Pese a las medidas de Massa, Alberto no logra generar expectativas que impulsen su candidatura

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Nota extraída de TN por Gonzalo Aziz

El Gobierno reconoce que el principal problema para conseguir la estabilidad es la inflación. El oficialismo está cada vez más concentrado en las internas y en el armado electoral.

Esta semana, el ministro de Economía Sergio Massa anunció la recompra de US$1000 millones en títulos de la deuda argentina. Buscó, con esta medida, recuperar confianza en los mercados. Después del anuncio hubo un impacto positivo, pero el efecto fue efímero. La falta de previsión económica en medio de una crisis que no da respiro y la inflación que no baja plantean más que incertidumbre económica y el presidente Alberto Fernández ve esfumarse las chances para su proyecto de reelección.

Hace nueve meses publiqué en TN una nota titulada “Para salir de la crisis, el desafío de la dirigencia es volver a generar expectativa”. Lamentablemente las cosas no han cambiado. Es más: empeoraron.

“Es como hacer un asado en el fondo del mar”, dice un funcionario del poder ejecutivo nacional cuando le pregunto si el gobierno puede darle a la gente expectativa real de un futuro mejor a mediano plazo. “¿Cómo hacés? Cuando tenés 100 puntos de inflación, no tenés chance. La guita no alcanza, la gente no llega a fin de mes. Y nosotros boludeando (sic) con el juicio político a la corte. No entendimos nada”, agrega con una fuerte autocrítica.

¿De qué hablamos cuando hablamos de expectativa? Dice la Real Academia Española:

Expectativa

  1. Esperanza de realizar o conseguir algo
  2. Posibilidad razonable de que algo suceda

Es un concepto muy simple que, llevado al ámbito de la política -y más específicamente a la política pública– habla de la capacidad generar en el otro la sensación genuina de que las cosas van a estar mejor. “Expectativa” es un elemento central a la hora de pensar procesos políticos, sociales y económicos.

En abril de 2022 decíamos que “el 75% de los encuestados cree que dentro de un año la Argentina estará igual o peor”. Eso es: tres de cada cuatro argentinos carece de expectativa. Un número durísimo.

Tres de cada cuatro argentinos carece de expectativa de bienestar a futuro. (Foto: NA)
Tres de cada cuatro argentinos carece de expectativa de bienestar a futuro. (Foto: NA)

¿Hoy cómo estamos? La última encuesta de satisfacción política y opinión pública elaborada por la Universidad de San Andrés revela que apenas el 16% de la gente está satisfecha con la marcha general de las cosas, mientras que el 83% se encuentra insatisfecho.

Para reflexionar sobre esta problemática -como hace hace nueve meses- invito a Pablo Knopoff, director de Isonomía Consultores, uno de los analistas de opinión pública y política más lúcidos de la región.

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“El argentino siempre tuvo la sensación de que la historia se repite, en ciclos buenos y malos. ´Cada 10 años hay una crisis´. ´Mi papá me contó´. Entonces vos aun cuando estabas mal tenías la esperanza de tener esperanza. Eso es lo que perdió el argentino. Perdió la esperanza de esperanzarse. Hay valores de pesimismo muy altos. Cuesta pensar que el futuro puede ser mejor. Entre otras cosas, porque la mayoría de los políticos que tenemos ya gobernaron”, reflexiona.

La falta de renovación en la plana mayor de la dirigencia es, claramente, uno de los principales factores que hacen desmoronar la expectativa popular. En ese aspecto, la política enfrenta una encrucijada difícil: hay que elegir entre “viejos” con poder, instalados, conocidos, o “nuevos” con todo por construir, con necesidad de instalarse.

El Frente de Todos se debate en peleas internas y el armado electoral está en el ojo de la tormenta. (Foto: NA).
El Frente de Todos se debate en peleas internas y el armado electoral está en el ojo de la tormenta. (Foto: NA).

Es que los tiempos del sistema corren a velocidad ferrari, seguramente asociados a la intensa demanda. Hay que impactar aquí y ahora. No hay tiempo para esperar a ese “nuevo” con capacidad de renovar a la política, con ideas creativas capaces de atender a los complejos problemas de la era posmoderna.

También es cierto que hoy las cosas suceden en un ecosistema gobernado por la polarización y que dicho fenómeno lejos está de darle tiempo y espacio a las nuevas corrientes. Con lo cual, la tarea de renovar se hace extremadamente difícil. Algunos “audaces” se atreven -como mínimo- a hacer un mix y cuelan caras jóvenes en estructuras que siguen siendo “viejas”. Pero no alcanza. Y eso conspira contra la idea de esperanzar a una expectativa cabizbaja.

“La política está lejos de la sociedad”, dice Knopoff e introduce otro tópico. “La política está solo cerca de los temas de la política”, sentencia. Prueba de esto son los temas de la agenda dirigencial. Juicio político a la corte, cumbre de la CELAC, etc, es hoy la agenda del gobierno. En su afán de correr el marco de los problemas reales (inflación, inseguridad) y de buscar cohesión en un frente político cascoteado (identificar enemigos comunes: la corte, los empresarios, etc.) el gobierno sale de la agenda del ciudadano de a pie. La oposición también hace lo suyo: las internas de Juntos por el Cambio no sanan y así oxigena un poco al oficialismo.

