En un contexto de precios que no dan tregua, el «fiado» aparece como una alternativa. Qué pasa con el efectivo, las billeteras electrónicas y las tarjetas
Ni la pandemia logró modificar el escenario: la mayoría de los consumidores siguen pagando sus compras con dinero en efectivo. La economía «en negro» manda y, por ahora, no existe la tecnología que logre suplantar la tradición del uso de los billetes al momento de sacar la billetera física.
Es la economía «barrani», que supera a todo cuando se trata de concretar pagos: ya sea en los supermercados o en los autoservicios de barrio o sea para pagar un auto cero kilómetro. Aun en los casos de las transacciones millonarias, una parte se paga «en negro» y se utilizan billetes para hacerlo.
Eso no quita que el fenómeno de las billeteras electrónicas vaya en ascenso. De acuerdo a los registros oficiales, la utilización de esta modalidad y de los QR se expandió 98% el año pasado.
Sin embargo, lo dicho al comienzo, el efectivo supera todo cuando la mayor parte de la economía se mantiene en el canal de la informalidad total.
Los datos surgen de un revelador informe que acaba de publicar la Cepal, en base a información oficial.
Allí consta que un 63,5% de los consumidores utiliza el «efectivo» con «mucha frecuencia» para afrontar sus gastos. Es la opción que le gana a todas. Apenas un 12,5% de los encuestados dijeron que «nunca usa» esta opción.
A contar pesos: el efectivo se sigue utilizando para todo tipo de operaciones.
Mandan los billetes: todos los números
En su reciente visita a China, la delegación que acompañó a Sergio Massa se sorprendió por la masiva utilización de los medios electrónicos para pagar los gastos. Billeteras electrónicas y tarjetas bancarias. El efectivo se usa ocasionalmente y sólo para las consumiciones chicas.
En el mundo occidental y capitalista, la Argentina rompe las reglas. Y el uso en efectivo manda por lejos.
- Un 63,5% de los consumidores utiliza el «efectivo» con mucha frecuencia.
- Un 48,4% utiliza las tarjetas de débito.
- Un 39,4% usa billeteras electrónicas o QR, lo que da cuenta del explosivo incremento de esta alternativa.
- Las transferencias bancarias se llevan un 37,8%. Al igual que las billeteras electrónicas, esta alternativa creció con mucha fuerza tras la pandemia, lo que contribuyó que el Banco Central exigiera la gratuidad de estas operaciones para el público en general.
- Tarjetas de crédito: cierra el ranking con un 36%. Acá es clave el hecho de que los bancos no actualizan el límite de sus clientes al ritmo de la inflación y -aun cuando los consumidores se manejan en una economía formal- se ven obligados a dejar de lado las tarjetas porque no les dan la flexibilidad para poder utilizarlas, en medio de una inflación que supera el 100% anual.
La economía «barrani» y la falta de inclusión financiera también se evidencia en la cantidad de personas que admiten pedir «fiado» en los comercios. Nada menos que un 29,6% del total.
Obviamente, se trata de deuda que para saldarse se utiliza efectivo, casi en su totalidad.
Pagos en Argentina: las tarjetas de crédito, menos utilizadas que las de débito y las billeteras electrónicas.
El costo de manejar el efectivo
En marzo de este año, según el INDEC, los supermercados vendieron más de $100.000 millones en efectivo. Equivale al 28,1% del total. El resto se facturó mediante tarjetas de crédito, débito o billeteras electrónicas. En total, las grandes cadenas vendieron unos $363.000 millones ese mes.
Para esos grandes comercios, el manejo de efectivo se ha vuelto un problema que la aparición del billete de $2.000 no resuelve. Se trata de enormes fajos de dinero que no pueden trasladar fácilmente, y no es cuestión de dejar ese dinero parado en los locales -como sí puede realizarse con la mercadería no perecedera- porque con una inflación arriba del 100% interanual se trataría de una caída muy fuerte en el valor «real» de esos billetes.
Por eso mismo, los comerciantes tratan de sacarse de encima esos billetes lo antes posible. Incluso pagan para eso.
En el caso de las grandes cadenas comerciales, pero también lo sufren otros protagonistas que reciben billetes, afrontan dos costos para sacar el dinero: por un lado, le pagan al servicio de los camiones de caudales, que deben pasar para cargar el efectivo recaudado.
Por el otro, están los bancos. También se llevan una tajada por poner a empleados suyos a contar los billetes y a depositarlos en la cuenta bancaria del comercio.
El costo de los camiones de caudales asciende al 1,5% promedio. Es decir, por los $102.000 millones que se llevaron en marzo, esas empresas embolsaron $1.530 millones.
A su vez, las entidades financieras se quedan con el 2% promedio del efectivo que manejan. En total fueron $2.040 millones en marzo.
En total, teniendo en cuenta lo embolsado por los camiones de caudales y los bancos, el costo global se arrimó a los $3.570 millones. Equivalente nada menos que al 3,5% del total facturado en efectivo por los supermercados.