¿Hay algo más complicado que armar las listas de candidatos?

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Nota extraída de La Nación por Juan Carlos de Pablo

Con vistas a las PASO de agosto y luego las elecciones propiamente dichas en octubre, hay más postulantes que lugares, de modo que estamos frente a un problema de recursos escasos con usos alternativos

En la segunda clase del curso introductorio, los economistas aprendemos que los recursos escasos tienen usos alternativos y por consiguiente se plantea el correspondiente problema de asignación. En la primera aprendemos el principio de escasez, según el cual no hay de todo, para todos, gratis.

Esto nos posiciona adecuadamente para comprender lo que viene ocurriendo en las diferentes agrupaciones políticas y seguirá ocurriendo hasta el próximo 24 de junio, cuando venza el plazo para integrar la lista de candidatos, con vistas a las PASO de agosto y las elecciones propiamente dichas de octubre.

Piense en un modelo de avión con capacidad para 100 pasajeros. La compañía A emite 100 tarjetas de embarque con asiento asignado; la compañía B también emite 100 tarjetas de embarque, pero sin asiento asignado; en tanto que la compañía C emite 1200 tarjetas de embarque sin asiento asignado. Seguramente que personas con igual preparación y valores morales, generarán conductas bien diferentes en las tres situaciones descriptas.

Pues bien, hay más candidatos que lugares, de manera que estamos frente a un problema de recursos escasos con usos alternativos, y el sistema sobre la base del cual se integran las listas se parece más a la tercera de las alternativas mencionadas. ¿Por qué debería sorprendernos el “espectáculo” que están dando algunos políticos? En un poco más de un par de semanas comenzará la segunda etapa, que terminará el 13 de agosto, cuando votemos en las PASO.

No les pidamos a los políticos que no actúen como políticos, porque –en nomenclatura de Alfred Marshall– ello equivale a no poner la cabeza fría al servicio del corazón caliente. Como ciudadanos la herramienta que tenemos es el voto, así que: 1) vayamos a votar, y 2) pensemos un poco cómo votaremos. Y a bancarse lo que surja de las urnas.

En octubre (o noviembre) próximo alguien tendrá la “mala suerte” de ganar. Veremos con qué convicción encarará el enorme desafío, qué composición tendrán las Cámaras de Diputados y Senadores, qué gabinete de ministros lo (o la) acompañará, etc.; y actuaremos en consecuencia. Tiempo al tiempo, no intentemos responder hoy preguntas que por su naturaleza son incontestables.

¿Qué nos queda, mientras tanto? Pelearla, día a día, como hemos venido haciendo hasta ahora. Por eso la clave está en seguir focalizando la atención de cada uno de nosotros.