La consecuencia de esta brecha entre la política y la sociedad abre la puerta a experiencias radicalizadas, como es el caso de Javier Milei que capitaliza para sí la falta de expectativa. “Milei es una categoría, tiene representación. Más cercano al castigo a la casta, el castigo al pasado, a los privilegios, a la política”, resume Knopoff.

La consecuencia de esta brecha entre la política y la sociedad abre la puerta a experiencias radicalizadas, como es el caso de Javier Milei que capitaliza para sí la falta de expectativa. (Foto: TN)
La consecuencia de esta brecha entre la política y la sociedad abre la puerta a experiencias radicalizadas, como es el caso de Javier Milei que capitaliza para sí la falta de expectativa. (Foto: TN)

La pregunta inmediata es si la Argentina puede experimentar gobiernos radicalizados como ocurrió en Brasil y en Estados Unidos. “No sé si estamos para tener ´un Bolsonaro argentino´. Me da la sensación de que el argentino se va a resistir todo lo posible a lo que parezca que esté por fuera del sistema. Y lo va a elegir cuando crea que no hay más sistema.”

Lo que deja en claro el analista, es que no hay que subestimar estas expresiones: “Tiene representación. Y la tiene en muchos lugares. No es más una simple expresión de la metrópoli. Es una categoría. Es un fenómeno tan amplio como la propia Argentina”.

¿Cuándo sucede eso de que “no hay más sistema”? “Es muy difícil saberlo. En el pasado, dejaba de haber “sistema” (democrático) cuando aparecían las dictaduras. Ahí aparece con claridad la variable de la expectativa”, responde Knopoff.

Los gobiernos democráticos descansan en la “expectativa”. El éxito de un dirigente pasa entre otras cosas por generar -en la población- expectativa. A la inversa, gobiernos dictatoriales y autoritarios, promueven -utilizando todo tipo de herramientas (incluso la violencia física)- la destrucción de la expectativa, desmoralizando a las sociedades, quitándoles cualquier sueño de bienestar.

Quisiera -entonces- repetir la pregunta: ¿Cuándo sucede eso de que “no hay más sistema”? “Quizás no haya más sistema cuando no haya más expectativa”.

¿Cuán lejos estamos de eso? “No sé si la falta de expectativas se resuelve con cambios profundos. Quizás se resuelve con la verdad. Tal vez es tan simple como que aquello que alguien diga que va a pasar pase”, dice Knopoff. Es indispensable preguntarse si la dirigencia actual está capacitada para hacer eso.

El ministro de Economía, Sergio Massa, anunció la recompra de bonos de la deuda extranjera por U$S 1000 millones. (Foto: AFP/Luis Robayo).
El ministro de Economía, Sergio Massa, anunció la recompra de bonos de la deuda extranjera por U$S 1000 millones. (Foto: AFP/Luis Robayo).

“Por algo llamamos a Sergio (Massa). Para poner la verdad económica encima de la mesa. La agenda de Sergio es la inflación, son los impuestos, son las buenas relaciones con el establishment. El Frente Renovador impulsa desde 2013 una agenda de los problemas de la agenda”, afirma un dirigente del gobierno que trabaja en la órbita del ministro de Economía.

La pregunta es si todo eso alcanza. Esta semana que pasó el ministro anunció la recompra de U$S1000 millones en títulos de la deuda argentina, un gesto al sistema financiero para recuperar confianza, bajar el riesgo país, valorizar los bonos argentinos y bajar el dólar. El primer día post anuncio hubo un impacto positivo. Al segundo las cosas volvieron al estado real: subió el riesgo país, bajaron los bonos, subió el blue.

Dice el estudio de la Universidad de San Andrés que “el 66% de los encuestados se encuentra insatisfecho con las medidas de Sergio Massa, solo el 27% está satisfecho”.

El problema es general. El estudio de UDESA revela que “la satisfacción con el desempeño del Senado y del Ejecutivo es del 17%, mientras que la de Diputados es de 14%”. Dice también que “el 24% aprueba al gobierno de Alberto Fernández, el 74% lo desaprueba”. Sostiene además que “la insatisfacción (con respecto a las políticas públicas implementadas) supera el 55% en todos los casos”.

“Quizás se resuelve con la verdad”, decía Knopoff. Qué desafío. Decir la verdad es aceptar con humildad cuando las cosas salen mal, es abrirse a escuchar activamente a quien piensa distinto, sus críticas. Es alinear la agenda política con las preocupaciones de la gente real.

La política se aleja de los problemas de la gente real. (Foto: NA/MARCELO CAPECE)
La política se aleja de los problemas de la gente real. (Foto: NA/MARCELO CAPECE)

Según UDESA “Inflación (61%), Corrupción (41%) y Delincuencia, robos e inseguridad (34%) siguen siendo elegidos como los principales problemas”. Y ahí no hay distinciones partidarias: “La inflación es el principal problema tanto para los votantes del FdT (66%) como para los de JxC (61%)”.

Todo lleva a pensar que sin renovación no habrá esperanza de que las cosas puedan cambiar para bien. El estudio de UDESA muestra que todos los dirigentes políticos que aspiran a conducir el país tienen -mínimo- 50% de imagen negativa.

Sin renovación difícilmente haya recuperación de la expectativa. Pero claro, renovar es un desafío que la vertiginosidad -al menos hoy- no admite.