirió un sentido penitencial para todos los cristianos durante casi 400 años y, a partir del siglo XI, la Iglesia en Roma impone las cenizas al inicio de este tiempo.

3. La ceniza recuerda la necesidad de la misericordia de Dios

La ceniza es un símbolo. Su función está descrita en el artículo 125 del Directorio sobre la piedad popular y la liturgia, documento publicado por el Dicasterio para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos:

«El comienzo de los cuarenta días de penitencia, en el Rito romano, se caracteriza por el austero símbolo de las cenizas, que distingue la Liturgia del Miércoles de Ceniza. Propio de los antiguos ritos con los que los pecadores convertidos se sometían a la penitencia canónica, el gesto de cubrirse con ceniza tiene el sentido de reconocer la propia fragilidad y mortalidad, que necesita ser redimida por la misericordia de Dios. Lejos de ser un gesto puramente exterior, la Iglesia lo ha conservado como signo de la actitud del corazón penitente que cada bautizado está llamado a asumir en el itinerario cuaresmal. Se debe ayudar a los fieles, que acuden en gran número a recibir la Ceniza, a que capten el significado interior que tiene este gesto, que abre a la conversión y al esfuerzo de la renovación pascual».

4. Las cenizas tienen más de un significado

La palabra ceniza, que proviene del latín cinis, representa el producto de la combustión de algo por el fuego. Esta adoptó tempranamente un sentido simbólico de muerte, caducidad, pero también de humildad y penitencia.

La ceniza, como signo de humildad, le recuerda al cristiano su origen y su fin: «Dios formó al hombre con polvo de la tierra» (Gn 2,7); «hasta que vuelvas a la tierra, pues de ella fuiste hecho» (Gn 3,19).

5. Las cenizas se hacen con las palmas del Domingo de Ramos

Para la ceremonia se deben quemar los restos de las palmas bendecidas el Domingo de Ramos del año anterior. Estas son rociadas con agua bendita y luego aromatizadas con incienso.

6. Las cenizas se imponen en la frente al término de la homilía

Este acto tiene lugar en la Misa, al término de la homilía, y está permitido que los laicos ayuden al sacerdote. Las cenizas son impuestas en la frente, haciendo con ellas la señal de la cruz, mientras el ministro pronuncia las frases: “Acuérdate que eres polvo y en polvo te convertirás”, o “Conviértete y cree en el Evangelio”.

Luego, quien recibe las cenizas debe retirarse en silencio meditando la frase pronunciada.

7. Las cenizas también pueden imponerse sin Misa

Cuando no hay sacerdote, la imposición de cenizas puede realizarse sin Misa, de forma extraordinaria. Sin embargo, es recomendable que al acto preceda una liturgia de la palabra.

Es importante recordar que, como todo sacramental, las cenizas sólo pueden ser bendecidas por un sacerdote o diácono.

8. Las cenizas pueden ser recibidas por no católicos

Puede recibir este sacramental cualquier persona, inclusive no católica. Como especifica el Catecismo (1670 y siguientes) los sacramentales no confieren la gracia del Espíritu Santo como sí lo hacen los sacramentos, pero por la oración de la Iglesia estos “preparan a recibirla y disponen a cooperar con ella”.

9. No es obligatorio recibir las cenizas

El Miércoles de Ceniza no es día de precepto y, por lo tanto, la imposición de la ceniza no es obligatoria. No obstante, siempre es recomendable participar en la Misa.

10. En Miércoles de Ceniza es obligatorio el ayuno y la abstinencia

En el Miércoles de Ceniza es obligatorio el ayuno y la abstinencia —como en el Viernes Santo—, para los mayores de 18 años y menores de 60. Fuera de esos límites es opcional. Ese día los fieles pueden consumir una comida «fuerte».

La abstinencia de comer carne es obligatoria desde los 14 años. Todos los viernes de Cuaresma también son de abstinencia obligatoria. Los demás viernes del año también, aunque según el país puede sustituirse por otro tipo de mortificación u ofrecimiento como el rezo del Rosario.

Las raíces judías del Miércoles de Cenizas

El día del miércoles de ceniza el año pasado, estaba mi hermana (judía) de visita en mi casa. Y cuando mi marido me preguntó por el tema de las cenizas de la celebración de ese día, mi hermana dice en chiste «los católicos hacen cosas raras«… Y cuando dijo eso recordé lo que el Dr. Brant Pitre siempre dice «si hay algo que te parece raro en el catolicismo seguramente tiene sus raíces y explicación en el judaísmo .»

Así que me puse a investigar, y él mismo en unos de sus videos que puedes ver aquí si sabes inglés, cuenta las raíces judías, o más bien bíblicas, del miércoles de Ceniza.

