domingo, septiembre 22

EVANGELIO DEL DÍA

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EVANGELIO DEL DÍA💫

Lucas 5,27-32:

En aquel tiempo, vio Jesús a un publicano llamado Leví, sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo:
«Sígueme».
Él, dejándolo todo, se levantó y lo siguió. Leví ofreció en su honor un gran banquete en su casa, y estaban a la mesa con ellos un gran número de publicanos y otros. Y murmuraban los fariseos y sus escribas diciendo a los discípulos de Jesús:
«¿Cómo es que coméis y bebéis con publicanos y pecadores?»
Jesús les respondió:
«No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores a que se conviertan».

Palabra del Señor
💫 MEDITACION DEL EVANGELIO💫

Lc. 5, 27-32:

💫La clave es salir a buscar al perdido y no esperarlo.

1) Salió:

Es el primer verbo que encontramos en el evangelio de hoy. Jesús sale, no se queda en la casa a esperar. Muchas veces vos y yo nos quedamos en la parroquia esperando al hermano. Al final pescamos en la pecera, somos siempre los mismos, invitamos siempre a los mismos. En esta Cuaresma salí y busca al hermano. Hay gente que necesita de Dios, no te dejes llevar por el prejuicio. Salí, deja de quedarte en la sacristía o en el museo de tu casa y también salí de tu círculo cerrado. Busca otros compañeros de vida, abrite al otro, ya deja de ser una persona tan cerrada y miedosa de que la conozcan. El que te quiera te tiene que querer como sos. Salí y abrite al otro porque el otro es un don de Dios para vos.

2) Vio:

El segundo verbo que encontramos aquí, es ver. La capacidad de mirar al otro y de no ignorarlo. No te hagas el tonto, como payaso que se golpea en serio. Asumí al hermano. Ese que está hoy tirado y golpeado en su vida es tu hermano. Hoy ese hermano está tirado y golpeado, por el error que ha cometido, pero mañana podés ser vos. Nunca digas de esa agua no he de beber. Mira a tu alrededor y fíjate bien a quién tenés frente a vos.

3) Le dijo: «sígueme»:

Jesús hoy te enseña que Él no mira el currículum vitae de nadie. Él busca salvar al hermano. Lo único que le importa es salvar al otro. De pecador público pasa a ser un seguidor público. Yo también soy un pecador-seguidor público. Vos también sos un pecador-seguidor público, en ese orden: primero pecador y después seguidor. Por tanto, agradezcamos a Dios que nos eligió para que lo siguiéramos. Seguilo a Dios, pero no te olvides que fuiste y sos pecador. No sos seguidor-inmaculado, por lo tanto, no juzgues a tu hermano. Algo bueno está por venir.