sábado, agosto 31

El audio de sí mismo que el Presidente no quiso escuchar

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Nota extraída de Infobae por Cristina Pérez

La grabación que Alberto Fernández no recuerda y no quiso escuchar, no borra sus palabras aunque decida negarlas en la cara de la justicia y de todos los argentinos

-En el texto de mi renuncia me fui diciéndole a Cristina que tenía que oxigenar su gobierno por el tema de la obra pública. Cristina se enojó conmigo.

-¿Usted conoció a Lázaro Báez?

-Sí y la relación empeoró por mi advertencia.

El audio que contiene estas afirmaciones de Alberto Fernández, es el que el Presidente evitó escuchar en el juicio por presunta corrupción en la obra pública.

Esto afirmaba Alberto Fernández el 15 de junio de 2016 durante una entrevista realizada luego de que José López hiciera volar bolsos con dólares en un convento, y fue lo que el fiscal Diego Luciani quiso que respondiera en su declaración. Pero se negaron los jueces a pedido de la defensa.

¿Por qué el Presidente no podía responder a un audio de sí mismo? El problema del Presidente es precisamente, que la contradicción la tiene consigo mismo: que ahora afirma todo lo contrario a lo que él mismo decía no hace mucho tiempo atrás. Antes había advertido sobre la obra pública, ahora son decisiones políticas no judiciables. Antes sí conocía a Lázaro Báez y ahora no lo conoce. ¿Mintió entonces o miente ahora?

En las respuestas que sí contestó, el Presidente dijo todo lo que el abogado de Cristina Kirchner quería escuchar. El Presidente declaró como si fuera en realidad otro abogado defensor de Cristina.

También corresponde marcar la gravedad en la afrenta ni más ni menos que del titular del Poder Ejecutivo a un fiscal federal y en su persona, a otro poder del estado y en definitiva, a la división de poderes, siendo él mismo abogado y quien se autodenomina “hombre del derecho”. “Usted no me escuchó bien o tiene un problema de comprensión”, le contestó el primer mandatario al fiscal porque no le gustó la pregunta. Dos veces el representante del ministerio público debió decirle: “No me falte el respeto, doctor”.

“Uno no está preparado para que un Presidente tenga un exabrupto con un fiscal, con otro poder del estado, pero no vamos a dejar pisar las instituciones”, respondió el fiscal Luciani, al ser consultado por el episodio. No hay antecedente de una situación similar. Los señalamientos de Cristina Kirchner a los jueces fueron cuando ya no era Presidenta.

Desde su elevación a juicio el expediente de obra pública transita tres años con más de 100 testigos y faltan una veintena antes del alegato que se espera ocurra durante este año. Hay 51 contratos de obras públicas bajo la lupa por 46 mil millones de pesos y peritaje sobre 5 de ellas donde se dan por acreditados sobreprecios. En la causa se investiga a la vicepresidenta y otros 12 imputados por conformar una supuesta organización criminal para direccionar en forma discrecional el 80% de las obras viales de la Patagonia al empresario K Lázaro Báez.

En este proceso la estrategia de evitar el juicio ya no es posible para la defensa de la vicepresidenta.

El escándalo de evitar los juicios sin que sea la justicia quien determina inocencia o culpa tampoco reviste antecedente. Esa estrategia utilizada en casos como el del memorándum con Irán y la causa Hotesur y Los Sauces, tendría en ésta última, al menos, un casi seguro revés que devolvería el proceso a su cauce.

El Presidente de la Nación, que podría haber declarado por escrito, eligió presentarse en los tribunales como testigo para cumplir un rol que parece tener menos que ver con su paso por la jefatura de gabinete de entonces que con su necesidad de recomponer relaciones con Cristina Kirchner y demostrar fidelidad en lo que a ella más la desvela, su derrotero judicial. “En relación a la causa es un testimonio inocuo”, consideran fuentes judiciales.

Lamentablemente, las circunstancias, mostraron una vez más, a un Presidente que no puede siquiera confrontar sus propios dichos. La grabación que el Presidente no recuerda y no quiso escuchar, no borra sus palabras aunque decida negarlas en la cara de la justicia y de todos los argentinos.

Cuenta una de las crónicas de la audiencia que luego de ingresar al subsuelo, el Presidente de la Nación se demoró porque no encontraba su documento de identidad. ¿Quién es el Presidente? ¿El crítico acérrimo o el delegado de Cristina Kirchner en la Presidencia incapaz de contradecirla? ¿El que la acusaba con vehemencia o el que la defiende a costa de su propia coherencia? Esa cuestión de identidad es la que se encuentra en tensión desde el mismo día en que ocupa el máximo cargo de la República Argentina.