En este artículo vamos a hacer el recorrido bíblico que el Dr. Brant Pitre hace en este video, y al final de todo una excelente explicación de por qué el ayuno es importante espiritualmente.

Las raíces bíblicas del símbolo de las Cenizas

A lo largo del Antiguo Testamento existen varias alusiones a las cenizas como símbolo. En este articulo vamos a recorrer las más relevantes en relación al tema que estamos tratando hoy, el miércoles de ceniza.

Desde el comienzo, en el libro del Génesis, luego de «la caída» de Adán y Eva, Dios les va diciendo a todos los involucrados en esta situación, las consecuencias que sus actos tuvieron. Y cuando se dirige a Adán para decirle que granará el pan con el sudor de su frente,  hasta que vuelva a la tierra, de donde fue sacado, le afirma:

«… ¡Porque eres polvo y al polvo volverás!».» (Gn.3.19)

Este es uno de los versos que a veces se cita al poner las cenizas en la frente de las personas el miércoles de ceniza. Tanto el polvo, como las cenizas, son usados como símbolos de la mortalidad a la que estamos sujetos luego de «la caída».

El segundo texto que Pitre cita es del libro de Job, capítulo 42, versículo 6:

«Por eso me retracto, y me arrepiento en el polvo y la ceniza.»

Acá ya no sólo el polvo y la ceniza remiten a la mortalidad del ser humano, sino que también simbolizan el arrepentimiento.

Esto también se ve en el libro de Daniel, en el capítulo 9, cuando él está rezando e intercediendo por su pueblo. Si bien él es una persona recta, un hombre fiel,  hace penitencia por los pecados de su pueblo. Y la forma en que hace esa penitencia es a través de la oración,  el ayuno, el cilicio y ceniza.

Esto se ve también en el primer libro de los Macabeos: (que no es parte del Tanaj (Biblia Hebrea), sino del Antiguo Testamento Católico) , en el capítulo 3, versículo 45 a 47:

«Jerusalén estaba deshabitada como un desierto, ninguno de sus hijos entraba ni salía. El Santuario había sido pisoteado. los extranjeros ocupaban la Ciudad es la, convertida en albergue de los paganos. Había desaparecido la alegría de Jacob, y ya no se oía la flauta ni la cítara…Aquel día ayunaron, se vistieron con un sayal, esparcieron ceniza sobre sus cabezas y rasgaron sus vestiduras

Otra de las raíces bíblicas del simbolismo de las cenizas la encontramos en el libro de Ester, cuando el rey, guiado por Amán, su mano derecha, querían aniquilar al pueblo judío:

«Cuando Mardoqueo se enteró de lo que había pasado, rasgó sus vestiduras se puso un sayal, se cubrió de ceniza y salió por la ciudad dando gritos de amargura, hasta llegar frente a la puerta real, porque nadie podía franquearla vestido con esa ropa. En cada provincia, a medida que iba llegando la orden del rey y su decreto, había un gran duelo entre los judíos, con ayunos, lágrimas y lamentaciones. Y el sayal y la ceniza sirvieron de lecho para muchos.» (Ester 4.1-3)

Ester, quien era esposa del rey, intercedió por el pueblo, haciendo intenso ayuno, oración y cubriéndose con cenizas, y logró la salvación de su pueblo interviniendo ante el rey.

También lo hizo la heroína del pueblo judío, Judit, antes de emprender la ardua tarea de liberar Betulia:

“Entonces Judit se postró en tierra, esparció ceniza sobre su cabeza, puso al descubierto el sayal con que estaba ceñida e imploró al Señor en alta voz.” (Jud 9, 1).

Las cenizas como símbolo de mortalidad, penitencia, e intercesión.

Cualquier judío de principios de siglo hubiera reconocido que cuando una persona se ponía cenizas en su frente, respondía a alguna de estas tres cosas:

  • un signo de reconocimiento de su mortalidad, al igual que en el Génesis
  • un signo de arrepentimiento de sus pecados, como en el libro de Job
  • o que estaban intercediendo por otros como pasó con Ester, Judit,  o Daniel.

De hecho, hasta Jesús mismo hace referencia al tema como una costumbre común del judaísmo de la época:

 «¡Ay de ti, Corozaín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si los milagros realizados entre ustedes se hubieran hecho en Tiro y en Sidón, hace tiempo que se habrían convertido, poniéndose cilicio y cubriéndose con ceniza. (Mt. 11.21)

¿Por qué el ayuno está asociado a las cenizas?

