Nota extraída de La Nación por Pablo Sirvén
La cofundadora de la coalición opositora se agarró con los filomassistas de JXC. Qué hay detrás de esa movida
El rottweiler es una raza canina cuya irrupción en la historia se sitúa en el Imperio Romano. Cuidar y conducir al ganado, proteger y defender a su amo y sus posesiones eran sus funciones innatas. Tiene mala fama por sus imprevistas reacciones temperamentales, pero sus defensores aseguran que eso sucede por fallas en su entrenamiento y cuidado.
Los medios de comunicación y las redes sociales están llenos de historias de rottweiler que, por diversas circunstancias, pueden atacar a sus propios dueños, herirlos gravemente y hasta matarlos.
Desde esta columna se rotuló a Elisa Carrió como “el rottweiler de Cambiemos”, en 2016 (ver https://www.lanacion.com.ar/opinion/el-rottweiler-de-cambiemos-nid1938959/). Han pasado seis años y sigue manteniendo las mismas características: que sea cofundadora y defensora acérrima de lo que hoy es Juntos por el Cambio, no le impide, mientras protege como una fiera a los suyos, al mismo tiempo gruñir y repartir peligrosas mordidas a algunos de esos compañeros de ruta.
Su forma de comunicar es siempre igual: largos lapsos de silencio que interrumpe imprevistamente para hacer una rápida y electrizante incursión, apropiarse del centro del escenario mediático, poner al rojo vivo las redes sociales y regalar títulos inflamables al periodismo.
Cero orgánica, se corta sola siempre. Entra y sale de la cancha cuando le viene en gana y juega de líbero y de DT de ella misma. Con respecto a los rottweilers verdaderos presenta un agravante: no tiene ni reconoce dueño alguno, con lo cual se siente libre de asestar buenos tarascones a quien se le ocurra, sea amigo o enemigo, en el momento que ella lo considere oportuno.
El lunes gruñó un poco en el programa de Joaquín Morales Solá, en TN, pero en el pase de Eduardo Feinmann y Jonatan Viale, al día siguiente, por LN+, directamente lanzó amenazantes ladridos y se puso en posición de ataque. Cobraron todos: Frigerio, Malena Galmarini, Vila, Manzano, Ritondo, Stolbizer y siguen las firmas.
Entre un programa y otro, Horacio Rodríguez Larreta y Carrió hablaron por teléfono. ¿Por qué en su segunda irrupción ella elevó aún más su voltaje?
Objetivo: marcarle la cancha a los filomassistas de JXC para que no se les ocurra andar coqueteando con el “superministro” que se desfleca.
Nada nuevo, algo que viene repitiendo desde hace rato a los Monzó y a los Morales de la vida. Solo que esta vez pareció una innecesaria jugada con delay: ni a los más amigos del mal llamado “tigrense” (es oriundo de San Martín) se les ocurre acercársele a Massa, convertido en la “mancha venenosa” del momento.
Peor todavía: entre los amigos del empoderado funcionario es público y notorio que se cuenta el jefe del gobierno porteño y virtual candidato a presidente. Pero aún así, Lilita dejó en claro que no lo tenía bajo sospecha. Ni a él ni a Diego Santilli. Un salvavidas de plomo porque por la negación, de todos modos, los dejó pegados y con las manos en la mas(s)a. Flaco favor.
¿Entonces? Carrió es insondable (incluso para ella muchas veces). Imposible conseguir una aclaración posterior de su parte: tal como sucede luego de que concreta una irrupción estridente, se repliega nuevamente a sus oraciones en Capilla del Señor, partido de Exaltación de la Cruz. Amén.
Interpretaciones posibles: 1) un puñetazo preventivo sobre la mesa como para indicar “no se les ocurra dejar a los míos fuera del armado de listas de candidatos”; 2) está mirando varias jugadas para adelante que si a Massa lo terminan de vaciar de poder sus propios “socios” Cristina Kirchner y Alberto Fernández, él ejecute finalmente la amenaza que hizo hace algún tiempo de retirarse del Frente de Todos. En el eventual escenario de armar por fuera su propia candidatura presidencial, entonces sí podría suceder que las “células dormidas” del massismo dentro de JXC despierten y corran a sus brazos. En ese caso, se produciría una diáspora en la coalición, letal para sus chances electorales.
Incógnita: las razones del silencio sostenido que Mauricio Macri mantiene, en contraste con otros altos dirigentes cambiemitas que salieron muy duros a pegarle a Carrió. Más allá de la extrañeza por lo sucedido y de no encontrarle explicación al terremoto causado por la chaqueña dentro de Juntos por el Cambio, el expresidente no se expide públicamente, tal vez para no agravar la situación. De hecho, en el almuerzo del viernes los referentes principales de la coalición resolvieron dar vuelta la página.
Carrió es un rottweiler tan agresivo que termina mordiéndose a sí misma: el kirchnerismo celebró su incursión distractiva que le robó foco a los alegatos de los fiscales contra Cristina Kirchner por la causa Vialidad y a la hecatombe económica, lo que le permitió a la portavoz Gabriela Cerruti aventurar que ya “hay una sensación de estabilización”.