Diez razones por las que Argentina se quedó (casi) sin vacunas contra el Covid-19

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Por Pablo Sigal para Clarín

AstraZeneca, Sputnik V y Sinopharm fueron las apuestas del Gobierno para inmunizar a los argentinos. Cada laboratorio tuvo sus problemas y en marzo Argentina se quedó sin vacunas.

Diez razones por las que Argentina se quedó (casi) sin vacunas contra el Covid-19

“Las cosas no resultaron como lo esperábamos”, dijo el presidente Alberto Fernández durante la cadena nacional del último jueves. La angustia por la falta de vacunasa contra el coronavirus crece, sobre todo entre los adultos mayores. Cada 48 horas se juega un “quiz” con los aviones en el aire para saber cuántas vacunas Sputnik V con destino a Ezeiza serán liberadas en la urgencia por Vladimir Putin.

La realidad, efectivamente, no es lo que se esperaba, o se esperó demasiado: tiempo y materialización de aquel “optimismo” inicial que ahora se asume como un espejismo. Hay diez eslabones en la genealogía de la frustración que confluyeron en la tormenta perfecta de marzo y explican este comienzo de otoño con jeringas vacías.

1- La apuesta inicial

El Gobierno firmó en agosto de 2020 un acuerdo de compra con el laboratorio AstraZeneca por 22,4 millones de vacunas, que se fabricarían en el país. Si se hubiera cumplido el plan original, esas dosis ya habrían empezado a usarse este mes. Pero hubo problemas. El ensayo de fase 3 de AZ se dilató más de lo previsto por errores metodológicos y la producción también se demoró. Eso sembró un potencial agujero para la Argentina que ahora ha quedado en evidencia. Lo poco de la Covishield (versión india) que llegó fue un comodín efímero. Recién podría contarse con algún stock importante de la de Oxford hecha en Garín en la segunda semana de abril.

2- Conexión rusa

Ante los inconvenientes que tuvo AstraZeneca, el Gobierno orientó la mirada hacia Rusia. En diciembre decidió sellar la adquisición de 30 millones de vacunas con el Instituto Gamaleya. Se anunció que 20 millones serían entregadas entre enero y febrero, y el remanente en marzo. Pero tal cosa no ocurrió, por las dificultades rusas para escalar la producción de las Sputnik V fuera de su país. Cada viaje de Aerolíneas Argentinas para traer un nuevo lote es un acertijo en el calendario y eso dificulta la planificación.

3- Plan chino

Cuando el acceso a la vacuna rusa empezó a mostrar dificultades, el Gobierno apuró negociaciones con el laboratorio chino Sinopharm. Logró que arribara un primer lote de un millón de dosis a fines de febrero, cuando la principal preocupación oficial no era aún que el stock se agotara, sino esquivar las esquirlas del vacunatorio vip. Ahora se espera el arribo de 3 millones más, pero sin fecha cierta. “Las vacunas están en China”, dijo el viernes la ministra Carla Vizzotti.

4- Un “amor” imposible

En la carrera por tapar los baches que deja cada laboratorio “amigo” hay un bajo continuo, la molesta presencia de una ausencia: el demorado (a esta altura podría decirse fracasado) acuerdo argentino con Pfizer. Brasil firmo la semana pasada un contrato por 100 millones de dosis. Chile ya había rubricado el suyo. Perú y Uruguay también consiguieron su parte. Nuestro país no puede acercar posiciones con el laboratorio estadounidense.

5- Sin opciones

Varios expertos han alertado sobre el problema de la falta de vacunas en Argentina y la desprotección de los grupos de riesgo ante la llegada del frío. Han manifestado que el Gobierno debería salir con rapidez del círculo vicioso en el que se encuentra: no sólo aguardar las entregas que no se concretan, sino tratar de cerrar acuerdos con otros laboratorios. En enero se informó que había negociaciones con Janssen y con Moderna. Sin embargo, no se han conocido resultados en ese sentido.

6- Sin papeles

A esto se agrega el problema de que la vacuna de Sinopharm no está habilitada para mayores de 60 años y no hay pistas de cuándo eso pueda suceder. Hoy la solución china es, en volumen, la principal apuesta del Gobierno ante las irregulares entregas rusas. Habrá, en algún momento, tres millones de vacunas que -al menos que llegue la documentación y se salve el escollo etario- no podrán ser destinadas a la población que más las necesita.

7- Traba azteca

A todos estos trastornos se suman los obstáculos de “nuestros socios” extranjeros: las vacunas de AZ fabricadas en Argentina que debían envasarse en México tuvieron que ser derivadas a Estados Unidos a último momento por problemas en el laboratorio Liomont: falta de insumos y burocracia estatal. Así, se estima que las dosis “mexicanas” estarán disponibles recién en mayo. Las completadas en Estados Unidos se distribuirían a partir de abril.

8- La distorsión local

A la escasez de vacunas hay que agregar las distorsiones en la administración de dosis una vez que arriban a la Argentina: tanto profesionales de la salud jóvenes que no pelean en la primera línea contra el Covid (ni en la segunda) como militantes políticos han sido inmunizados con la Sputnik V, mientras mayores de 80 años aún esperan su turno. Sigue vigente, además, esa gran bolsa gris con la etiqueta “personal estratégico”, cuya opacidad hace que la legítima procedencia de los vacunados sea una cuestión de fe.

9- Mundo hostil

Todo este derrotero transcurre en un marco de “victimización” oficial, que inmoviliza frente a un mundo hostil. “El 90 por ciento de las vacunas contra el Covid están en el 10 por ciento de los países. Hay que poner en valor lo conseguido”, dijo la ministra Carla Vizzotti. “Sólo 18 países han recibido el 88 por ciento de las vacunas que se han distribuido hasta ahora”, afirmó el presidente Alberto Fernández. Tampoco el fondo solidario Covax dio prioridad a la Argentina porque, si bien nuestra performance en vacunación no ranquea entre las mejores, las hay peores.

10- Un solo ojo

A diferencia de lo que se ve en otras partes del mundo, aquí el ojo del Estado nacional sigue controlando toda compra y distribución de dosis, con resultados que desnudan déficits propios frente a desafíos complejos. En las gestiones no ha habido participación de las provincias (se limitan a aplicar en sus poblaciones las vacunas que reciben del Gobierno) ni del sector privado. Vizzotti considera que esa avanzada provocaría desigualdad en el acceso a la inmunidad. Otros expertos creen, en cambio, que el modelo mixto sería una herramienta eficaz para tratar de apretar el acelerador en la más exigente campaña de vacunación de la historia.