Nota extraída de Clarín Por Paula Lugones
El republicano tenía hace un año un alto nivel de popularidad. Pero su imagen cayó por una serie de tropiezos. Un repaso.
Donald Trump fue uno de los pocos presidentes en la historia de los Estados Unidos en perder su reelección. A pesar de que en febrero del 2020 contaba con un enorme nivel de popularidad que prácticamente lo dejaba otra vez en la Casa Blanca, el 3 de noviembre perdió la presidencia en manos del demócrata Joe Biden.
Trump cosechó incluso 75 millones de votos, una cifra récord, pero no alcanzó. El nunca admitió su derrota, pero ese fracaso electoral tuvo varias razones.
Este miércoles Trump se va de la Casa Blanca, dando inicio a la ceremonia de asunción de Joe Biden, quien se espera que jure en las escalinatas del Congreso a las 14 (hora argentina), en una serie de actos que comenzarán más temprano, con una misa en la Catedral de San Mateo, en Washington, alrededor de las 11 (hora de Buenos Aires)
A continuación, las razones del fracaso de la era Trump
1) Volvió a confinar en la carta de “outsider”
Con un estilo distinto a todo lo conocido, Trump revolucionó la campaña estadounidense y ganó en 2016 como un empresario ajeno a la política y con la promesa de “drenar el pantano de Washington”.
De alguna manera dio voz a millones de personas que se sentían amenazados por los inmigrantes, la desindustrialización y la globalización. Trump se sumó también a una ola de movimientos populistas en otras partes del mundo que buscaba líderes fuertes y un giro hacia figuras no tradicionales.
Luego de cuatro años de mandato, el presidente siguió presentándose como un outsider, pero ya no lo era. Todos conocían su carácter y ya tenía antecedentes de gestión. No tenía la carta de frescura antisistema.
2) Su caótica gestión de la pandemia de coronavirus
Desde el comienzo de la pandemia en enero, Trump buscó minimizarla, pero los casos avanzaron dramáticamente y para las elecciones los muertos en Estados Unidos ya llegaban a 230.000, con 9 millones de contagiados.
El presidente contradijo públicamente a sus expertos en salud, recomendó remedios que no estaban aprobados y llegó a aconsejar a la gente que se inyectara lavandina. Fue un férreo opositor al uso del barbijo, percibido como un símbolo de debilidad, y dijo que el virus se va a ir pronto cuando hay signos evidentes de que no es así.
Aunque él mismo y su esposa Melania se contagiaron, pocas veces mencionó a las víctimas. Solo el 37% de los estadounidenses aprobaba en noviembre la gestión del presidente en la pandemia. Trump no advirtió que entonces la salud y la crisis del coronavirus eran el segundo y cuarto tema de importancia para los estadounidenses, según los sondeos.
3) Su principal logro se desvaneció
El principal logro de Trump fue en el área económica. Redujo el desempleo a un nivel récord, bajó los impuestos (la mayoría a los sectores más acomodados), la economía crecía, las tasas estaban bajas y la bolsa llegaba a índices históricos. Todavía no se veían las consecuencias de la guerra comercial con China.
La mayoría de los estadounidenses estaban contentos con la gestión, pero la pandemia fue una bomba atómica en ese pilar fundamental. En pocos meses la primera potencia mundial pasó a estar en recesión, a tener millones de personas desempleadas y con dificultades de acceso a la salud.
A pesar de que logró que el Congreso aprobara un masivo paquete de ayuda que colocó incluso dólares en las manos de los estadounidenses, no fue suficiente para convencer a la gente de que él era el mejor candidato para recuperar la economía pospandemia.
4) Carácter, mentiras y negocios
Los más fanáticos del presidente saliente dicen que Trump “no es políticamente correcto” y “dice las cosas como son”, pero admiten que le disgustan sus formas de expresarse. Antes de las elecciones, el 53,7% de los estadounidenses creía que no era una buena persona. Incluso entre sus más firmes partidarios, solo un 57% decía estar convencido de que es una buena persona.
Trump tuvo un estilo caótico en la Casa Blanca, con funcionarios que renunciaban en pocos meses y describían luego a un presidente ególatra, incompetente, peligroso y falto de conocimientos básicos, que humillaba a sus colaboradores y que tomaba decisiones por impulso y no por estrategias.
La gente además veía públicamente que insultaba a los periodistas y a los medios, atacaba por Twitter a sus rivales, retuiteaba mensajes racistas y homofóbicos, se negaba a condenar el supremacismo y ha llegado a calificar de “perdedores” a estadounidenses caídos en combate.
En el tema del coronavirus y el racismo y brutalidad policial no ha mostrado mínima empatía con las víctimas. Además, ha borrado los límites entre la verdad y la mentira porque ha sido capaz de pronunciar más de 20.000 falsedades desde que asumió, según un conteo de The Washington Post.
Las marchas contra el reacismo y la violencia polciial también fueron un revés para Trump.
También ha sido denunciado por transgredir las fronteras entre su actividad pública y sus negocios personales como las reuniones que lleva a cabo en sus hoteles. La gente se hartó de ese estilo que ignoró constantemente las instituciones y que se agravó incluso profundamente luego de las elecciones, cuando no admitió su derrota.
5) Avivó la grieta
Más allá de las decisiones polémicas que ha tomado, sus declaraciones explosivas y agresivas contribuyeron a agrandar la grieta. El país está dividido como nunca en la historia. En contraste, Biden buscó consolidarse como un hombre “común”, empático, dispuesto a cerrar las heridas y gobernar para todos.
Un hombre “normal”, lejos de los permanentes conflictos desatados por Trump. Por eso los estadounidenses salieron a votar masivamente, con una participación récord. Con su comportamiento, Trump alentó a sectores que son reticentes a votar como los afroamericanos (por su poca empatía ante el racismo y la brutalidad policial) y los jóvenes. Además, perdió votantes en sectores clave: las bases más duras siguieron eligiendo a Trump, pero comenzó a sufrir una sangría sostenida en los barrios suburbanos de clase media, que se inclinaron por él en 2016.
Perdió sobre todo el voto de las mujeres y de los hombres de más de 65 años, que estaban preocupados por la salud y la crisis del coronavirus. Las mujeres se inclinaron en su mayoría por Biden, hartas de los modales presidenciales, de cómo trata a las mujeres, de su gestión con el coronavirus y de las dificultades de acceso a la salud. Los hombres blancos mayores se alejaron también.