Desafortunadamente, la insatisfacción corporal, junto con el bombardeo de mensajes en los que la perfección del cuerpo parece ser la clave del éxito, conducen a muchos a hacer dietas incontroladas, un factor de riesgo de anorexia y otros problemas de salud.
Un nuevo estudio demuestra que aquellos que usan laxantes o píldoras de adelgazar para controlar el peso tienen más riesgo de ser diagnosticados en los años posteriores de este trastorno de la alimentación.
Los laxantes no son el método para ‘empujar’ los alimentos a través del cuerpo rápidamente y evitar así la ingesta de calorías o el aumento de peso. Están diseñados para aliviar el estreñimiento. Inducen deposiciones y afectan el intestino grueso. Para cuando llega la comida, ya ha sido digerida. Lo que queda contiene poca grasa o calorías. No ayudan a perder peso.
Es agua, minerales y electrolitos lo que se pierde con su uso. Cualquier ‘pérdida de peso’ resultante es en realidad temporal. Sin embargo, el riesgo de esta práctica conlleva que puede volverse adictiva y provocar dolor abdominal, diarrea, deshidratación, debilidad, visión borrosa, espasmos musculares, arritmia cardiaca y ataque cardiaco, parálisis intestinal, inflamación del páncreas, síndrome de intestino irritable (SII), insuficiencia renal, infecciones del tracto urinario y mayor riesgo de cáncer de colon.
Fuente: El confidencial