domingo, octubre 13

Milei avanza entre alertas rojas

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Nota extraída de Clarín por Eduardo Van der Kooy

Se apoyó en el PJ disidente antes que en Juntos para conformar el Gabinete. Bullrich en Seguridad es casi una excepción. También marca una distancia con Macri.

Milei avanza entre alertas rojas

A medida que se aproxima la fecha de asunción del gobierno de Javier Milei -el domingo próximo- la escena político-partidaria parece profundizar cada día su desgajamiento. Un proceso activo que, incluso, torna provisorio el balance de estas horas. El PRO exhibe al menos tres partes: dos en el bloque de diputados y otra entre los gobernadores. Las posturas preventivas de Rogelio Frigerio, de Entre Ríos, e Ignacio Torres, de Chubut, respecto de la administración que viene no son familiares con la mirada contemplativa de Jorge Macri, el jefe de la Ciudad.

Las aguas también se dividen entre los mandatarios radicales. Alfredo Cornejo, de Mendoza, y Gustavo Valdés, de Corrientes, no se paran frente a la novedad libertaria del mismo modo que sus colegas de Jujuy, San Juan, San Luis y Chaco. Algo similar ocurre en los bloques de diputados y senadores. La ebullición se percibe menos por un motivo: están pendientes de la renovación de las autoridades partidarias que se concretará en breve. Gerardo Morales cesa como presidente.

El todavía gobierno de Alberto y Cristina Fernández sufre prematuramente la condición opositora que le aguarda. Gildo Insfrán podría tentarse con declarar la autonomía de Formosa. El feudo de Gerardo Zamora en Santiago del Estero abriría alguna ventana en el Congreso. El asunto espinoso sería Buenos Aires, donde está el refugio kirchnerista. Axel Kicillof mira a la vicepresidenta, su protectora, pero sabe que no la tendrá fácil. En la principal geografía electoral existirán 12 intendentes de La Cámpora que no comulgan con el gobernador y están dispuestos a renovar el ejercicio militante. Axel tendrá en la Casa Rosada a Javier Gerardo. No a Alberto, que tendió hacia el Conurbano en estos cuatro años un verdadero plataducto.

Aquel mapa político que se observa tendría poco que ver con el que se insinuaba el 19 de noviembre cuando Milei convirtió el balotaje en una paliza contra Sergio Massa. Parecían componer el sistema, por entonces, tres fuerzas más o menos delimitadas. La fragmentación en todo el arco opositor de hoy y el que vendrá adquirió en un par de semanas una intensidad producto de dos factores: el impacto lógico de las urnas; un convencimiento sobre la aceleración de la crisis económico-social.

Semejante diáspora plantea un monumental desafío a un presidente electo que arribará con una formación política bisoña y muy minoritaria: 38 diputados y 7 senadores. Promete reformas profundísimas, sobre todo ligadas al gasto público, que demandarán consensos amplios para capear las tensiones sociales ineludibles.

La hoja de ruta política de Milei parece en su recorrido ir sufriendo mutaciones. Aquel acercamiento inicial con Mauricio Macri, sobre todo luego de las elecciones generales de octubre, comenzó a evaporarse. Con la consecuente onda expansiva en el PRO. La incorporación de Patricia Bullrich al Ministerio de Seguridad respondería a dos motivos: el deseo del presidente electo; la coronación de un viejo conflicto que la dama mantiene con el ingeniero. Jamás le perdonó aquel gesto de condescendencia que tuvo con el libertario cuando se impuso en las PASO. “Me tiene podrida”, repite muchas veces la antes candidata. Está dispuesta a la aventura final: desligarse del PRO y embarcarse en la cruzada mileísta.

Bullrich padeció en el camino hasta octubre un desgaste similar al que el ex presidente propinó a Horacio Rodríguez Larreta en la interna. Tales antecedentes podrían explicar las prevenciones de Milei. Exalta la figura de Macri. Lo prefiere distanciado de su maquinaria de poder para evitar de cuajo las conjeturas sobre un presunto “doble comando”. O una paternidad. El acercamiento de Bullrich tuvo un efecto colateral. Detonó un cisma entre los diputados del PRO. Una docena responden a ella. Ayudaron a fulminar la ambición de Cristian Ritondo de convertirse en titular de la Cámara de Diputados.

También, una cortina de confusión envolvió la nominación de Luis Caputo en Economía. No llegó por haber sido ex secretario de Finanzas de Macri. Trabó relación con el presidente electo a través de su sobrino, Santiago. Un joven digital a quien Milei atribuye enorme porcentaje del éxito de su campaña electoral. Talló mucho además el jefe de Gabinete, Nicolás Posse.

La descomposición de Juntos por el Cambio, uno de los grandes fenómenos que detonó el recorrido electoral, ha ido direccionando la construcción de poder de Milei hacia otros puertos. Apareció Alternativa Federal, una fuerza con la cual Juan Schiaretti figuró con casi 7% de los sufragios. En una provincia, Córdoba, donde el presidente electo hizo la mayor cosecha del país (74%). Si se desmenuza la todavía precaria conformación del Gobierno se descubre un dato llamativo. Hay por lo menos tres funcionarios cordobeses que se mudarían a cargos con rango nacional. Juntos por el Cambio tiene sólo a Bullrich.

