Nota extraída de Clarín por Eduardo Menem
El pueblo se cansó de sufrir tantos atropellos institucionales, de la falta de estabilidad económica y abusos de todo tipo en el ejercicio del poder y dijo a través de las urnas: ¡Basta!
El kirchnerismo no ha terminado de digerir la severa derrota infligida por una persona con sólo cuatro años de antigüedad política, sin tener el respaldo de una estructura partidaria sólida y con un discurso totalmente opuesto a las ideas supuestamente “progresistas” del régimen que tomó el poder del país en el año 2003 y que después de 16 años de ejercicio prepotente y arbitrario del gobierno, dejó al país en estado catastrófico y en una situación límite como nunca se había vivido desde la restauración democrática en 1983.
Aún antes de la asunción del presidente Milei, elegido democráticamente por el pueblo argentino, el kirchnerismo empezó a hacer sonar “los tambores de guerra”, amenazando la estabilidad del presidente electo, con predicciones de una presidencia breve, de un final con asamblea legislativa para elegir un nuevo presidente y, por cierto, con la ya trillada expresión de la huida en helicóptero.
No nos debe extrañar este ataque a la figura presidencial, cuando lo hicieron con su propio presidente Alberto Fernández, elegido “a dedo” como candidato a presidente por la viuda de Kirchner, a quien llegaron a tratar como “okupa”, “mequetrefe” y otros adjetivos no menos ofensivos, sumada a la renuncia anunciada por los ministros y funcionarios que le respondían totalmente a ella, porque al parecer “su Presidente” no cumplía con las órdenes que le impartía la “Jefa”.
La entonces Vicepresidenta embistió contra el sistema republicano de gobierno, basado en la división y equilibrio de los poderes del Estado, al embestir ferozmente y por motivos personales, contra los integrantes de la Corte Suprema de Justicia, ordenando a sus fieles subordinados la promoción de un absurdo y arbitrario juicio político.
Además ha dañado la independencia e imparcialidad de la Justicia con la insólita creación de la agrupación autodenominada “Justicia Legítima” integrada por jueces y funcionarios alineados con el oficialismo.
Por otra parte mantuvo bloqueado el acuerdo que debe dar el Senado para la designación del Procurador General propuesto por el Presidente, por no ser de su agrado. También cabe recordar que siendo Presidenta de la Nación, hizo disminuir de 9 a 5 el número de integrantes de la Corte, argumentando que era excesivo, para impulsar después el aumento a 15 miembros, demostrando una incoherencia y arbitrariedad increíbles.
Similar gravedad tuvo el grosero manoseo del Consejo de la Magistratura, al disminuir el número de integrantes de 20 a 13, para dar predominio al estamento político y eliminar la representación de la Corte Suprema de Justicia, violando lo establecido por el artículo 114 de la Constitución. Por si fuera poco impulsó la vergonzosa maniobra de simular la división de su bloque en el Senado para obtener ilícitamente un cargo más en dicho Consejo. Felizmente, ambos artificios fueron dejados sin efecto por la Corte Suprema de Justicia, poniendo al descubierto la aviesa finalidad que perseguían.
Mientras se generaban todos esos ataques contra el Estado de derecho y el manejo irresponsable de la economía por parte del kirchnerismo, fue aumentando en forma exponencial la cantidad de pobres e indigentes, afectando a casi el 50% de la población, convirtiéndola como rehén de los planes sociales y otro tipo de limosnas para forzar el apoyo político a quienes eran culpables de haberla sometido a tan degradante situación.
La incontenible inflación y el estancamiento en el crecimiento del país, causaron el más tremendo ajuste en detrimento de las sectores más vulnerables que veían carcomidos diariamente sus escasos ingresos en sus sueldos y jubilaciones, mientras se proclamaba que no existía ese inocultable pérdida del valor adquisitivo de sus ingresos.
El gobierno kirchnerista construyó un relato mentiroso para disimular el creciente deterioro de la calidad de vida de los argentinos. Una prueba evidente de ello fue la arbitraria intervención del INDEC, para tergiversar los datos de la economía, llegando al descaro de sostener que teníamos menos pobres que en Alemania, o de afirmar después, por parte del fracasado ministro Kicillof que no se proporcionarían esos datos sobre la pobreza para no estigmatizarla.
Resulta realmente insólito que los K nieguen o relativicen el estado de emergencia en el que dejaron al país y la necesidad y urgencia para adoptar las medidas que tiendan a superarlo, mientras crece la desnutrición de los niños, causándoles un daño irreparable en el cerebro, robándoles su futuro. Deberían sensibilizarse cuando ven a familias buscando alimentos en los basurales.
El eje central del relato kirchnerista fueron los interminables monólogos de la ex Presidenta, que haciendo abuso de su poder utilizó más de 40 veces la cadena oficial de radio y televisión para difundir propaganda personal y partidaria. La cooptación de medios periodísticos a través del manejo arbitrario de la pauta oficial y el uso abusivo de los medios oficiales para hacer propaganda oficialista, al estilo del programa militante denominado “Seis, siete, ocho”, utilizando la “televisión pública”, es una prueba evidente de lo afirmado.
En definitiva, el pueblo se cansó de sufrir tantos atropellos institucionales, de la falta de estabilidad económica y abusos de todo tipo en el ejercicio del poder y dijo a través de las urnas: ¡Basta, se agotó nuestra paciencia y optamos por un profundo cambio en la conducción de los destinos del país!
Al respecto recuerdo aquella famosa frase pronunciada por el Cónsul Cicerón en su primera catilinaria denunciando la conspiración de Catilina para derrocarlo de su cargo en el Senado romano: ¿“Hasta cuando abusarás de nuestra paciencia Catilina”? (Quousque tandem abutere, Catilina, patientia nostra?).
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