La costumbre de las cenizas a su vez, está relacionada a un período de ayuno y oración. Entramos en una etapa de acercamiento a Dios, de profundización espiritual e intentamos desprendernos de los placeres mundanos, especialmente de la comida y la bebida.

Las lecturas del miércoles de ceniza nos marcan este camino y nos explican las razones. Por ejemplo a través de Joel, Dios nos muestra que el ayuno comunitario tiene como objetivo el arrepentimiento y el volver la mirada hacia Dios:

«Pero aún ahora –oráculo del Señor– vuelvan a mí de todo corazón, con ayuno, llantos y lamentos. Desgarren su corazón y no sus vestiduras, y vuelvan al Señor, su Dios, porque él es bondadoso y compasivo, lento para la ira y rico en fidelidad, y se arrepiente de tus amenazas…. ¡Toquen la trompeta en Sión, prescriban un ayuno, convoquen a una reunión solemne,» (Jl. 2 12-15)

Esto es precisamente el ideal de la cuaresma, que las personas vuelvan a Dios con todo su corazón. No sólo a nivel externo, con ayuno, sino interiormente, «con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu fuerza«(Dt. 6.5); «Desgarren su corazón y no sus vestiduras«, como dice la lectura de Joel.

El  Dr. Pitre continua explicando los motivos del ayuno de una forma tan simple y clara que cabe detallar aquí:

La forma de poder lograr esta vuelta hacia Dios, es ayudándonos también con nuestros cuerpos. No somos ángeles, sino personas compuestas por cuerpo y alma. Y de este modo el ayuno es una forma muy poderosa para liberar a la mente de estar al servicio de complacer al cuerpo con comida y bebida, y focalizarse en Dios y las cosas de las que queremos arrepentirnos o mejorar.

Cuando uno comienza a ayunar, por ejemplo, salteando una comida, si no está acostumbrado a hacerlo, su cuerpo se va a dar cuenta de que algo le está faltando. Y de ese modo comienza a gritar «hey! aliméntame, dame algo de comer!». Y eso hace que nos pongamos en un estado de alerta. Y si sabemos el motivo por el cual estamos ayunando, (por ejemplo porque es miércoles de ceniza, o por el motivo que sea), todo ese día vamos a estar pensando en eso. Cada vez que el cuerpo nos alerte acerca de que necesita comida o bebida, nos va a concientizar a la vez, del motivo por el cual estamos ayunando y nos va a permitir estar conectados a esa intención.

El ayuno ayuda a rezar, a focalizarnos, a estar alertas de forma espiritual; en cambio si fuese un día común y corriente con todas las mismas rutinas, ese día quizás pasaría desapercibido. Ayunar pone a nuestro cuerpo y a nuestra mente en una misma sintonía.

La práctica del ayuno es parte del judaísmo, y muy especialmente un día al año, en el día del perdón (Iom Kipur). Ese día todo judío está llamado a un ayuno total de comida, bebida, y a otros actos más que están detallados en el libro del Levítico, en el capítulo 23.

Yo personalmente, solía ayunar, aun cuando era más chica. Sin ser religiosa ni estar tan convencida de las religiones, ni de la existencia de Dios, igual elegía ayunar porque era un ritual que me hacía formar parte de mi pueblo judío. Era experimentar, ese día del año, lo mismo que estaban haciendo miles de judíos alrededor del mundo. Era una manera de unirme a ellos.

Esta forma de ayuno comunitario es muy valiosa, y a la vez también es lo es el ayuno individual y privado. Por eso también tenemos en este día las lecturas del Evangelio donde Jesús nos dice que cuando ayunemos lo hagamos para Dios y no para ser vistos:

«Cuando ustedes ayunen, no pongan cara triste, como hacen los hipócritas, que desfiguran su rostro para que se note que ayunan. Les aseguro que con eso, ya han recibido su recompensa. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lava tu rostro, para que tu ayuno no sea conocido por los hombres, sino por tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.» (Mt. 6 16-18)

Cabe destacar que Jesús no dice «si ayunan…», sino que dice «Cuando ayunen...». Es decir que asume que esta es una práctica real y necesaria. Del mismo modo se refiere a la limosna y a la oración. Todos estos son hábitos que Jesús espera para sus seguidores, para todos nosotros.

Por eso pidamos que en esta cuaresma podamos crecer en estas prácticas, comprenderlas más profundamente y que a través de ellas podamos ver un poco más el maravilloso mundo invisible; que muchas veces perdemos de vista por tener puesta nuestra mirada en cosas intrascendentes.

Que nuestro corazón, nuestra mente y nuestras fuerzas apunten siempre, y especialmente en esta cuaresma, hacia Él.