Nota extraída de ElCronista `por Guillermo Laborda
La realidad golpea la puerta de la Casa de Gobierno desde hoy. El sueño se acabó. El llamado de Alberto Fernández a la oposición a una «agenda compartida» es el llamado a la agenda «kompartida». Fracasa sin arrancar. Se llama a un diálogo criticando a los que se invita a dialogar y manteniendo lo hecho hasta ahora: no ajustar el gasto público, emitir más, criticar al FMI y esperar a que llegue un crecimiento de la economía que todo lo arregle. Pero los tiempos, como las reservas, se agotan.
Fuentes del Banco Central anoche aseguraban que «nada iba a cambiar en la política cambiaria». Se mantiene el «más de lo mismo». El diagnóstico oficial supone que la demanda de dólares se dio por la incertidumbre electoral. Y que desde hoy esa demanda se esfumará. ¿Por qué quien compraba dólares el viernes dejará de hacerlo hoy? Es más, el discurso de Alberto Fernández de anoche alimenta a que se mantenga y se acelere la demanda de dólares. No hay reacción oficial a la derrota de las urnas. El exceso de pesos en circulación, la posibilidad alta de un default con el FMI, las reservas escasas, y la fragilidad de la coalición de gobierno subsisten.
Hay varios mensajes encubiertos en las cotizaciones existentes en el mercado. En las operaciones del dólar futuro queda al descubierto que se aguarda una devaluación del 30% desde ahora hasta marzo del 2022. La duda es si será en cuotas, una suerte de «Ahora 4» hasta marzo, o si será en enero tras agotarse las reservas del BCRA. Lo único cierto es que será un verano caliente en la plaza cambiaria.
La desconfianza entre ahorristas a posibles manotazos existe: los depósitos en dólares caen aunque a un ritmo bajo, de u$s 20 millones diarios. Los precios de los bonos anticipan una nueva reestructuración de la deuda en 2024, de la mano de quien asuma la presidencia.
El viernes en Casa de Gobierno hubo una reunión del equipo económico con Miguel Pesce como actor central. Pese a las versiones imperantes, nunca estuvo en estudio desdoblar el tipo de cambio. Ni al debilitado Martín Guzmán le atrae ese esquema. El problema es que en la situación actual de las reservas del BCRA, no se llega a atravesar el desierto, es decir, a pasar el verano hasta que lleguen los dólares de la soja en abril. Las divisas del trigo de las próximas semanas, aún si los productores las liquidan, no alcanzan. La cantimplora en poder del BCRA tiene poca agua: se estima que quedarán cerca de u$s 1500 millones desde fin de diciembre. Y como estos datos el mercado los tiene incorporados, se opera en consecuencia. La demanda de importadores se acelera; la oferta de exportadores se reduce.
¿Qué hará el BCRA desde ahora en más en los diferentes mercados? Inicialmente seguirán con el esquema que imperó hasta el viernes. Hasta que se den cuenta de que la demanda de dólares (y la escasez de la oferta) se mantienen pese a que las elecciones legislativas quedaron atrás. Como siempre sucede en las crisis cambiarias en la Argentina, inicialmente el BCRA busca acelerar el ritmo de devaluación que hasta las elecciones venía al 1% mensual. Pero cuando la expectativa es que se acelere el ritmo de devaluación, las liquidaciones de exportadores se reducen a la espera de mejores valores.
Los jugadores de ajedrez tienen una palabra para explicar la situación en la que se halla el BCRA: «Zugzwang». En alemán, es la «compulsión a jugar» y describe la situación en la que un jugador está en desventaja porque tiene que mover una pieza. Cualquier movimiento que haga empeorará su situación. Si devalúa es jaque mate. Si acelera el ritmo de devaluación, el jaque mate se demora algunas jugadas más. Si mantiene el ritmo actual de devaluación, las reservas se agotan rápidamente y también cae el rey. Como si fuera un audio de «whatsapp», la crisis cambiaria se acelera, entra en «2x». De nuevo, las palabras de Alberto Fernández anoche son un catalizador de la desconfianza. Enervaron en lugar de tranquilizar.
Hay otro error oficial o espejismo en los datos de actividad económica. Las mejoras que se ven, especialmente en la construcción o en la venta de autos son producto de la desconfianza existente. Los agentes económicos buscan protección de cualquier manera ante el cepo existente: peso que sobra peso que se destina a la compra de autos, a la construcción, o a electrodomésticos, es decir todo lo que conlleva al menos un aroma a la moneda norteamericana.
La hoja de ruta permite anticipar que el gobierno no logrará aprobar el Presupuesto 2022 en diciembre. Tampoco logrará un acuerdo con el FMI antes de fines de marzo. Nuevamente Alberto Fernández con su discurso anoche muestra que sigue perdiendo tiempo valioso. Una negociación con el FMI demora como mínimo dos meses cuando las partes van de la mano y hay apoyo político de los Estados Unidos y la Unión Europea. El BCRA tiene a mano seguir sacrificando reservas y vendiendo dólar a futuro. Pese a que se hizo trascender que el viernes se vendieron u$s 290 millones, sin maquillaje que se usa de la banca pública, el número real fue de u$s 400 millones según influyentes agentes del mercado cambiario. En operaciones a futuro tuvo que vender u$s 700 millones. El BCRA está muy cerca del límite que tiene en el Rofex para ventas a futuro. Le queda margen en el MAE. Pero todo recuerda al 2015, con la diferencia que restan dos años de mandato y el gobierno está sin stocks, sin reservas, con un descalabro monetario, y sin ancla. La ausencia de Cristina Kirchner en el bunker ayer fue sugestiva, como lo fue en el 2015 tras la derrota de Scioli. Todo se repite en Argentina.