Nota extraída de Clarín por Fernando González
Se desploma la imagen del Presidente. Y la Vice ocupa el centro de la escena, en economía o estrategia electoralSi alguna vez se escribe la película del gobierno de Alberto Fernández, el 24 de marzo de 2021 tendrá tres secuencias de hechos insólitos porque ocurrieron en simultáneo.
La primera mostrará al ministro de Economía, Martín Guzmán, diciéndole a los funcionarios del Tesoro de Estados Unidos lo mismo que un día antes le había dicho a Kristalina Georgieva, la directora del Fondo Monetario. Que Argentina quiere renegociar la deuda con el organismo, pero que necesita más tiempo. Al menos siete meses más, como lo exigió Cristina. Hasta que pasen las elecciones legislativas de octubre.
En la otra escena, está Alberto Fernández teniendo una videoconferencia desde la Casa Rosada con el presidente del Banco Mundial, David Malpass. Allí se escucha al Presidente decir que la Argentina tiene la voluntad de pagar las deudas con los organismos de crédito. Y, en la última secuencia, Cristina habla en un acto político en la ciudad bonaerense de Las Flores. Ella, simplemente, dice. “No podemos pagar la deuda; no tenemos plata”.
Mientras Cristina dice lo que dice, Axel Kicillof y Máximo Kirchner asienten con movimientos de cabeza. Y la locutora oficial del acto la despide diciendo “muchas gracias, señora presidenta de la Nación”. Error, acto fallido o sinceramiento de la ecuación del poder en el Frente de Todos. Las preguntas en la coalición de gobierno son dos en estos días. ¿Hasta dónde va a seguir cayendo Alberto? ¿Hasta dónde va a llegar Cristina?
Respecto del futuro inmediato del Presidente, hay algunos datos que se susurran con alarma en la Casa Rosada. El último focus group encargado por funcionarios del Gobierno arroja un derrumbe sin pausa en las opiniones sobre Alberto Fernández.
Las mediciones realizadas en la provincia de Buenos Aires, Santa Fe, Salta, Entre Ríos y Tierra del Fuego señalan que su imagen positiva cayó al 37% (de aquel 80% que el líder moderado cosechaba en el comienzo de la pandemia) y que la negativa creció hasta el 45%. Los adjetivos con los que los encuestados definen la actualidad del Jefe de Estado son demoledores y, por respeto a la investidura, no se mencionarán en esta columna.
El reemplazo de la agobiada Marcela Losardo por el talibán Martín Soria en el ministerio de Justicia, y el vodevil entre Sabina Frederic y Sergio Berni durante la búsqueda de una menor secuestrada aceleraron la caída de la imagen presidencial. Pero el hecho que todos los encuestadores destacan como más impactante sigue siendo el del Vacunatorio VIP. El privilegio de funcionarios y militantes para vacunarse abrió una grieta muy notoria entre Fernández y una buena parte de quienes lo votaron en 2019.
Mientras tanto, Cristina se desliza cada día un poco más hacia el centro de la escena. El primer acto fue aquella declaración volcánica vía zoom en la causa de dólar futuro. Después, fue su influencia decisiva para la salida de Losardo del gabinete de Alberto, para la supervivencia de Berni y para el giro que dio Guzmán en la estrategia de negociación con el FMI. Y esta semana fue el acercamiento impúdico con el chavismo, luego del abandono del Grupo de Lima por parte del Gobierno, y el discurso en Las Flores marcando cuál será la línea a seguir con la deuda.
Les muestra el mapa a los propios e intenta dividir a la oposición. Castiga a Mauricio Macri y a Patricia Bullrich, y sorprende elogiando a Horacio Rodríguez Larreta. Como en los viejos tiempos, el Fondo le responde que no habrá plazos más extensos para negociar la deuda.
Y los mercados nos bajan el pulgar, haciendo caer los bonos argentinos y haciendo subir el riesgo país. Puro déjà vu. Cristina hace lo que siempre hizo. Y la Argentina se va pareciendo cada vez más a la de los años conflictivos de su segundo mandato. Ese fue el país en el que se sintió más cómoda. Y también fue el país que le hizo conocer el sabor de la derrota.
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