La inexperiencia en la gestión pública fue vista como un activo del oficialismo frente a los vicios de la dirigencia tradicional; el escándalo en el Ministerio de Capital Humano replantea esa tesitura.
Columna escrita por Fernando Laborda para La Nación
A escasos días de cumplirse seis meses desde que Javier Milei asumió la presidencia de la Nación, su gobierno puede exhibir no pocos logros en materia económica y un innegable déficit en términos políticos, cuya principal evidencia ha sido la expulsión de Nicolás Posse de la Jefatura de Gabinete y su reemplazo por alguien con mayor experiencia política como Guillermo Francos.
Aun cuando para buena parte de la opinión pública la inexperiencia que transmiten Milei y algunos de sus principales colaboradores pueda ser vista como un activo, alejado de las prácticas corruptas que han caracterizado a la dirigencia política tradicional, los errores de estrategia y de praxis política del Gobierno no solo trasladan dudas sobre la sustentabilidad de la política económica, sino que nutren de argumentos a un discurso opositor que, principalmente desde las usinas kirchneristas, apunta a persuadir a la sociedad de que el sacrificio de la gente no servirá para nada y de que la gestión de Milei terminará horriblemente mal.
El Gobierno, con la ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello, a la cabeza, debió pasar en menos de diez días de una eficaz ofensiva contra los “gerentes de la pobreza” a una posición defensiva por el escándalo derivado de la existencia de depósitos repletos de alimentos retenidos a punto de vencer, al que siguió el despido del secretario de Niñez, Adolescencia y Familia, Pablo de la Torre. De igual gravedad es el internismo desatado en el seno del ministerio y la sospecha de que contratos con la Organización de Estados Iberoamericanos escondían una caja política que incluía el pago de sobresueldos a funcionarios, que ha sido denunciada ante la Oficina Anticorrupción y la Justicia por el propio Ministerio de Capital Humano.
No es poco lo que ha conseguido el Gobierno en seis meses, pese a su situación hiperminoritaria en el Congreso de la Nación, donde hasta el momento no ha podido obtener la sanción de ninguna ley. En tal sentido, ha logrado un superávit fiscal financiero durante cinco meses consecutivos, si se confirman las proyecciones del ministro Luis Caputo para mayo; la desaceleración de la inflación, con la ilusión de que mayo haya concluido con un alza no mayor al 5%, luego de que el índice mayorista de abril alcanzar un aumento de solo el 3,4%; el saneamiento parcial del Banco Central, con un incremento de las reservas y una baja de las tasas de interés, además de la reaparición de los créditos hipotecarios.
“Pasamos de discutir si íbamos a la hiperinflación a hablar de créditos hipotecarios”, se jacta el presidente de la Nación.
Las encuestas de opinión pública lo avalan. La palabra “esperanza” ha sido la más mencionada frente a la pregunta acerca de qué emoción produce la situación actual de la Argentina formulada en el último sondeo de la consultora Giacobbe y Asociados, llevado a cabo desde el 20 hasta el 24 de mayo entre 2500 personas consultadas en el orden nacional a través de dispositivos móviles. Mucho más atrás figuran las palabras “tristeza” y “bronca”.
El mismo relevamiento señala que, en cuanto a la sensación económica, el 57,3% de la población cree que “lo peor ya pasó”, frente al 42% que cree que “lo peor está por venir”.
Un indicador de que la opinión pública se sostiene en la esperanza lo ofrece también un reciente estudio de la consultora Poliarquía, según el cual mientras en diciembre último el 84% de la población veía algo parecido a una hiperinflación, hoy ese porcentaje ha caído drásticamente hasta el 24%. Del mismo modo, el 44% de las personas consultadas creen que la inflación va a seguir bajando.
Paralelamente, la imagen positiva de Milei pasó del 52,4% en abril al 58,7% en mayo, según Giacobbe. Tal porcentaje contrasta con el obtenido por las principales figuras de la oposición peronista: Axel Kicillof queda relegado con el 25,4% de opiniones favorables; más atrás se encuentra Cristina Kirchner, con el 20%, y mucho más atrás, Sergio Massa, con el 12,6%, y Máximo Kirchner, con el 8,7% de imagen positiva.
Es cierto que los propios logros del programa económico gubernamental ofrecen igualmente dudas. Por ejemplo, si el superávit fiscal que se exhibe como un trofeo no puede ser el resultado de que se vienen difiriendo pagos del Estado, si la acumulación de reservas no puede darse porque continuamos teniendo un cepo cambiario y restricciones a las importaciones, si la caída del riesgo país es sustentable con un proceso de reformas que aún no ha podido avanzar y si la desaceleración de la inflación no es producto de un escenario signado por la recesión.
Pero lo más complejo del primer semestre de Milei como primer mandatario ha pasado por el plano político. Y, en ese sentido, se combinan dos tipos de inexperiencias: la falta de experiencia en términos de relacionarse con otros sectores políticos y buscar consensos y acuerdos en la toma de decisiones, y la inexperiencia en la gestión pública propiamente dicha. Estas dos inexperiencias pusieron de manifiesto el déficit político de un gobierno que pecó de ambicioso e intransigente en el comienzo de su mandato y no pudo sacar las leyes que necesitaba.
Así, como lo plantea el director de la consultora Synopsis, Lucas Romero, el problema de Milei es que se ha desperdiciado mucho tiempo y la economía sigue estando en terapia intensiva, aunque la crisis parecería volverse asintomática. “La opinión pública o, en términos de una metáfora médica, los familiares del paciente, pueden empezar a impacientarse porque ven que pasa el tiempo y el paciente todavía no camina. Quizás vayan minimizando el hecho de que el paciente está aún en terapia intensiva, al tiempo que Milei no pueda transmitir eso con claridad. Y en la medida que eso se torne asintomático, los familiares del paciente podrían virar hacia una mirada crítica y empezar a descreer que efectivamente el equipo médico podrá sacar al paciente de la terapia intensiva y hacerlo caminar”, afirma Romero.
La llegada de Francos a la Jefatura de Gabinete materializa los anteriores errores de diseño del gabinete, al tiempo que el escándalo que ha rodeado al Ministerio de Capital Humano, más allá del firme apoyo que le reiteró el Presidente a Sandra Pettovello, es demostrativo de que podríamos estar ante una estructura tan gigantesca como inmanejable para alguien sin experiencia en la gestión pública que debe velar por áreas tan disímiles como Trabajo, Desarrollo Social y Educación y Cultura.
Así como Federico Sturzenegger y sus ambiciosos planes desregulatorios representan lo que Milei quisiera hacer, Francos representa lo que el Presidente puede hacer. La designación del exministro del Interior al frente del lugar más importante del equipo de gobierno trasluce que Milei es consciente de lo que adolece: una adecuada gestión política.