jueves, abril 18

La pobreza y la precarización laboral del kirchnerismo

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Nota extraída de TN por Diego Sehinkman

Despidan a la fantasía de que la Argentina es un país con mayoría de clase media. La autopercepción clasemediera, hoy, es solo un aspiracional sostenido en valores, no en ingresos.

Llegó la mala noticia más anunciada de la historia: empeoró la pobreza, ahora es del 39,2. Casi 4 de cada 10 argentinos son pobres, es decir, no tienen las necesidades básicas satisfechas. Son 18 millones 700 mil personas sobre 45 millones en total.

¿Cuál es la novedad? Que los nuevos pobres son los trabajadores. El 33,5 por ciento de las personas que tienen un empleo, igual son pobres. Significa que aún poniendo a disposición toda su fuerza de trabajo, uno de cada tres no llega a las necesidades básicas. En los últimos años, este número nunca fue mucho menor, pero ahora está aumentando sostenidamente. Este dato desespera al gobierno y sobre todo a Cristina, que toda la vida dijo que con ella el salario le ganaba a la inflación y se jactaba de que en sus gobiernos -como si éste no lo fuera- los trabajadores tenían uno de los mejores ingresos de la región, medidos en dólares.

Inflación, la gran culpable

La inflación le va licuando a la gente sus ingresos. Esto es una novedad en este cuarto ciclo K. Recordemos que en los tres primeros, los Kirchner machacaron con una operación cultural: la inflación es buena, signo de actividad económica, se trata de una puja distributiva. Es “el ruido” del consumo, diferente al silencio de los cementerios de la recesión. ¿Qué prefieren -decía el kirchnerismo- inflación o recesión? El truco funcionó con bastante éxito hasta la salida de Cristina del poder, cuando se fue con el 30 por ciento de inflación, según estimaciones privadas. Recuerden que en ese país “cómodo” que dejó la señora de Kirchner, el INDEC mentía de modo alevoso y las consultoras no podían medir inflación porque Guillermo Moreno y su sucesión te multaba y te cerraba el boliche. Tampoco pobreza, porque era estigmatizar.

Pero la positivización de la inflación pudo hacerse hasta el 30 por ciento anual. Ahora que ya está arriba de 100 es imposible, porque salvo algunos pocos gremios nadie tiene una paritaria que empate. Y mucho menos la argentina informal. Dato aparte y curioso: en la provincia de Buenos Aires, donde el peronismo retiene su mayor caudal electoral, junto con el norte, la pobreza llega al 45 por ciento. Y la pobreza hasta los 14 años es, a nivel nacional, del 54 por ciento. “Este es el gobierno del 54 por ciento, al que no le guste que se arme un partido y se presente a elecciones”, chicaneaba Cristina cuando ganó en 2011. Ironías del destino, hoy también es el gobierno del 54.

Lo más dramático es que estas cifras son viejas, de la segunda mitad del año pasado. Una foto de una Argentina de ayer, cuando había mucha menos inflación. Recién en septiembre próximo conoceremos la pobreza que vivimos ahora. Se estima que por la aceleración de la inflación ya no será del 39,2 sino del 40 o incluso varios puntos más. Una bomba que le explotará al gobierno justo antes de la definición electoral de octubre.

Pasando en limpio el mapa laboral argentino: el 40 por ciento del trabajo es en negro. Esos trabajadores no tienen ningún tipo de seguridad social, ni médica, ni aporte jubilatorio ni cobertura alguna. Y uno de cada tres trabajadores es pobre.

Pero que la realidad no empañe el relato: si vuelve el neoliberalismo se viene la precarización laboral.