sábado, noviembre 16

Manes pateó el hormiguero, Macri se alista, yBullrich¿salta?

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Nota extraída de Clarín por Ricardo Kirschbaum

¿Quién garantiza no se partirá el Frente de Todos si se suspenden las primarias? Y Massa comienza a sentir la presión política del kirchnerismo.

Hay quienes dicen tener pruebas de que lo que dijo Facundo Manes sobre Mauricio Macri es lo mismo que piensan y no lo dicen en público otros prominentes miembros de la oposición. Anche del PRO, agregan. Pero hacer lo que hizo el neurocientífico fue demasiado: servirle en bandeja la confirmación de sus sospechas al oficialismo sobre la gestión del ingeniero, al que fustigan por meter mano en la Justicia y utilizar a los espías estatales en su beneficio. Manes necesita instalarse en el firmamento opositor ofreciendo una vertiente nueva, la de un hombre que no viene de la fragua política y que está dispuesto a meter los pies en ese barro con otros códigos. Lo que vale son los resultados, terminó acicateando otra crisis interna.

Su irrupción fue otra vuelta de tuerca en el tensionado mundo de Juntos por el Cambio, que sigue aferrado a las PASO como un eje ordenador y que teme que, finalmente, el oficialismo consiga los votos necesarios en el Congreso para voltear las primarias.

Esa es la primera preocupación de Juntos por el Cambio, que, por ahora, paradójicamente tiene una coincidencia no deseada y objetiva con Alberto Fernández, quien aunque parezca una fábula, sigue pensando en que las primarias pueden permitirle postularse para la reelección. La mayor parte del universo del Frente de Todos, o de lo que queda de esa coalición electoral, con la asistencia de otras vertientes como la de Schiaretti, quiere terminar con las primarias para asestarle a la oposición un golpe duro. Pero hay también temor de que eliminadas las internas, todo quede en la lapicera de Cristina. Por eso, una fracción del oficialismo tampoco quiere que las PASO desaparezcan. ¿Quién garantiza no se partirá el Frente de Todos si se suspenden las primarias?

En la oposición hay una pregunta que todavía no tiene respuesta: ¿Macri será candidato? Todos sus últimos gestos y declaraciones demuestran que el ex presidente está dispuesto a ir por la revancha. A su modo, parece alentar un operativo “clamor” que le devuelva competitividad, mellada por los resultados de su gestión en la Casa Rosada. El eje de su estrategia es sostener que los cambios que hay que hacer en la Argentina no pueden concretarse en alianza con los que defienden un sistema en decadencia. Este punto es clave: las críticas de Macri están dirigidas a sus socios radicales, pero fundamentalmente a Horacio Rodríguez Larreta, que difunde su programa de gobernar con una gran alianza, si es que llega a la Presidencia. Eso es lo que Macri denomina un tanto despectivamente como “panperonismo”. La postulación de Macri pondría a Larreta en un dilema difícil.

Si el ex presidente finalmente desistiera de su empeño, algo que están por verse, quiere conservar el poder de condicionar al que represente a la coalición opositora. Este afán parece no tener en cuenta el fracaso de la experiencia Fernández-Fernández pero aún así es interesante este reflejo. El ex presidente, ahora, le da aire a una posible candidatura de María Eugenia Vidal, postergando a Patricia Bullrich y a Larreta.

Ambos tienen claro que deben ganarse por sí mismos el derecho a serlo y no depender del dedo de Macri.

Si no hay finalmente PASO, la oposición debe decidir una fórmula para definir su representación. Una de ellas, la más probable, es que se decida volver al antiguo formato de las internas partidarias, en las que el peso del aparato político es muy importante. En este caso, Bullrich estaría teóricamente en desventaja frente a Larreta y a Manes. ¿Qué hará en ese caso Bullrich? ¿Persistirá en JxC o buscará otros aires, mirando hacia Javier Milei?

La ex ministra de la Alianza y de Macri debe recordar porque en ese tiempo caminaba por esa vereda, la interna entre Antonio Cafiero y Carlos Menem, en el peronismo. Cafiero era gobernador de Buenos Aires y una estrella ascendente en el firmamento justicialista. Disponía del aparato, pero Menem sorpresivamente lo derrotó con limpieza. Esa enseñanza de la historia envalentona a Patricia frente a Larreta.

El jefe de Gobierno ha abonado su propio espacio y tiene buen vínculo con la UCR y con Carrió. Los radicales, que han reprendido en público a Manes, aspiran a integrar la fórmula principal, poner el candidato a vicegobernador bonaerense y a tratar de quedarse con la jefatura de Gobierno de la Ciudad.

Como queda claro, las incógnitas que la coalición opositora debe resolver son las de Macri, Bullrich y Manes, que también estuvo y está en conversaciones con algunos peronistas que lo animan a diferenciarse.

Hay quienes bromean diciendo que lo mejor que le puede pasar a la oposición es no ganar en el 2023 porque heredarán una bomba sin espoleta, si es que Sergio Massa consigue contener la crisis hasta entonces. La casi convicción de que el gobierno ha decidido convivir con una inflación alta o muy alta lleva a la conclusión de que el ajuste que se comenzó a hacer en el momento más dramático, comienza a aflojarse. Y se extiende en el oficialismo la falsa creencia de que Massa consiguió dólares para las casi inexistentes reservas y así los alejó de una eclosión. Pasado el miedo, vuelve a aparecer la verdadera naturaleza.

Peor aún, Massa comienza a sentir la presión política del kirchnerismo aunque su optimismo genético lo niegue. El ministro cree que está cerca de haber estabilizado el barco y que luego debe dedicarse a los precios desbocados.

A Cristina Kirchner le cuesta mucho moverse en situaciones desfavorables. No tiene -no tuvo- remordimientos si, en función de su necesidad, tiene que usar primero y dejar en la banquina después a cualquier aliado circunstancial.

Un diplomático de una potencia europea quedó otra vez asombrado de la asimetría de la política exterior argentina con sus pedidos desesperados de ayuda y de inversiones, por un lado, y el voto contrario a esos intereses en organismos internacionales, por el otro.

Por supuesto que Massa es el primer perjudicado en esas piruetas ideológicas: el martes estará otra vez en Washington. El ministro, además de lidiar con las presiones internas y con las incoherencias políticas externas, debe enfrentar a un enemigo mucho más poderoso, que es la realidad argentina diaria.

Ese -y no otro- es su verdadero desafío.