El primer dardo llegó al reflexionar sobre los pobres resultados que obtuvo la Argentina en términos sanitarios tras la llegada de la pandemia del coronavirus, que ya provocó la muerte de más de 34.000 personas y dejó al país entre las cuatro naciones con mayor cantidad de fallecidos por millón de habitantes.
“¿Está conforme con la estrategia aplicada?”, le preguntó el periodista Juan Amorin. Ante la consulta concreta, la respuesta de Alberto Fernández sorprendió por cómo expuso a su ministro: “Hace un par de días le pedí a Ginés y a Carla Vizzoti que quiero tener una charla y un informe donde me expliquen por qué pasó esto”.
Pese a aclarar que “estamos por debajo del promedio de letalidad de América Latina” y asegurar que la edad promedio de muerte, de 74 años, indicaría que “el sistema sanitario nunca se saturó”, Fernández se sinceró: “Si la pregunta es si estamos conformes con 34.000 muertos. La respuesta es que no, porque hubiera querido que nadie muriera”.
La segunda crítica llegó de manera más solapada. Consultado por las vacunas que podrían llegar al país, el Presidente comenzó explicando: “Tenemos avanzadas negociaciones con todos los fabricantes de vacunas. Tenemos una cuerdo con Oxfor y Atrzeneca para producir la vacuna en Argentina. Tenemos una propuesta de Rusia que está avanzando muy, muy bien y nos permitiría tener la vacuna, calculo yo, sobre fines de diciembre. Para que no piensen que estoy macaneando los tiempo, muchas veces los tiempos de prueba se van corriendo. Todo indica que sobre fines de diciembre podríamos contar con la vacuna rusa”.
Y luego llegó el segundo tirón de orejas al ministro, al desautorizarlo y adelantar que será él mismo quien presidirá una mesa para coordinar las vacunaciones masivas: “Yo estoy organizando desde ayer con Ginés y le estuve planteando que organicemos ya los comandos de vacunación. Hacer una suerte de mesa de seguimiento que quiero presidir yo, porque vacunar no es una tarea fácil por la infraestructura que exigen las vacunas”.