Milei se expuso a un pleito que está abierto con Carolina Píparo, ex candidata a gobernadora en Buenos Aires, para encumbrar a Osvaldo Giordano en la ANSeS. Allí había sido designada aquella mujer. Es la gran caja de la camporista Fernanda Raverta. Nominó a Franco Moguetta como secretario de Infraestructura. Llevará a Daniel Tillard al Banco Nación. El macrismo observa el espectáculo.

El viraje no tuvo un único mentor. Aunque el desempeño del ministro del Interior, Guillermo Francos, emerge determinante. Este dirigente supo estar con Daniel Scioli (Banco Provincia), fue fundador con Domingo Cavallo de Acción Republicana. Actuó como representante en el BID del gobierno de Alberto. Su sello posee, aunque módica, alguna identidad.

Esa línea se advierte en otras operaciones. La intención que Florencio Randazzo, acompañante en la fórmula con Schiaretti, pudiera quedarse con el timón de Diputados en lugar de Ritondo, debilitado adentro y vetado por los K. Imposible, luego de la negativa tajante que le lanzó Eduardo De Pedro, como correo de Cristina, al próximo ministro del Interior. A raíz de ese encierro afloró la candidatura del libertario Martín Menem. Hijo del ex senador Eduardo. Empresario sin mayor experiencia política.

La designación de autoridades también resultó sinuosa en el Senado. Cristina despejó dudas sobre la posibilidad de interferir en la línea sucesoria que, según ella, corresponde a La Libertad Avanza. Tabicó así a radicales y macristas. La vicepresidenta electa, Victoria Villarruel, conducirá la Cámara alta. El libertario Francisco Paoltroni la secundará. Le ganó la pulseada a la senadora Alejandra Vigo, mujer de Schiaretti.

La intención de Francos consiste en colaborar con la edificación del mileismo replicando de alguna forma, con los términos de la ecuación invertida, la maqueta de la década de los 90. Carlos Menem arrastró al peronismo a una alianza con la UCeDe. Ese hipotético lugar lo ocuparía ahora La Libertad Avanza. Habría que consolidarlo, de acuerdo con tal visión, con fuertes pinceladas peronistas. Tampoco vale caer en simplificaciones. El ex presidente riojano, con mucha trayectoria sobre sus espaldas, lideró por una década el partido mayoritario. Milei es un recién llegado y La Libertad Avanza una expresión política aún muy reducida.

El presidente electo habría comenzado a tomar conciencia sobre esa realidad. Detuvo sus impulsos declarativos. ¿Alguien recuerda la pavura que despertaron las audacias sobre el aborto, la venta de órganos o la libre portación de armas? La dolarización y el pregonado cierre del Banco Central forman parte por ahora de un recuerdo. Se ancla en el recorte del gasto público, en la falta de dinero y la herencia kirchnerista que, al menos en diciembre y enero, le dejará una inflación por encima del 15% mensual. Es decir, inflación sumada a la caída de productividad. La llamada estanflación, antes del recambio de gobierno.

Milei tal vez, incluso antes de asumir, se ocupe de denunciar algunas de las tropelías cometidas por Massa para financiar su campaña. Es probable que, amén de todas las dificultades objetivas, le suceda lo mismo que a Macri en su inauguración. Aquella vez la Corte Suprema convalidó el reclamo de tres provincias (Santa Fe, Córdoba y San Luis) por deudas con la masa coparticipable. Ahora se obligaría al Gobierno a saldar la millonaria deuda con la Ciudad por el recorte realizado en pandemia para sofocar un conflicto policial en Buenos Aires. Los jueces hace rato dieron la razón al reclamo porteño. Ni Alberto, ni Cristina, ni Massa cumplieron con el fallo.

Milei estará forzado en su debut a tener claras, al menos, dos premisas. La necesidad de un armado parlamentario básico que le permita avanzar con las primeras reformas. ¿Será conveniente una ley ómnibus que podría trabarse en su conjunto por algún detalle menor?. ¿No resultarían oportunos proyectos parciales que permitan progresar y empiecen a consolidar la idea de gobernabilidad?. Es un dilema que da vueltas alrededor del presidente electo.

El otro desafío estará en la calle. Un mundo desconocido para La Libertad Avanza. Caputo todavía no habló, pero Diana Mondino, la futura canciller, se encarga de diseminar el diagnóstico durísimo que le aguarda a la Argentina. Arriesga tal vez demasiado: circunscribió el sufrimiento social a seis meses. El plazo maldito de los “brotes verdes” del macrismo que nunca llegaron.

Las organizaciones piqueteras de izquierda comunicaron para el 19 y 20 de diciembre sus primeras movilizaciones. Luego de la asunción de Milei. Cristina empezó a vaticinar una “catástrofe social” por la estanflación que mencionó el presidente electo. Su palabra jamás es inocente. La CTA de Hugo Yasky cavila un plan de resistencia. Kicillof apura la designación en Buenos Aires del ministro de Seguridad que debe sustituir a Sergio Berni. No quiere ninguna sorpresa navideña. Son las primeras luces rojas de alerta en el itinerario de Milei.