¿Por qué JPMorgan es optimista sobre la economía de América Latina, y qué medidas puede tomar la región para maximizar su potencial de crecimiento y superar los desafíos de larga data?
El panorama económico de América Latina está mostrando sus fundamentos más sólidos en dos décadas, reflejando el inicio del superciclo de las materias primas. Sin embargo, para aprovechar plenamente esta fortuna geopolítica, los líderes de la región deben ser más ambiciosos.
¿Qué está ocurriendo actualmente en América Latina?
A medida que se avanza hacia 2024, América Latina ya está superando las expectativas de crecimiento. A pesar de la ralentización de sus mayores economías, Brasil y México, la desaceleración es menos grave de lo previsto. Los países andinos están recuperando el impulso perdido tras la pandemia, con una inflación en descenso y la previsión de unos tipos de interés más bajos que prometen estimular aún más la actividad económica. Y lo que es más importante, América Latina está entrando en una etapa favorable en lo que respecta a la geopolítica y el comercio, según destaca JPMorgan Chase & Co. en su reciente y detallado análisis de 109 páginas sobre la región:
“La región ha superado sistemáticamente las expectativas de crecimiento en los últimos años y parece encontrarse en una sólida posición cíclica. Sin embargo, la narrativa se extiende más allá de lo cíclico a lo estructural. Las perspectivas a largo plazo de América Latina están preparadas para beneficiarse del cambio global hacia cadenas de suministro seguras, asequibles y fiables en medio de las divisiones geopolíticas. Como productora tanto de materias primas como de productos manufacturados, y con democracias sólidas y buenas relaciones internacionales, América Latina está bien situada para mejorar sus vínculos comerciales y de inversión a escala mundial en los próximos años. Esto se ve respaldado por las reformas económicas promulgadas en los últimos años”.
Los fundamentos económicos de América Latina son más sólidos ahora que en cualquier otro momento desde que comenzó el superciclo de las materias primas hace dos décadas, lo que supone un argumento convincente para invertir en ETF centrados en la región. Más allá de las observaciones de JPMorgan, la demografía relativamente joven de la región, adepta a adoptar la tecnología y navegar por los desafíos burocráticos, y sus vastas tierras alejadas de posibles conflictos mundiales (ilustrado por la reciente adquisición por un magnate de la tecnología de un vasto desierto en Argentina como refugio nuclear), refuerzan aún más sus perspectivas.
¿Por qué la tasa de crecimiento no es mayor?
No obstante, a pesar de estas perspectivas optimistas y del innegable potencial, las previsiones económicas inmediatas de JPMorgan para la región son, en el mejor de los casos, modestas. El crecimiento previsto del PIB se sitúa en el 1,6% para este año y en el 2,3% para 2025, cifras que coinciden con otras previsiones, incluidas las del Fondo Monetario Internacional para la región, incluido el Caribe.
Este nivel de crecimiento está por debajo de las expectativas. Para que América Latina aproveche realmente sus oportunidades actuales, las tasas de crecimiento deben ser significativamente más altas para hacer frente a problemas endémicos como la pobreza, la inseguridad y la desigualdad.
Retos para el crecimiento y oportunidades para la transformación
La modesta previsión de crecimiento de este año puede atribuirse a retos concretos: Argentina se enfrenta a una posible recesión profunda a la espera del éxito de las estrategias económicas del presidente Javier Milei; los retos fiscales de Brasil siguen mermando su potencial como potencia exportadora; y México no está aprovechando plenamente sus oportunidades de deslocalización.
Además, la región se enfrenta a problemas profundamente arraigados que obstaculizan el crecimiento, como la insuficiente inversión en educación, innovación y tecnología, la corrupción generalizada y los elevados índices de delincuencia, que repercuten negativamente en la productividad laboral.
Sin embargo, las oportunidades de transformación económica son abundantes. El auge del petróleo en Brasil y Guyana, la posición de México como importante socio comercial de Estados Unidos, el potencial agrícola de Argentina y la capacidad de la región en energías renovables ofrecen vías de crecimiento. Además, el turismo, las exportaciones culturales y los avances en inteligencia artificial ofrecen potenciales impulsos económicos.
La promoción del empleo formal, la integración de la mujer en el mercado laboral, la integración regional y la mejora de la conectividad digital son medidas prácticas que pueden estimular el crecimiento. Un reciente informe del Banco Mundial también sugiere adoptar un enfoque “territorial” para combinar el desarrollo impulsado por los recursos con la optimización de las cualificaciones de la mano de obra urbana para un crecimiento sostenible e integrador.
¿Qué le espera a América Latina?
Transformar la economía de toda una región no es tarea de un día para otro. Sin embargo, si alguna vez ha habido un momento para que América Latina pivote hacia un pensamiento estratégico a largo plazo, es ahora. La región está en la cúspide de la grandeza, no por pura suerte, sino por el trabajo duro colectivo y los esfuerzos estratégicos de sus líderes y su gente.
Entonces, ¿cuál es el problema de la visión alcista de JPMorgan sobre América Latina? Es un voto de confianza en el potencial de la región no sólo para crecer, sino para dispararse. Pero para que ese potencial se materialice plenamente, es hora de actuar de forma ambiciosa y estratégica. América Latina tiene todos los ingredientes para el éxito; ahora se trata de mezclarlos bien para crear una receta de prosperidad duradera.